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Wes Anderson lleva a Netflix la magia de Roald Dahl

La semana pasada llegaron a Netflix los cuatro cortometrajes que Wes Anderson ha realizado para el servicio de streaming basados en otros tantos relatos escritos por Roald Dahl. Cuatro cortos que con la inconfundible marca de fabrica de uno de los directores mas originales y con mas personalidad del momento consiguen atrapar al espectador y que deseemos que esto no sea mas que el comienzo de una larga colaboración. Pero mientras esperamos a ver si los caminos de Anderson y Dahl vuelven a cruzarse, podemos disfrutar por el momento de esta pequeña unión de los talentos de dos grandes en lo suyo.

Aunque uno casi corre el riesgo de saturarse

Esta no es la primera ocasión en la que Wes Anderson ha trasladado a la pantalla una de las obras de Roald Dahl, ya que en 2009 llevó al cine su novela “Fantastic Mr. Fox” a través del stop-motion. Una experiencia que Anderson ahora ha repetido adaptando los relatos “The Wonderful Story of Henry Sugar”, “The Ratcatcher”, “The Swan” y “Poison”. Cuatro relatos muy distintos en su contenido pero poseyendo todos ellos esa atmósfera que nos lleva de lo fantástico a lo absurdo y que encaja como un guante con el estilo narrativo y estilístico de Wes Anderson.

Y sin duda no será la ultima vez que le adapte

El mas extenso de todos ellos, y mi favorito, es “The Wonderful Story of Henry Sugar”, donde nos encontramos a un Benedict Cumberbatch que siguiendo los pasos del personaje interpretado por Ben Kingsley, nos muestra el cambio radical que da la vida de un millonario británico a través del misticismo. Un papel que no me cabe duda que ha recaído en el por ser el Doctor Extraño cinematográfico y con quien este Henry Sugar tiene unos cuantos paralelismos. Un relato genial que a modo de fabula, con moraleja incluida, nos recuerda lo absurdo de la ambición personal y como es bastante mas saludable seguir la senda de la generosidad.

Si, definitivamente un poco Extraño si que ha sido

“The Swan” es un relato mágico acerca de como un niño consigue escapar de unos matones, “The Ratcatcher” una delirante y a ratos grotesca historia acerca de un peculiar exterminador de ratas y en “Poison” nos encontramos a un hombre convencido de tener en su interior una serpiente que le esta envenenando. Un relato este ultimo que tiene la particularidad de que fue adaptado ya en el pasado por el mismísimo Alfred Hitchcock para su serie Alfred Hitchcock Presents.

Fiennes necesita hacer mas comedias

Y aunque estos relatos cuentan con un reparto que es en su mayor parte nuevo dentro de la filmografía de Anderson, como los ya mencionados Cumberbatch y Kingsley o Dev Patel y Richard Aoyade entre otros, todos estos cortos cuentan con un nexo en común que si es una cara conocida de la obra de este genial director, Ralph Fiennes, quien da vida aquí (entre otros) a una versión ficcionalizada del propio Roald Dahl, encargándose de narrar parte de las historias y añadir contexto a las mismas.

Me reafirmo en lo dicho en el anterior pie de foto

Unos cortos que si tuviese que definir en pocas palabras diría que son puro Wes Anderson a la enésima potencia, con todos esos elementos que caracterizan a este original director, y que hacen que unos le amen y otros le detesten, aquí magnificados. La puesta en escena es mas teatral que nunca en todos los aspectos, con los actores haciendo el doble papel de personajes y narradores, hablando directamente al espectador, describiendo unas acciones que en ocasiones solo existen dentro de dicha narración. Algo que en lugar de sacarnos de las historias provoca el efecto contrario, conseguir que nos metamos aun mas en ellas pero de una forma que nada tiene que ver con el cine o la televisión, sino que nos hace sentir como si estuviésemos mas bien ante una representación de un teatro de títeres.

A la segunda vez que pasa uno ya se deja llevar

Una sensación que se refuerza por esa escenificación que como decía hace un momento es mas teatral que nunca, con unos decorados tan artificiales como los que podemos encontrar sobre un escenario. Un elemento con el que Anderson juega de tal manera, para que nunca olvidemos esa sensación de estar ante una representación, que a menudo aparecen en escena mudos operarios que se encargan de cambiar dichos decorados, realizar cambios de vestuario a los actores o entregarles las piezas de atrezo necesarias para cada escena. De nuevo un elemento que debería romper nuestra inmersión, pero que Anderson maneja con tal maestría que se convierte en un elemento mas perfectamente integrado de estas pequeñas fabulas repletas de magia.

Estos pequeños detalles son impagables

Quienes como yo sean admiradores de estos universos tan personales y peculiares de Wes Anderson sin duda disfrutaran a lo grande de estas cuatro pequeñas joyas. Y quienes aun no hayan sido capaces de apreciar su estilo, quizás esta sea la ocasión perfecta para acercarse poco a a poco a su obra, en pequeñas dosis, e intentar apreciar el trabajo de un creador como hay pocos en la actualidad.

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