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Hank y Simon contra la dimensión desconocida: El día en que Frank Miller salvó Marvel (XXV)

Bienvenidos a… Un fill-in, a un número de relleno. Uno de esos cómics que se realizaba como fondo de armario por si había un imprevisto, que se solía integrar en la serie con una entradilla y una página de salida. En el caso que nos ocupa, tenemos a los Vengadores viniendo del número anterior de pegarse con Ultron, preguntándose que han estado haciendo la Bestia y el Hombre Maravilla, para saltar directamente a una historia de los dos personajes un tanto rara y que no tiene nada que ver. Pero éso eran los fill-ins, no eran algo tan vergonzoso como reeditar material de veinte años antes con una portada de un autor actual como Neal Adams, pero nunca solían dejar contento a nadie.

Los cosos de la alcantarilla.

En el caso de hoy, tenemos al guionista habitual de Vengadores en aquel momento, David Michelinie, acompañado de todo un veterano y a los lápices a toda una eminencia de la industria, Carmine Infantino. Infantino venía de ser el jefazo de DC y ser despedido de forma poco ceremoniosa a pesar de haber sido uno de los principales renovadores de la editorial durante la edad de plata. Por supuesto, para los lectores de la época su estilo se antoja algo caduco si lo comparamos con los John Byrne o George Pérez que andaban dibujando la serie por la época, pero para la peculiar historia a la que nos enfrentamos hoy yo diría que cuadra bastante bien; la cosa empieza con Hank y Simon dando tumbos por las calles de Nueva York, que están envueltas con una extraña niebla que los desorienta por completo. Hank comenta de pasada que ha vivido desde siempre en la ciudad pero que no reconoce el sitio por el que están andando, con lo que nos da la sensación de que han cruzado a una dimensión desconocida o algo parecido… Como en el último fill-in dibujado por Infantino para la serie, el 178, en el que Hank se encontraba con una especie de fantasma.

Era bonito ver como se expresaba Hank a través de la moda.

Sin embargo, en este caso el elemento sobrenatural será más sutil, porque a priori nos encontramos con un barrio asediado por unos «reptadores» -reptiles lo llamaron en la traducción original de Forum- que salen del subsuelo para robar comida y hasta secuestrar niños, con lo que los pandilleros de la zona están en pie de guerra contra ellos. Tras ser confundidos en un principio con las dichosas criaturas y pelearse con los pandilleros del barrio, Hank y Simon se encuentran con Juanita, que les cuenta que su hermano Hugo ha sido raptado por los bichos esos, pero no tarda en ser interrumpida por su propia madre que la abofetea por «hablar con extraños». Los dos miembros de los Vengadores deciden investigar la desaparición del niño por su cuenta, por lo que entran en las alcantarillas -siempre acompañados de la extraña niebla- con lo que no tardan en encontrarse a Hugo, que lejos de haber sido raptado por los reptadores vive con ellos encantado y los considera sus mejores amigos.

In the ghettooooooooooooo…

El chaval les cuenta que las criaturas son un experimento de laboratorio descartado que acabó siendo vertido en las alcantarillas, con la sorprendente suerte de que los vertidos tóxicos se mezclaron con el experimento y dieron lugar a esa nueva forma de vida. En realidad todo esto acude a una leyenda urbana de la época según la cual las alcantarillas de NY estaban llenas de mutantes de laboratorio, pero antes de que a alguien le dejen hacer esa conexión los pandilleros del barrio irrumpen en el refugio de Hugo y los bichos y se lían a palos con ellos, volviendo locas a las criaturas que acaban atacando a todo lo que se mueve.

A mi eso de las alcantarillas llenas de mutantes me suena de algo.

Hank y Simon devuelven al crío a su casa, pero allí se encuentran que la madre sigue siendo una persona horrible que maltrata a sus hijos pero los dos vengadores se largan porque «no es asunto suyo». Por supuesto, en cuanto se plantan en la calle Juanito sale corriendo tras ellos y les dice que Hugo se ha vuelto a escapar, y que con el estado salvaje de los reptadores lo más seguro es que lo ataquen. Los tres vuelven a la guarida de las alcantarillas y se encuentran a Hugo tan feliz, pero de la misma los pandilleros vuelven a atacar -esta vez con dinamita- y provocan una riada tremenda que se acaba llevando a los bichos y al propio Hugo, que acaba muriendo llevado por la corriente. Cuando vuelven a la superficie con una compungida Juanita, su horrenda madre no tiene otra idea que volver a maltratarla y decirle que se alegra de que se matara el crío, porque «el pequeño mocoso nunca apreció lo que hacía por él». Hank se muestra dispuesto a arrearle a la vieja horrible, pero Juanito le dice que «hay cosas que no se pueden entender y que no lloren por ella, que en su lugar se alegren por Hugo porque es el afortunado». Afortunado por haber escapado del ghetto, supongo…

«No lloren por mi, yo ya estoy muerto.»

La cosa se pone mística cuando las nieblas aumentan y Hank y Simon vuelven a la Nueva York que conocen, pero tras preguntar a un guardia por el incidente el policía les mira con cara de locos y le niega todo conocimiento de los bichos o las explosiones. ¿Fue un sueño? ¿Una historia imaginaria? Yo lo tengo claro: fue una historia de relleno sin ningún interés.

Tinoninotinonino…

Hay mucho oficio en este cómic, pero está claro que se ha realizado con prisas y sin demasiado interés. Michelinie no le acaba de pillar el tranquillo a esto de las «historias inquietantes», y teniendo en cuenta que el anterior fill-in del estilo lo escribió Steve Gerber, me da la sensación de que este cómic tiene argumento de Gerber y está dialogado por Michelinie sin haber leído el argumento original del creador del Pato Howard, que para entonces ya estaba fuera de la editorial y bastante cabreado con ella. Si tenemos en cuenta que para entonces las páginas de Infantino ya debían de llevar tres años guardadas en el cajón, nos queda claro que todas las incoherencias del cómic tienen su raíz ahí, en la falta de entendimiento entre el trabajo de Gerber y Michelinie. Y así es como tenemos un tebeo que se pega contra si mismo, contrahecho y que ha pasado a la historia sin pena ni gloria.

¡Con el origen de Hidroman!

Para la próxima entrega tenemos el último tebeo de esta serie de artículos, un cómic dibujado por John Romita Jr y escrito por otra leyenda del cómic, Denny O’Neil. Será el número 212 de The Amazing Spider-Man y llegaremos a las conclusiones de haberse tragado todos estos tebeos durante tantos meses. A ver que os cuento.

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