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Kelly Ojo Mágico – Redescubriendo a un clásico del cómic británico

Hoy toca nostalgia de la buena, de la que deja a uno satisfecho cuando comprueba, con alivio, que aquello de lo que disfrutamos hace muchísimos años ha resistido el paso del tiempo y sigue siendo tan disfrutable o más que entonces. Una nostalgia en la que podemos zambullirnos gracias a la gran labor que está realizando Dolmen a la hora de recuperar clásicos del cómic británico, dentro de su línea Albion, y que entre otras cosas nos ha traído el cómic del que hoy quiero hablar, el Kelly Ojo Mágico (Kelly’s Eye) de Tom Tully y Francisco Solano López, todo un clásico del cómic británico de aventuras de los sesenta que en esta nueva edición ha comenzado por mi etapa favorita del mismo.

El Ojo de Zoltec le ha protegido también del paso del tiempo

Desde que el destino lo convirtió en el guardián del Ojo de Zoltec, Tim Kelly ha vivido toda clase de aventuras, viajando por todo el mundo y utilizando los poderes del ojo para proteger a los inocentes. Pero tras conocer al excéntrico Doctor Diamond y su máquina del tiempo, los horizontes de Kelly se han expandido más allá de todo lo que este se habría atrevido a imaginar jamás, comenzando un periplo a través del tiempo y el espacio que los llevará al remoto pasado y a distantes futuros. Un viaje en el que tendrán que hacer frente a toda clase de amenazas mientras tratan de encontrar por todos los medios la forma de regresar a su hogar.

Aquí falta el logo de la BBC por algún lado…

Kelly’s Eye nació en 1962 en las páginas de la revista Knockout, aunque no tardó en trasladarse a la revista Valiant cuando ambas cabeceras se fusionaron en 1963. Allí, y de la mano de Tom Tully y Francisco Solano López, nació este personaje que resultaba un tanto atípico entre muchos de sus compañeros en la editorial, al menos de los que conocimos por aquí gracias a Vértice y Surco. Porque entre personajes y criaturas siniestros y antihéroes como Zarpa de Acero, Spider (Flierman como le conocimos muchos) o Mytek, Kelly destacaba por ser un héroe de lo más clásico, prácticamente un superhéroe como los de Estados Unidos, un tipo fuerte, apuesto y algo inocente a quien el Ojo de Zoltec había potenciado todas sus habilidades físicas a niveles sobrehumanos además de concederle una invulnerabilidad absoluta (que nunca se extendía a sus ropas y solía acabar medio desnudo), poderes que solía utilizar para ayudar a quien lo necesitase.

Y lo bien que se conserva para ser un jubilado

Pero tras tres años de viajar por el mundo enfrentándose a adversarios que iban de lo mundano a lo ridículo, Tully y Solano López llevaron a Kelly un paso más allá de una forma que en su día, en los ochenta me pareció tremendamente original y que décadas más tarde pude comprobar con la perspectiva que dan los años que no lo era tanto. Porque fue entonces cuando Kelly conoció al Doctor Diamond, un científico tan brillante como excéntrico que entre los muchos inventos que probó con Kelly, utilizándole como conejillo de indias, se encontraba su máquina del tiempo, una camuflada como un ordinario reloj de pared que le permitía viajar por el tiempo y el espacio y a bordo del cual se llevó a Kelly como compañero de aventuras… ¿O sería más apropiado decir como su companion?

Yo esto lo he visto antes…

Porque aunque en su día no fui consciente de ello, hoy resulta tremendamente obvio que el Doctor Diamond estaba descaradamente inspirado en la serie Doctor Who, que por aquel entonces llevaba unos tres años en emisión y con cuya primera encarnación el Doctor Diamond compartía demasiadas características. Físicamente parecía una versión canija y escuálida de William Hartnell, vistiendo incluso de una forma similar, y su máquina del tiempo, al igual que la Tardis, estaba camuflada bajo la forma de un objeto corriente y podía viajar por el tiempo y el espacio, desvaneciéndose de una forma muy similar a la de la nave del Time Lord. Máquina con la que este y Kelly no siempre aparecían en donde querían aparecer y ocasionalmente tenían problemas para regresar a su origen. Pero esto es algo que cualquiera que conozca un poco el cómic británico de aquellas décadas no se sorprenderá en absoluto, ya que copiaban todo lo copiable y más, algo que Tully repitió unos años más tarde con ese Leopardo de Lime Street tan similar a Spiderman.

No es difícil de imaginar el sonido exacto que debe estar haciendo ese reloj al desvanecerse

Y es en medio de esta etapa, la que yo conocí de crío, donde Dolmen ha comenzado su reedición para no repetir el mismo material que Planeta ya reeditó hace unos años (catorce ya) pero numerando su “primer” tomo como el número cinco para más adelante, si las ventas acompañan, volver a editar aquellas primeras aventuras en otros cuatro tomos. Y aunque esta reedición nos suelta dentro de una aventura ya comenzada, con Kelly y el Doctor perdidos en el pasado, el formato que seguían estos cómics en su época, con episodios semanales de unas pocas páginas, ya estaban pensados para que el lector no se perdiese si se saltaba alguna entrega.

El tomo empieza por aquí pero es sencillo seguir la historia

Pero aunque me acerqué a esta reedición con algo de miedo, ya que Kelly Ojo Mágico era un cómic del que guardaba un muy buen recuerdo y temía que este fuese uno de esos casos en los que ese recuerdo se hace añicos ante la realidad, tras unos cuantos episodios ese miedo se desvaneció por completo. Porque aunque es cierto que estamos ante un cómic creado para críos de hace unos sesenta años y eso se nota, con sus tramas simples, sus villanos arquetípicos y todos los tópicos y lugares comunes de la aventura y la ciencia ficción, se trata también de un cómic muy bien hecho. Tully y Solano López crearon aquí un cómic divertido y emocionante, con un ritmo tremendamente ágil que no deja un momento de respiro y con una atmósfera de aventura clásica que da gusto leer. Nada especialmente sorprendente teniendo en cuenta que los guiones estaban a cargo de Tom Tully, uno de los grandes del cómic británico de los sesenta, setenta y ochenta, y de quien hemos podido disfrutar de su trabajo con personajes como Zarpa de Acero, Johnny Red, Von Hoffman’s Invasion o los Harlem Heroes entre muchos otros.

Y así empezó su odisea perdidos en el espacio tiempo

Y aunque sin querer desmerecer en absoluto su trabajo, aquí sin duda quien brillaba con luz propia, tanto o más que el propio Ojo de Zoltec, era Francisco Solano López. Este clásico dibujante argentino no debería necesitar presentación a estas alturas, un colaborador habitual de Héctor Germán Oesterheld, junto con quien creó El Eternauta, quien a lo largo de su carrera demostró con creces una y otra vez el enorme talento que poseía y que como muchos otros artistas de Latinoamérica y Europa fue recibido en el mercado británico con los brazos abiertos. Su estilo naturalista, minucioso y detallista encajaba a la perfección con los gustos de la época, siendo capaz de reflejar cualquier escenario, desde los más auténticos y exóticos a los que solo existían en su imaginación. Además su dominio del ritmo narrativo le hicieron perfecto para cómics como este en los que primaba la acción y la aventura, y su manejo del claroscuro, perfeccionado tras años publicando en blanco y negro, le permitían sacar todo el partido a la falta del color, desenvolviéndose como quería con las luces y las sombras.

Solano López era muy grande

De momento este Kelly Ojo Mágico, que se une a las reediciones que Dolmen ha realizado de otros clásicos como Mytek, Zarpa de Acero y Spider, cuenta con dos tomos en el mercado, en un formato muy cuidado, y hay material acumulado para unos cuantos más, por lo que mientras esperamos a sus siguientes entregas, podemos disfrutar de un buen puñado de aventuras de las de toda la vida. Y con alegrías como esta le deseo a la línea Albion de Dolmen una larga y exitosa existencia para que sigan trayendo a nuestro país todos esos clásicos del cómic británico a los que hasta no hace mucho solo se podía acceder a través de las reediciones de Rebellion, para que el público de aquí pueda conocer todo este material que vale tanto la pena descubrir, o como ha sido mi caso redescubrir.

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