Willow se acabó hace unas semanas, ¿te habías enterado? ¿No? Pues era una serie de Disney+ basada en la película del mismo nombre de allá por 1988, esa que hizo George Lucas en aquella época en la que le dió por estrenar pelis que solo iban a gustar tres o cuatro años después. Y bueno, supongo que a Willow la serie le ha pasado un poco lo mismo. Porque de verdad, la serie está bien, pero la gente ha pasado de ella lo más grande…
Por supuesto y dejando de lado a los tontos, la serie no deja de apelar a la nostalgia dándole una vuelta de tuerca que puede que a unos y a otros no haya gustado; no nos olvidemos, la película original contaba con tres actores protagonistas y aparecen todos ellos menos el pobre Val Kilmer, que hoy en día está un tanto perjudicado. Sin embargo Sorsha, la hija de la malvada Bavmorda que acababa enamorada del Madmartigan de Val Kilmer, está presente y ahora es la reina de Tir Asleen, cosa que alegrará al fandom más tradicional porque no deja de ser lo que esperaba. El que Madmartigan haya desaparecido no deja de ser algo normal -tampoco era precisamente el tipo de persona que se retira a para ser feliz y comer perdices- porque repito, Kilmer no está para muchas fiestas y sustituirlo por otro actor habría estado la mar de feo, sobre todo en estos tiempos en los que a Disney le ha dado por la nigromancia digital. Y bueno, he dejado para el final al personaje interpretado por Warwick Davies, Willow, porque no deja de ser el héroe protagonista y el que más habrá cabreado a ese sector…
El Willow que nos encontramos en esta serie a algunos les ha recordado al Luke de Los Últimos Jedi, siendo el tipo de personaje tremendamente heróico y optimista del original que el tiempo ha ido deformando en el subconsciente colectivo de unos cuantos hasta transformarlo en un superhéroe. Pero Willow nunca fue un superhéroe, y si algo hace la serie es recordarnos que por mucho coraje y determinación que tuviera, Willow no dejaba de ser un e-eeeestuuupidooo y un perfecto novato en esto de la magia que venció a Bavmorda recurriendo a una enorme dósis de suerte. Se daba por hecho así que Willow aprendería magia durante los años posteriores y tal vez llegaría a ser un gran hechicero capaz de cuidar y enseñar a la verdadera elegida, Elora Danan, pero los años -y unas cuantas novelas retconeadas de Chris Claremont que fueron proyectadas durante unas cuantas comidas con el propio George Lucas- fueron pasando y el Willow de ahora está mayor y se ha dado cuenta de que eso de la magia cuesta mucho. Que le ha hecho sacrificar muchas cosas y que bueno, que él ya sabía que no era el elegido pero nunca será el gran mago que soñaba ser.
Es triste llegar a cierta edad y renunciar a un sueño de infancia. Quiero decir, cuando llegas a ciertos años y te das cuenta de que no vas a ser futbolista, por un poner, es jodido. Pero la gente cambia en sus prioridades, acaba teniendo otros intereses y Willow pasó a centrarse en proteger a su gente y a su familia, a tener que renunciar a Elora Danan -Sorsha se empeñó en darle una vida normal y así poder esconderla mejor de los malos- y ser simplemente el mago de una tribu de enanos escondidos en medio del bosque. Por supuesto, cuando la motivación principal que tiene un espectador para ver una serie es la nostalgia, el volver a vestirse con ese jersey completamente apolillado pero que te sienta divinamente y te hace sentir tan bien, el que te hagan darte cuenta de que el puto jersey tiene humedades y está completamente agujereado hasta el punto de que de calorcito nada, si no que sientes frío, hace que te eche para atrás. Willow tenía que hacernos sentir bien, pero de repente te das cuenta de que está embajonado y la serie la llevan un montón de personajes que no son el. Que ojo, sigue siendo más o menos el protagonista, pero la serie es muchísimo más coral que la película.
Se crea así un debate parecido al de la figura de Luke en Los Últimos Jedi, los espectadores querían volver a ver la misma película, pero tú no puedes hacer una serie de televisión basada en recontar una película más larga. Si Willow hubiera sido el supermago que aspiraba ser, ¿dónde se habría quedado el conflicto? ¿Para qué queremos a Elora Danan? ¿Vamos a sucumbir a la tiranía de los deseos infantiles de unos pocos, convirtiendo Willow en Dragon Ball Z, imposibilitando que haya un relevo en la serie y forzándola a una saga más totalmente irrelevante y endogámica que la haga arrastrarse hasta la cancelación? Y lo más importante, ¿de qué va exactamente Willow, que es lo que quería transmitir George Lucas con esa película? Pues, aparte de hacer una película con Warwick Davies -que era un niño muy salado y sigue siendo un tipo estupendo- George Lucas quería contar El Hobbit. Quería contar una historia más sencilla, pero una historia que contara que siendo pequeño -un niño- podías salvar el mundo. Que si lo intentabas y luchabas lo podías conseguir, la cultura del esfuerzo y las tonterías de que si lo deseas muy fuerte el universo conspirará para que lo consigas, algo que la gente hasta se llegó a creer en los 80 de los yuppies y la era Reagan. Pero estamos en el año 2023, y sabemos que eso no es verdad.
Willow y Sorsha han discutido, tienen ideas distintas respecto al destino y las leyendas. Willow sigue queriendo vivir en el pasado, se resiste a rendirse respecto a ciertas cosas, pero Sorsha es una reina, es una mujer de estado, y sabe lo que es tener que perder tu infancia por «las grandes cosas». Hacerle perder su infancia a alguien por algo tan etereo como el destino es algo bastante lamentable, y aunque lo que hace Sorsha con Elora es ponerla a trabajar como una burra, tampoco podemos olvidarnos de que la gente normal en la edad media éso era precisamente lo que hacia, trabajar como burros -aunque libraban los fines de semana, que había que ir a misa-. Pero cuando eres un espectador y quieres volver a ver el cuento de la primera película, pues como que esas cosas no te acaban de gustar, sobre todo si te llenan la pantalla con personajes nuevos, jóvenes y lozanos que no tienen nada que ver con los originales. La puta nueva generación.
¿Ha pensado esa gente lo que pudo pasarle por la cabeza a los frikis de mediados de los ochenta cuando Picard y su banda se adueñaron de la Enterprise? ¿Quién cojones era esa banda, dónde estaban Kirk y Spock? Suavizaron el golpe con las películas de la Vieja Generación, pero el relevo no tardó en darse y en menos de diez años jubilaron a los veteranos del todo. Por supuesto, cosa de veinte años después JJ Abrams hizo su reboot y los recupero con nuevos actores, para que otros diez años más tarde la propia CBS lanzara su recasting de algunos de los personajes originales. Un recasting nunca volverá a tener la fuerza de volver a ver a Mark Hamill siendo un joven Luke Skywalker reventando soldados de asalto, pero lo cierto es que Warwick Davies es Willow en esta serie y tiene sus momentos de gloria, tiene sus momentos en los que la fanfarria de Willow vuelve a sonar y el mediano hace proezas mágicas y es un héroe.
En resumidas cuentas, que Willow la serie es fiel a Willow la película. Que de todos los spinoffs, remakes, secuelas o lo que sea que se están haciendo ahora mismo de la fábrica de George Lucas, probablemente sea la más fiel al espíritu de la original, y no lo hace fagocitando el material original si no intentando llevarlo más allá, tratando de beber de las mismas fuentes de la literatura fantástica -las cuales ahora si que han sido llevadas al audiovisual con bastante popularidad, con lo que ya no vale lo de plagiarlas y echarse a dormir- y contándonos la historia que sería la película de Willow si se hubiera rodado hoy en día. Y no, no la vio mucha gente semana a semana, pero seguramente la vean durante las vacaciones de semana santa. O en verano. Y pasarán los años y será la serie favorita de este o el otro, porque los mimbres para serla los tiene, aunque en estos tiempos de tanto streaming y tanto derroche presupuestario en el fantástico, como que lo tiene más dificil para destacar. Ya veremos.