Hoy quiero hablar de un cómic del que estoy disfrutando bastante pese a que me costó un poco conectar con él: los Cuatro Fantásticos de Ryan North. En concreto, quiero hablar del número de este mes, que ha dibujado Ivan Fiorelli, y en el que North recurre a un recurso de caracterización que en las últimas décadas se ha vuelto cada vez más común y que, en según qué contextos, me pone mucho de los nervios: el del científico que se aferra tanto a sus conocimientos que se niega a creer en lo sobrenatural. Algo que, como es natural tratándose de un personaje como el que nos ocupa hoy, Reed Richards, que vive en un universo de ficción como el de Marvel, tiene poco sentido.
Recuerdo que la primera vez que me encontré con este recurso, o al menos la primera vez que fui consciente de lo ridículo que resultaba, fue en una historia que no recuerdo exactamente cuál era, pero en la que Iron Man se encontraba con un campo de fuerza místico y afirmaba que él no creía en la magia y que eso tenía que ser otra cosa. Lo que, viniendo de alguien que ha trabajado tan de cerca con numerosos hechiceros y brujas, suena muy absurdo (llegaba a pedirle perdón en su cabeza y de forma irónica al Doctor Extraño por ello). Un caso no muy diferente al de Ted Knight, quien, en un flashback durante el Starman de James Robinson dibujado por Matt Smith, recordaba su encuentro con Etrigan y se expresaba en términos similares a Stark, así que supongo que él debía creer que el Doctor Fate, el Espectro y el genio de Johnny Thunder no usaban magia sino otra cosa.
Una actitud que parece estar inspirada en aquella frase de Arthur C. Clarke que decía lo de “Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”, o al menos surgir del mismo tipo de mentalidad. Porque ese no creer en la magia o en lo sobrenatural viene acompañado muy a menudo con el empeño en negarse a creer en su existencia a no ser que puedan definirlo a través de terminología científica. Y aunque eso es algo que puedo entender, en más de una ocasión se ha llevado a términos un tanto ridículos que provocan que el afán de caracterizar a determinados personajes como seres racionales lo que consiga es que suenen un tanto ridículos.
Un caso que en su día ya me dejó bastante perplejo fue uno protagonizado precisamente por Reed Richards, quien durante la etapa de Matt Fraction al frente de la serie de los 4F y en un número dibujado por André Araújo que formaba parte del crossover de Age of Ultron, Reed y el resto del grupo grababan mensajes póstumos para Franklin y Valeria en el caso de que no volviesen con vida de su enfrentamiento con Ultron. En su mensaje, que podemos ver aquí abajo, Reed les afirmaba a sus hijos que Dios no existía ni tampoco el Cielo o el Infierno, y aunque podría entender que se refiriese a las concepciones judeocristianas de esos términos, él sabe perfectamente y por propia experiencia que existen cosas tremendamente similares.
Durante la etapa de John Byrne al frente de la serie, Reed, Sue y Franklin fueron arrastrados al Infierno de Mefisto, o más concretamente sus almas lo fueron. Las quieras uno llamar así, formas astrales o esencia, el caso es que Reed comprobó en primerísima persona que se puede tener una existencia fuera del cuerpo físico y acabar en otro plano de existencia en el que cualquiera puede acabar y ser torturado por toda la eternidad. Un lugar al que solo dos años mas tarde regreso, esta vez fisicamente, en el primer numero de Mephisto Vs…. a cargo de Al Milgrom y John Buscema. A lo que hay que sumar que en la siguiente década el grupo entero fue borrado de la existencia por Thanos y su Guantelete del Infinito, y supongo que Reed debería creer a sus compañeros de la comunidad superheroica cuando le contaron lo que había sucedido tras su regreso, que se podía ser aniquilado y devuelto a la vida.
Y por si todo eso fuese poco, una década más tarde, durante la etapa de Mark Waid y Mike Wieringo, Reed, Sue y Johnny utilizaron una nueva versión de aquella máquina que Victor Von Muerte había construido en la universidad para rescatar a su madre del Infierno para traer de vuelta a Ben Grimm del cielo, donde conocieron a “Dios” en persona (que, como no podía ser de otra forma, tenía el aspecto de Jack Kirby).
Así que sí, aunque puedo entender que Reed no crea en las doctrinas de ninguna religión concreta, sabe de sobras que en el Universo Marvel la muerte del cuerpo físico no es el final de la existencia, que se sigue existiendo en otros planos de realidad que se pueden asemejar más o menos a los cielos e infiernos de diferentes religiones. Lugares que si no él mismo, muchos de sus camaradas superhéroes han visitado, como el Hades, Hel, Valhalla, etc. y de los que en determinadas circunstancias se puede regresar. Reed incluso sabe, o debería saber, que la Muerte misma existe como una entidad cósmica increíblemente poderosa que en más de una ocasión ha devuelto a la vida a quienes le sirven, así que definitivamente algo hay, lo llamen como lo quieran llamar.
Pero Ryan North, quien, como decía al comienzo, está escribiendo una etapa con la que estoy disfrutando bastante pese a ser algo atípica, ha rizado el rizo y en el número de este mes, el 21, nos ha dado un Reed Richards que directamente parece tonto. Durante una visita a un museo con Alicia Masters se han dado de bruces con el crossover de Blood Hunt, y tras encontrarse con una horda de personas físicamente transformadas de forma algo monstruosa y que muerden a la gente para beber su sangre, Reed actúa como si jamás hubiese oído hablar de algo así, llegando al extremo de que cuando Alicia le dice que deben ser vampiros, él descarta la idea porque los vampiros son criaturas míticas… ¿En serio?
Podría aceptar sin problemas que Reed no creyese en la naturaleza mística de los vampiros y que tratase de racionalizar su existencia de forma científica, tratándolos como una infección que reescribe el ADN, una mutación o algo así. ¿Pero esa reacción de desconocimiento absoluto? Eso no tiene el más mínimo sentido.
Que no hablamos precisamente de que los vampiros sean algo nuevo en el Universo Marvel, son unos seres que llevan dando vueltas por ahí muchísimo tiempo (hablando del tiempo real no del interno de los personajes) y de forma muy pública. La Patrulla X, los Vengadores y el Doctor Extraño, por citar unos pocos ejemplos, se han enfrentado en multitud de ocasiones a estos e incluso al mismísimo Drácula, y son incontables los héroes que alguna vez han formado equipo con Blade para enfrentarse a estas criaturas. Que solo tendría que hablar con Tormenta, que es su amiga y ha sido miembro de los 4F, para que esta le cuente si los vampiros son reales o no.
Y es que los vampiros de Marvel no es que hayan sido muy discretos precisamente, que no hace mucho, en las páginas de los Vengadores de Jason Aaron, el propio Drácula anunció por televisión a nivel mundial su exigencia de fundar una nación vampírica, Vampyrsk, en Chernóbil. Una nación que fue reconocida oficialmente por numerosos gobiernos, incluido el de Estados Unidos, y llegaron a reclamar un lugar en las Naciones Unidas. ¿Debemos asumir que Reed se ha vuelto tan despistado que no se mantiene al día con las actividades de sus compañeros? ¿Qué no ve las noticias o lee la prensa? ¿Qué tiene una “ceguera” selectiva que le impide registrar la existencia de estas cosas? Porque, aunque respeto mucho a North y lo que está haciendo con la serie, aquí se ha equivocado en su caracterización de Reed, se ha dejado llevar tanto por la historia que quería contar que se ha olvidado de la coherencia interna de los personajes, como cuando en los Vengadores de Hickman durante demasiado tiempo todo el mundo actuaba como si jamás hubiesen oído hablar de los Celestiales mientras los Builders presumían de haber sembrado de vida el universo.
Pero pese a todo ello, este pequeño problema de caracterización no debería ser un impedimento para que quienes no le hayan dado aún una oportunidad a esta etapa lo hagan ahora. Lo que está haciendo Ryan North y los diferentes dibujantes con los que ha trabajado en esta etapa, como Iban Coello, Carlos Gómez, o en el caso concreto de este número, Ivan Fiorelli, está resultando muy divertido, constando de pequeñas historias autoconclusivas que les están permitiendo explorar numerosos conceptos de lo más interesantes y llevando a los personajes a territorios que les sientan muy bien. Y que de esta etapa que ya lleva en marcha algo más de un año lo único malo que puedo decir realmente es que me hubiese gustado que se afinase mucho mejor la caracterización de Reed, ya es decir mucho. Pero espero que en el futuro, tanto North como el resto de creativos que se encarguen de personajes como estos, con tanta historia detrás y que residen en universos de ficción tan ricos, cuiden mejor la coherencia interna de lo que cuentan, porque según qué cosas provocan que uno se salga de la historia.