¿Quién aguanta a estas alturas al pesado de Iker Jiménez, Enrique de Vicente y toda esa pandilla de magufos asustaviejas? La superchería que vendía revistas y libros de gente de mirada intensa durante los 70 y hasta bien entrado el nuevo siglo parece de capa caída, transformándose poco a poco en cosas bastante más siniestras, pero como aquí estamos para hablar de tebeos, no voy a hablar de que Jack Kirby solía decir con toda la razón que a esa gente lo que había que hacer era darles un puñetazo. Y si no quieres un puñetazo, no digas cosas nazis.
La premisa de Dan Da Dan (o Dandadan, depende de quién lo diga) es la de una chica (Momo Ayase) que conoce a un friki de los OVNIs llamado Ken Takakura. El bueno de Takakura es la cosa más introvertida del mundo, pero se le pasa la tontería en cuanto Ayase le dice que eso de los OVNIs es una gilipollez… Pero que los fantasmas si que existen. Y claro, takakura se descojona de ella porque joder, ¿cómo van a existir los fantasmas? ¡Éso no tiene ni pies ni cabeza! Conscientes el uno y la otra de que el contrario se equivoca, deciden retarse a que Ayase vaya a un hospital abandonado donde suelen verse OVNIs -porque como ella no cree en eso no le va a pasar nada- y que Takakura vaya a un túnel por el que aparece un fantasma chunguísimo que aparece por allí. Y entonces la cosa se pone… Rara:
El fantasma, más conocido como la Turboabuela, no lleva nada bien que la gente salga corriendo en dirección contraria, por lo que en caso de que salgas corriendo te adelantará (es cosa de tiempo, puede alcanzar los 100 Km/h) y te poseerá. La cosa se pone peor todavía cuando Ayase se encuentra con unos alienígenas raros que parecen todos iguales (que lo son) y que tratan de abduc… Que cojones, de violarla, porque quieren arrebatarle los genitales para recrear el género femenino de su especie (cosas que pasan por la eugenesia desbocada supongo, te pones a experimentar y de repente toda tu especie son señores) con lo que acaban atrapándola y están a punto de hacerle cosas horribles cuando aparece Ken poseído por la Turboabuela y se lía a tortas con ellos hasta que Ayase activa sus poderes latentes y acaba mandando a los alienígenas y a la turboabuela con viento fresco, pero esta última no se va sin antes arrebatarle el pene al pobre Ken, citándolo en su túnel para devolvérselo (y hacerle cosas mucho peores).
A partir de aquí la serie se convierte en una catarata de personajes pintorescos y absurdos, de fantasmas y cultos extraños, alienígenas aún más raros todavía y todo tipo de maldiciones; es el folclore japonés de los yokkai completamente pasado de vueltas alimentado de todo tipo de teorías conspiranoicas que son ciertas, y con el pobre Ken perdiendo sus genitales constantemente y Ayase cada vez más colada por él. Dan Da Dan es un manga bastante directo, una comedia romántica de aventuras que se va llenando de luchadores contra las «cosas raras» la mar de peculiares mientras los personajes van aprendiendo a aguantarse los unos a los otros. Norma lleva ya publicados unos seis tomos y tenéis disponible los tres primeros capítulos del manga gratis en la web de Shueisha, así que no hay excusa para no darle una oportunidad, porque no deja de ser un manga de esos que se disfruta y la mar de refrescante para los tiempos calurosos que corren.
Sin embargo, tengo que dar un aviso a navegantes. Durante los seis tomos que ha publicado Norma la serie mantiene ese espíritu divertido y cafre, pero la maldición de buena parte de los cómics de aventuras japoneses que se extiende por Shonen Jump desde los tiempos de Dragonball continúa; da igual como sea tu manga, que si dura lo suficiente los personajes empezarán a hacerse cada vez más poderosos hasta que empiecen a lanzar rayos de energía y destruir ciudades, convirtiendo todo en un «battle manga» insoportable. Con Dan Da Dan no ha ocurrido nada de eso de momento, pero si te pones al día con la edición japonesa que ofrece la propia Shueisha empiezas a ver síntomas muy preocupantes:
Tatsu mejora como dibujante y sigue siendo un narrador bastante bueno, consiguiendo también que sus diseños sean originales e interesantes, no descuidando las tramas ni dejándose personajes colgados -todos los series misteriosos de las primeras historias acaban teniendo su explicación y, lejos de deshumanizarlos porque son «monstruos» acaban teniendo sus motivaciones y razones de comportarse como se comportan- manteniendo su sentido del humor en todo momento, pero la serie ya ha llegado al punto en el que ha empezado a tener largas secuencias de combate que nos dan razones para asustarnos. Juega a su favor, eso sí, que Tatsu justo antes de este manga estuvo trabajando como ayudante de Tatsuki Fujimoto, el de Chainsaw Man, otro manga de seres sobrenaturales en el que el material intensito estaba un poco más subido de madre que, hasta donde yo sé, todavía no ha perdido la cabeza con las peleas salidas de madre. Así que habrá que ver si tenemos que dejar la serie tras los primeros volúmenes -lo que deberíamos haber hecho con Dragonball pero no hicimos casi nadie, reconozcámoslo que así dolerá menos- o por el contrario habrá suerte y todo esto acabe llegando a buen puerto, pese a que tengamos que pasar por el bache.