Ya, ya sé que hoy no me toca hacer post, pero ya que M’Rabo está empeñado en amargarnos la existencia y como sé que algunos de vosotros queríais que habláramos de la serie de animación de Invencible, creo que lo mejor es escribir unas pocas líneas sobre el tema.
Lo primero que me ha sorprendido de Invencible ha sido el formato; ¿una serie de animación de 8 capítulos por temporada de una duración entre los 40 y 50 minutos cada uno? ¿Pero es que estamos locos? Tal vez la idea original fuera hacer una serie de imagen real pero no había presupuesto para tanto, yo que sé, pero misteriosamente Seth Rogen y Robert Kirkman decidieron hacer una serie de animación y el resultado… Es bastante mejor que el cómic original. No me malinterpretéis, no es que el cómic original fuera malo, simplemente era bastante simplón y ha envejecido mal -no deja de ser otra supergañanada de tantas, a pesar de que en su época muchos lo describieron como «el Spiderman del siglo XXI», ¡ja!- mientras que a la serie se le nota que tiene la ventaja de que Kirkman ha podido reescribir la historia teniendo en cuenta lo que en el cómic pasaría a posteriori; para entendernos, el desarrollo de Omniman es muchísimo mejor en la serie y encuentros «casuales» como el encuentro de Mark con Allen the Alien ahora tienen bastante más sentido.
Por supuesto, otro de los beneficios con los que cuenta la serie es que tiene un apartado gráfico bastante más uniforme, ya que a diferencia del cómic no arranca con un dibujante -Cory Walker- y luego pasa a un Ryan Ottley que todavía empieza verde pero que pronto acaba encontrando su estilo; misteriosamente mi memoria me había hecho una jugarreta y estaba convencido de que toda la serie la había hecho Ottley con su estilo ya madurado.
Que repito, no me malinterpretéis, no estoy haciendo de menos al cómic, simplemente creo que Invencible era un cómic que, aunque para muchos supuso un soplo de aire fresco en su época, todavía estaba verde en los inicios y para cuando los personajes empezaron a funcionar… A Kirkman le dió un parraque y ya no supo que hacer con ellos, metiendo al cómic en una espiral descendente hasta que terminó la serie; esperemos que a la serie de animación no le pase lo mismo y un Robert Kirkman más sabio siga «remendando» todo lo que no funcionó en el original.
Y poco más que deciros, ya digo que este minipost está solo para diversificar entre tanto post de M’Rabo sobre adolescentes de ojos saltones que encuentran el amor en el lugar más insospechado, si esto sigue así yo voy a tener que diversificar hablando no sé, de los mutantes de Claremont…