Hoy quiero hablar de un cómic muy especial, de un cómic dentro de un cómic en el que Al Ewing no solo juega con el metalenguaje y la parodia para ofrecernos una historia tan divertida como a ratos aterradora y que consigue lo imposible, que podamos decir que solo alguien como Greg Land podría haberla dibujado. Así que vamos a sumergirnos en el mundo de la codicia sin escrúpulos, el product placement descaradísimo y la propaganda corporativa más desvergonzada de la mano de Roxxon y descubrir qué quiere vendernos su Thor.
Thor creía que su padre Odín le había enviado a Earthgard (la Tierra) para aprender humildad, pero todo era una artimaña para comprobar si de verdad estaba a la altura de su estatus de Dios, de ser alguien por encima de todo y de todos. Y tras pasar dicha prueba le permite regresar a su hogar de adopción, donde tanto en su identidad mortal de Chad Hammer como en la de Thor, colabora con Roxxon para hacer de la Tierra un lugar más rico y provechoso. Algo que su malvado hermano Loki, al frente de una horda de hippies que no se lavan pero se quejan mucho por internet, no piensa consentir y hará todo lo que esté en sus maquiavélicas manos para cancelarles…
Una sinopsis como esta suena a que Al Ewing ha perdido la cabeza o al menos que la he perdido yo, pero tiene todo el sentido del mundo. En su «Immortal Thor» Ewing ha recuperado a Dario Agger para exprimir al máximo sus posibilidades como villano de formas que nadie hasta ahora había conseguido, recordándonos que además de ser un hombre que vendió su alma a cambio de convertirse en un Minotauro, es un empresario sin escrúpulos con infinidad de recursos a su disposición, tanto mortales como místicos y que para atacar a Thor no necesita utilizar sus puños, sino que puede hacerle muchísimo más daño con métodos mucho más insidiosos.
Aliado con la Encantadora y el Ejecutor, Agger ha aprovechado que los asgardianos son en cierto sentido historias vivientes y “reescribir” a Thor. A través de un cómic propagandístico que es mucho más que papel y tinta, Agger y sus aliados han creado una ficción en la que Thor es poco más que una mascota corporativa al servicio de Roxxon. Un Thor, o más bien un “Roxxon Presents: Thor” como le llaman en algún momento que otro, que se ha convertido en un anuncio con piernas que vive para promocionar los productos de la compañía como si su vida transcurriese en una teletienda.
Un aspecto de la historia que ha permitido a Ewing desatar toda su mala leche contra todas esas compañías que están a un paso de convertirse en esta parodia, con ataques muy directos y nada disimulados a personalidades concretas del mundillo empresarial estadounidense, a sus productos y especialmente a su actividad pública y a sus opiniones socioculturales y políticas que demasiado a menudo ya suenan como surgidas de una parodia.
Un cómic que parece beber en ese sentido de los «Robocop» o «Starship Troopers» de Paul Verhoeven (no hay más que ver la publicidad intercalada), el «American Flagg» de Chaykin o «2000 A.D.», con una sátira tan exagerada y pasada de vueltas como una patada en la cara que al mismo tiempo que nos hace reír también provoca escalofríos por lo cercano que está de la realidad mucho de lo que nos cuentan aquí.
Y para una historia superficialmente tan artificiosa y vacua como esta, pocos dibujantes se me ocurren más adecuados que Greg Land. Aunque procuro no hablar de las cosas que no me gustan, aquí no tengo más remedio que reconocer que este es un autor a quien yo personalmente no soporto, ignoro en el blog los cómics en los que trabaja y me lamento muchísimo cada vez que acaba emparejado con algún guionista o personaje que me gusta porque sé que no seré capaz de disfrutar de esos cómics.
Pero aquí todo eso funciona a la perfección, su estética sintética con personajes que parecen muñecos de plástico, esas poses y expresiones tan forzadas como limitadas y mil veces recicladas que Land ha calcado de alguna parte, elementos que demasiado a menudo no encajan con lo que se supone que está pasando en la historia… Todos esos problemas que en otras condiciones harían de este un cómic mediocre, aquí no hacen más que reforzar el mensaje del mismo, como actores sobreactuando en una parodia. Por eso estamos ante el que probablemente sea el único cómic de Greg Land del que he sido capaz de disfrutar en mi vida.
Un especial que además me confirma que Al Ewing sigue siendo uno de los guionistas más interesantes e imaginativos que tenemos ahora mismo en el cómic de superhéroes, por su capacidad de sorprender, no repetirse y ofrecernos algo diferente en cada trabajo. Y por supuesto esto no ha quedado aquí, la historia de este particular “Roxxon Presents: Thor” ha continuado en las páginas de la serie regular de «Immortal Thor», donde podemos descubrir que es mucho más de lo que parece a simple vista y que las consecuencias de su existencia sobre Thor son bastante complejas. Una serie muy recomendable de la que ya habrá tiempo de volver a hablar más adelante porque de momento sigue valiendo mucho la pena.