Hace unos pocos meses ya hable por aquí del gran comienzo que había tenido la nueva serie de Thor a cargo de Al Ewing y Martín Cóccolo, una especie de regreso a lo básico pero sin menospreciar las etapas mas recientes del Dios del Trueno, algo que a veces resulta raro de ver dentro de un genero y una época con demasiados equipos creativos aficionados a venir a contar su historia y ningunear a quienes estuvieron antes en la serie. Y ese respeto y cariño por toda la historia del personaje que han mostrado aquí estos autores, y que es una de las “marcas de fabrica” de Ewing, ha seguido manifestándose numero a numero. Por lo que si alguien aun no se ha decidido a darle una oportunidad a este nuevo volumen de Thor, aquí va una segunda recomendación centrada en el cuarto numero de la serie y en el que podemos observar lo buena que es la nostalgia cuando se sabe utilizarla. Así que tras avisar de los SPOILERS, vamos a ello.
Para mi la nostalgia en la ficción suele ir asociada muy a menudo con la continuidad, ese concepto que demasiado a menudo resulta anatema a ambos lados de la pagina. Esto es algo de lo que me he quejado a menudo y seguro que no dejare de quejarme en el futuro, de ese sector del publico que aborrece la continuidad y que solo busca el reseteo constante, el poder prescindir de todo lo anterior y que la etapa que importe sea la que acaban de descubrir. Sentimiento reflejado mas veces de lo que me gustaría en equipos creativos que llegan a contar “SU” historia y no les importa ni la historia ni la caracterización de los personajes con los que están tratando.
Algo con lo que no podría estar mas en contra, ya que a mi me encanta el poder disfrutar de historias en las que se aprecia el respeto y el cariño por todo lo sucedido antes, en la que cosas que se contaron hace décadas siguen siendo importantes en el presente, algo que no es exactamente nostalgia pero para mi se parece lo suficiente. El problema es que con esto se corre el peligro de limitarse a parasitar ese pasado, historias en las que en lugar de utilizar esa continuidad o nostalgia como una herramienta narrativa valiosa nos encontramos con repeticiones sin gracia o continuaciones sin sentido de aquello que funciono en el pasado, de homenajes huecos y mal entendidos que se quedan en lo superficial. Y por eso precisamente estoy disfrutando bastante con esta etapa de Thor, porque estamos ante un cómic en el que sus responsables están demostrando saber evitar esto.
Si entrar en demasiados detalles para quienes aun no se hayan leído esta etapa, baste decir que Thor se ha encontrado con un nuevo enemigo aterrador e increíblemente poderoso y que tiene mas en común con el de lo que le gustaría. Una amenaza ante la cual es plenamente consciente de que ni todo su poder, que ahora como All-Father de Asgard es mayor que nunca, es suficiente para derrotar a esta amenaza. Así que Thor hace lo lógico en un caso así y busca ayuda, una ayuda que los avances de la serie ya avisaban de que seria en la forma de los Thor Corps, una idea que de haber venido de alguien que no hubiese sido Al Ewing me hubiese provocado escalofríos de terror.
Todos somos conscientes de que en el cómic de superhéroes llevamos una temporada de “revival” noventero, que aquí y allá se están recuperando con mayor o menor fortuna personajes y conceptos que fueron populares en la década de los noventa, sin ir mas lejos ahí tenemos la recientemente anunciada miniserie de Night Trasher (que para mi siempre sera Trillador Nocturno). Así que por un instante temí que Ewing, del mismo modo que quiso recuperar el autentico raje de Thor y aquella sonrisa que le llamo la atención en Secret Wars, hubiese querido recuperar también a aquel peculiar grupo de “dioses” del trueno que recibieron aquel nombre. Una de las ideas que tuvo Tom DeFalco en aquellos años y en la que el propio Thor y Bill Rayos Beta formaron equipo ocasional con dos creaciones del propio DeFalco, Thunderstrike y Dargo Ktor en un afortunadamente muy pequeño y olvidable puñado de historias.
Pero esa intranquilidad duro poco porque se trataba de Al Ewing, de alguien quien aunque hubiese querido recuperar aquel efímero grupo sin duda hubiese hecho algo notable con estos, pero por suerte para nosotros Ewing ha querido ir en otra linea en la que de nuevo continuidad y nostalgia se confunden. El primer recluta de este grupo no podía ser otro que Bill Rayos Beta, el original “otro Thor”, esa genial creación de Walter Simonson que aparece aquí respetando tanto los eventos sucedidos durante la etapa de Donny Cates y la tensa relación que mantiene con el que una vez fue para el su hermano, como los cambios sufridos en la divertida miniserie a cargo de Daniel Warren Johnson, que a la hora de utilizar la continuidad como herramienta no se puede limitar uno a rescatar solo elementos del pasado distante. Pero ese respeto por la historia reciente no ha impedido a Ewing y Cóccolo aplicarle a Bill el mismo tratamiento que Thor y del mismo modo que aquel ha recuperado el traje que le diseño Jack Kirby, Bill vuelve a vestirse como le diseño su padre artístico en su día, y viendo eso uno siente que el mundo esta un poquito mejor.
Pero aquí terminan los puntos en común con los Thor Corps de antaño porque Ewing tiene una idea muy diferente y mas interesante en mente. Y es que si el enemigo a batir es un dios que empuña las tormentas como un arma, ¿Qué mejor que poner ante el a una diosa que es la encarnación viviente de las tormentas? Todos quienes estén leyendo X-Men Red saben de sobra el excelente trabajo que esta realizando Ewing con su caracterización de Ororo, y aunque esta ahora esta un poco ocupada con la invasión de Arakko, Ewing se ha tomado la libertad de apartarla brevemente de sus responsabilidades para ayudar en esta batalla que se avecina. Una batalla para la que una vez mas Ororo se envuelve en magia Asgardiana para ser mas diosa que nunca pero en esta ocasión no empuñando una creación de Loki conjurada para manipularla como lo fue en su día de la mano de Chris Claremont y Arthur Adams, sino demostrando que como no podía ser de otra forma ella es mas que digna de empuñar Mjolnir y de poseer el poder de Thor.
Aunque Ewing no se ha limitado a tirar de esa continuidad nostálgica ochentera y ha integrado en su historia elementos mucho mas recientes como el inesperado cuarto miembro de los Thor Corps, Loki. El Loki actual ha cambiado muchísimo desde que fue creado por Stan Lee y Jack Kirby, y en la ultima década y pico ha seguido un camino hacia la nobleza, que retroalimentandose con el MCU ha llevado al personaje hasta un punto en el que no nos sorprende del todo que sea capaz de empuñar Mjolnir en las circunstancias adecuadas. Un momento que como atestigua su vestuario de Dios del Trueno, es un guiño a Axis, aquel crossover de Rick Remender entre los Vengadores y los X-Men en el que la moralidad de héroes y villanos se invirtió y Loki fue brevemente lo bastante digno como para derrotar a un Thor que había perdido el rumbo.
Y a diferencia de en su primera encarnación estos Thor Corps no son un cuarteto y a este singular grupo de héroes se une un quinto miembro que no debería sorprender a nadie. Una persona que mas recientemente ha demostrado ser digna de esgrimir el poder de Thor y que aunque con altibajos y un final que se alargo demasiado, protagonizo una etapa bastante divertida, Jane Foster. Una Jane que deja brevemente su papel de Valquiria para convertirse de nuevo en la Diosa del Trueno y compartir con sus camaradas el poder de Thor en una batalla que esta claro que será épica.
Si, esto en la superficie no parece mas que un ejercicio de nostalgia, recuperar elementos del pasado para tratar de apelar a distintas generaciones de lectores. Pero como pasa siempre con estas cosas depende mas del como se haga que lo de lo que se hace, y Ewing ha demostrado con creces que es uno de esos autores que sabe construir grandes historias sobre lo que sus predecesores han hecho antes que el, y que como nos desvela la ultima pagina de este numero, se trata de alguien que respeta tanto las historias que leyó de niño como las etapas mas recientes del personaje. Un trabajo que consigue así devolvernos esa sensación que para mi siempre fue uno de los mejores aspectos del cómic de superhéroes, el encontrarme con que todas las historias importaban en mayor o menor medida. Y si encima todo eso esta tan bien dibujado, como hemos podido apreciar en las imágenes que acompañan este articulo, por un Martín Cóccolo que cada vez esta mejor y que ha sabido hacer suyos los diseños de autores tan dispares, esta claro que estamos ante una serie de la que vale mucho la pena disfrutar y que no me canso de recomendar.