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Sobre la Novela Gráfica

La novela gráfica. Y se quedaban tan anchos. Durante años debatiendo sobre el término, Eisner y Steranko peleando por ver quién había inventado el término, como si en su carrera no tuvieran ya suficientes méritos como para preocuparse por inventar un término que en realidad hizo más daño que otra cosa. Novela Gráfica, con mayúsculas, porque es una Cosa Seria, Importante. Éstos no son tebeitos, necesitan una Times New Roman, caracteres delgados y con serifas, a ser posible con contraportada en negro y letras blancas. Seriedad, oye, que ésto es importante. Un cuerno, la novela gráfica es una vergüenza.

Te cobramos más y te ponemos más colores, pero cuando empecemos a tener todos los tebeos coloreados por ordenador esto ya no tendrá sentido.

Una novela es una novela, se publique en papel higiénico o en vidrieras en una catedral. Es una novela impresa en ventanas, nada más. Y un cómic es un cómic, un tebeo, una historieta, vaya en grapa o en tomo gordo con colores bien. Allá por los 70, y con los complejos de inferioridad bien arraigados, en EEUU se intenta crear un cómic «adulto» que no vaya por las coordenadas del underground, si no algo contundente, una historia completa y larga, como una película o una novela. A los ya citados nombres de Steranko y su Red Tide, o el Contrato con Dios de Will Eisner, se le unieron otros como el Sabre de Don McGregor mientras Marvel y otras editoriales hacían movimientos hacia el público adulto empezando a realizar revistas de cómics en blanco y negro o en color al estilo Heavy Metal. Había un cambio en las temáticas, un acercamiento a las de la extinta EC Comics pero llevando siempre el escudo que decía que no, que ésto no era para niños, que ésto era en blanco y negro, de mayores. El problema venía de que el Creepy de Warren llevaba ya años experimentando con esos mismos formatos, con lo que en ese caso el creador de la novela gráfica sería Warren o, para ser exactos, Archie Goodwin y Gil Kane por publicar una historia de más de cien páginas con lomo. Parecía una novela, pues debía de ser una novela.

Si está pintado, es novela gráfica. Hala.

Y a partir de ahí pues sí, se cebó al monstruo. Las novelas gráficas pasaron a ser cómics pintados y, si eran muy delgados, Forum los llamaba «prestigios», de Formato Prestigio. El formato prestigio en realidad era un cómic con un papel muy satinado y cubiertas de cartoné plastificado, mientras que las novelas gráficas tenían guardas -como los libros de tapa dura de verdad- pero no tenían tapa dura si no cartoné de algo más de gramaje. El tamaño de página era más grande, pero por lo demás era lo mismo que el prestigio y, comparados con los álbumes en tapa dura de Astérix o Tintín, pues como que se quedaban un poco desmejorados. Norma también pasó a editar sus álbumes de «cómic europeo» en tapa dura, a un precio espantósamente caro, pero la calidad había que pagarla, oye. Mientras tanto y ya entrados los 90, Forum exploraba nuevas formas de crear formatos económicos que hicieran rentable la edición de algunas de las series más emblemáticas de Marvel que habían acabado cerrando en España por las malas ventas. Los tomos, de unas doscientas páginas, se llamaron «Tomos Grandes Sagas», con lomo y cubiertas de cartoné plastificado y hasta brillos metalizados, pero con el papel habitual de la grapa, que ya por aquel entonces había mejorado su calidad respecto a lo que veíamos en los 80. Y no, aquello no era novela gráfica porque no era caro ni tenía papel tan gordo.

¿Notais el reborde metalizado? Que no os engañe, que ésto no es novela gráfica, ¡no señor!

Mientras tanto, Norma estaba publicando el Slaine de Pat Mills y Simon Bisley en tomos de tapa dura y papel del bueno, y aquello sí que era novela gráfica sí, nadie lo pondría en duda, a pesar de que era material publicado originalmente en 2000 AD, una revista semanal que se editaba en papel infecto y a unos pocos peniques. Pero aquí era Novela Gráfica, sí. Y Akira también era novela gráfica, porque tenía color informático de Steve Oliff y tapa gorda, tenía la sofisticación del Kurosawa del cómic, Katsuhiro Otomo… Y estaban todos con el monóculo puesto hasta que el mercado se rompió por completo con Dragonball.

Tapa dura, ¡pero dura dura dura! ¡Y cara!

El cómic japonés se vendía en tomos gordísimos de papel malo y se hacía fundamentalmente en blanco y negro, dando pie a la publicación de cómics baratos en grapa, en tomos chiquitajos, tebeos accesibles y atractivos para la chavalería, a pesar de que tanto Norma como Planeta intentaron editarlos con tapas de cartoné -plastificado en algunos casos- y en grapa como si fueran un comic book americano. Pero no funcionó, la cabra tiraba al monte y, exceptuando casos puntuales como Taniguchi, poca «novela gráfica manga» se vió, sobre todo porque en Japón aquellas novelas gráficas se llamaban Seinen y su nombre no dependía de su formato, si no de su contenido, del tipo de historias que se contaban dentro de ellas. La irrupción por todas partes del coloreado informático y la mejora de los metodos de impresión, que hizo mucho más accesible el poder imprimir tebeos pintados, dejó claro que Marvels o Kingdom Come eran los últimos de filipinas del «formato prestigio» y la dichosa novela gráfica… Aunque no exactamente.

Y pensar que todavía me encuentro a gente que cuando me suelta la palabra cómic se me disculpa y luego se corrige diciendo «bueno, novela gráfica». ¡NO SEÑOR MIO, LO QUE ME OFENDE ES LO DE NOVELA GRÁFICA!

Porque hoy en día eso de la Novela Gráfica viene a traducirse en una sección de los grandes almacenes con tebeos con tapa (sea dura o no), que es lo que se publica en esos sitios porque no suelen tener sitio para la cochina grapa. Pero vamos, que los Omnigold van en el espacio de la Novela Gráfica igual que un recopilatorio de Youngblood, todo arrejuntao y a veces hasta lo mezclan con los shonen japoneses de toda la vida o hasta los Super Humor de Mortadelo, que como también iban en tapa dura con letras de oro seguro que eran una novela gráfica. Lamentable que todavía dure la tontería…

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