Conquistar la galaxia, ése era el objetivo. Darth Vader aprobaba el plan y punto, era un mandado. Wilhuff Tarkin estaba bastante de acuerdo porque le resultaba entretenido, aunque últimamente se hubiera dedicado más a las maquetas que otra cosa. Kreenex, o como se llamase estaba de acuerdo también, aunque solo fuera porque eso conllevaba darle más recursos para su proyecto especial, y finalmente estaba aquel tipo azul del culito respingón que decía que todo era parte de un plan y que la galaxia tenía que unirse (a palos, eso sí) para acabar con una amenaza mayor. Todos tenían sus razones para conquistar la galaxia y estaban en ello, aunque las razones del nuevo Emperador fueran las más arbitrarias de todas:
-¿Y quienes son estos?
-Señor, son los Cereanos.
-¡Pues me la agarras con la mano!
-¿Perdón?
-Tienen pinta rara, ¿son caraconos?
-Podría decirse que sí -el Gran Almirante Thrawn se revolvió en su asiento- Señor, ¿no podría considerar un rediseño del uniforme de Gran Almirante? El llevar solo una camiseta de rejilla no creo que sea del todo decoroso…
-Calla, calla, que estamos hablando de temas importantes, ¡si son caraconos nos quieren invadir fijo!
-Pero señor, estamos en una fase de consolidación de…
-Oh vamos muchacho, ¡tenemos un ejército tremendo! ¡Nos podemos permitir una guerrita de nada!
-Estamos hablando de un estado agrario de una raza que engendra tan pocos varones que los pocos que hay deben de tomar cincuenta esposas con las que deben de tener uno o dos hijos como mínimo, están demasiado ocupados como para ser una amenaza.
-A tí puede que te hayan engañado azulito, pero a mi no. Son caraconos y nos quieren invadir, ¡pero nosotros les invadiremos antes!
-Solo le pido que intente considerarlo un poco más, mientras consolidamos…
-Sí, sí, si tú me lo pides así lo consideraré un poco, no te preocupes, no tocaré el pelo de un solo caracono…
Puede que la guerra contra los caraconos no fuera el evento más relevante de aquellos años, pero a fin de cuentas sí que fue el más entretenido; después de todo el resto de la agenda Imperial -que había llevado en su mayor parte Thrawn, no nos engañemos- había consistido en explorar sistemas, colonizarlos, construir ciudades y defensas y pasar al siguiente sistema. Thrawn era tremendamente efectivo en estas lides y todos decían que era aún más efectivo en el ámbito militar, pero él consideraba que en aquel momento y con tanto sistema vacío con los recursos al aire era una absoluta pérdida de tiempo y esfuerzos el tratar de tomar los sistemas que ya tenían propietario, por lo que el responsable de sojuzgar a los cereanos fue Darth Vader, como siempre. Y así, mientras Vader trataba de viajar desde el otro lado de la galaxia con su ejército con todas sus tropas para invadir a los pacíficos cereanos, llegó la respuesta de los dichosos caraconos.
Huelga decir que el cabrón de M’Rabo se descojonó, pero a Thrawn no le hizo la menor gracia; había declarado una guerra a un estado que estaba demasiado lejos, sin tener un solo ejército cercano y con otro estado cercano, los bakuranos, que estaban bastante activos en el panorama diplomático de la galaxia y que tenían un ejército lo suficientemente grande como para darles unos cuantos problemas, no digamos ya si conseguían formar algún tipo de alianza que creara cierta resistencia a la invasión o al imperio entero. Y así, mientras M’Rabo aniquilaba caraconos con su ejército imaginario que ya había llegado al confín de la galaxia automáticamente, el movimiento de Bakura no tardó en llegar cuando el pequeño enclave de Harrin fue el primero en declararse en rebelión al Imperio Galáctico. Que vale, que con el coma se había secedido casi toda la galaxia del dichoso imperio, ¡pero hacía mucho que no se separaba nadie, y menos si era para unirse a un rival que encima se le ponía chulo! Y digo chulo sí, porque éste fue el mensaje que le mandaron los bakuranos a la primera oportunidad:
No era solo el propio mensaje, si no también la forma en la que estaba redactado, burlándose del Imperio Mhulargo que ahora ya no era Mhucorto, porque realmente había vuelto a ser Mhulargo y cruzaba la galaxia de un lado a otro. Lo que es más, gracias a los sabios consejos del Pitufito de Culito Respingón, las líneas de suministro se habían fortalecido y aquella franja raquítica se había ido anchando hasta el punto de empezar a resultar peligrosa para muchos de los estados independientes, que empezaban a tomar más en serio a M’Rabo.. Hasta que llegó el mensaje bakurano, que era todo un bajón y, aunque él no lo reconociera, era lo que le había hecho sacar un cubo de diez litros de leche con mantequilla para untar sus Pringles y no la declaración express de la festividad del día de los cubos enormes:
-¡Hay que reventar a esos hijos de puta! ¡Guerra contra ellos también!
-No hasta acabar con el problema de Cerea; en el momento en el que Bakura entre en la guerra podría tomar todas nuestras posiciones sin la menor resistencia y para cuando llegara nuestro ejército tendríamos un problema mucho más grande. Aún así, tenemos a favor el hecho de que no nos hayan declarado todavía una guerra abierta, probablemente tengan más miedo a nuestra flota del que ellos querrían reconocer y prefieren que seamos nosotros los que les atacamos para provocar la simpatía de otras potencias y una alianza a gran escala.
-Joder, que bien hablas, y que ojazos rojos tienes…
-Oh, gracias alteza, pero me gustaría enseñarle una cosa…
-Yo también quiero enseñarte algo, ¡ladrón!
-Ésto es la constelación de Kuna, situada entre Bakura y Cerea y que controlamos en su totalidad, con la excepción del Rabo de Kuna.
-Eso, eso, enséñame el rabo.
-Está situado aquí, y por encima del mismo tenemos una posición bastante interesante que me gustaría controlar, Endor.
-Es toda tuya, tuya tuyita, ¡mi rey moro!
-No, ahora mismo es de los bakuranos. Lo interesante de Endor no es el sistema en sí, si no su acceso a la llamada puerta de Endor, un agujero de gusano… -Thrawn trató de ignorar a M’Rabo, que babeaba sobre el proyector holográfico- Un agujero de gusano, decía, que según mis indagaciones probablemente tenga como salida algún punto del centro de la galaxia que, como conoce Su Alteza, está controlado prácticamente en su totalidad por el Imperio… Ya me entiende por donde voy, ¿no?
-Sí, sí, entiendo…
-Endor podría ser la puerta de entrada a una invasión inmediata de Bakura y Cerea, la posibilidad de desplegar nuestras tropas en una localización remota a gran velocidad y la forma de pacificar todo el sector de la forma más eficiente posible.
-Eso, eso, pacificar, ¡pacifícame el sector!
-Sin embargo, un gámbito de tales proporciones es innecesario en esta situación, por lo que veo necesaria una investigación del agujero en mayor en profundidad…
-Eso, eso, ¡profundo y todo lo gordo!
-Exactamente, si llegáramos hasta el fondo de la cuestión y pacificáramos tanto Cerea como Bakura, a medio plazo todo ese sector podría convertirse en una inmensa fábrica de armamento con una vía de comunicación directa al centro de la galaxia, solucionando de un plumazo nuestro problema logístico.
-Pero qué bien hablas, ¡ladrón!
La conquista de Cerea entrará en los anales de las campañas militares como la más arrastrada de la historia, una auténtica carrera contrarreloj para ver si la flota imperial era capaz de llegar antes de que los bakuranos prepararan sus ejércitos y se lanzaran a la defensa de los cereanos. Pero para decepción de todos los bakuranos eran un pelín bocazas y se mantuvieron en sus fronteras, con lo que la flota de Lord Vader acabaría llegando un par de años más tarde y arrasando «a los caraconos», que rindieron pleitesía al Imperio sin dar demasiada guerra. Por supuesto, el resto de la galaxia tomó buena nota del tiempo que había tardado la flota en llegar hasta allí, y se apresuraron a proclamar garantías sobre que, si la inmensa flota imperial que estaba a las puertas de Bakura tocaba el pelo de un solo bakurano, ellos estaban dispuestos a declararle la guerra al Imperio y lo que hiciera falta. Si algo nos ha enseñado la historia es que la gente suele proclamar esos ultimatums cuando no tiene ganas de guerra, por lo que M’Rabo no tuvo ningún complejo en proceder a invadir Bakura y asegurar el plan de Thrawn dominando todo el borde occidental de la galaxia… ¿He dicho todo? Bueno, no exactamente, la Hegemonía Chiss, el sector de procedencia del culito azul más sabrosón del universo, seguía sin unirse al Imperio, pero tampoco es que molestaran a nadie; y mucho menos era cuestión de embajonar al pobre Thrawnito ordenándole bombardear la casa de sus padres o algo parecido. Vamos, que lo normal y decente era dejarlos en paz, a diferencia de alguna antigua senadora de Chanclilla que tenía muy mal perder…