Mega-City One es mucho mas que sus Jueces, los criminales y los mutantes, es una urbe superpoblada en la que todo tiene cabida y de la que a lo largo de los años nos han presentado incontables y pintorescos personajes que la pueblan, el surfista Chopper, el asesino en serie PJ Maybe, el informador Max Normal o el experto en fealdad Otto Sump entre otros. Y entre estos personajes recurrentes que nos permiten hacernos una mejor idea de lo desquiciado que es esa distopia nos encontramos con Jacob Sardini el Taxidermista, un artesano especializado en disecar a los muertos para que sus seres queridos conserven su recuerdo mas “vivo” que nunca. Y hoy quiero hablar de la segunda de las historias que este peculiar personaje protagonizó, una que le llevo a participar en la mas delirante versión de las Olimpiadas que he visto jamas y en donde Sardini tendrá que hacer frente a sus inseguridades y a una siniestra amenaza…
El año es el 2116 y las próximas Mega-Olimpiadas están a punto de celebrarse, siendo en esta ocasión la ciudad de Katmandu en Nepal la escogida para ser su sede. Un evento en el que podremos encontrar las competiciones habituales en este tipo de eventos, natación, tenis, atletismo, suicidio artístico, desplume de pollos, sexo coreografiado, miradas, pedos, insultos y por supuesto a taxidermia humana. Una competición esta ultima en la que Mega-City 1 hace años que no tienen a ningún representante, algo que va a cambiar en esta ocasión con el regreso de Jacob Sardini tras cuarenta y tres años alejado de la competición profesional. Pero quien antaño fue un hombre joven de pulso firme y seguro de si mismo es ahora un anciano que se ha visto forzado a participar, que esta convencido de que sus mejores años han quedado atrás y que hará el ridículo en publico al regresar a la competición y a lo que se une el verse forzado contra su voluntad a participar en una siniestra conspiración…
A lo largo de sus décadas escribiendo en 2000 A.D. John Wagner se ha esforzado por hacer de Mega-City 1 algo vivo y orgánico, creando para ello multitud de personajes y conceptos que ayudan a reforzar ese futuro distopico y delirante en el que vive el Juez Dredd. Un mundo en el que las ideas mas ridículas son profesiones respetadas y en el que el mejor modo de recordar a los seres queridos es llevar sus cadáveres a un buen taxidermista para que los diseque de la forma mas artística posible como si de un escultor se tratase. Y aquí es donde nos encontramos con Jacob Sardini, el mejor artesano de su profesión y que había debutado en 1987 en el numero 507 de 2000 A.D. (creado por el propio Wagner y el dibujante Cam Kennedy) siendo obligado a trabajar para la mafia y librándose por los pelos de ser arrestado por ello. Pero es en su segunda aparición, en las paginas de la revista hermana Judge Dredd Megazine en 1993 cuando Wagner, acompañado en esta ocasión por Ian Gibson, llevaron al personaje a sus mas altas cotas de delirio.
En la superficie esto parece simplemente una de esas historias de superación en las que el protagonista anciano acaba demostrando al mundo que no esta acabado y que en ocasiones vale mas la veterania y la experiencia que otra cosa, una especie de Sin Perdón pero disecando cadáveres. Pero John Wagner no se queda ahí, y aunque es cierto que esto es el eje sobre el que gira la historia (y en cierto modo la vida de Wagner, que aun hoy en día sigue dando lecciones a autores que por edad podrían ser sus nietos) esto no se queda ahí.
Mi parte favorita de la historia sin duda es la sátira sin piedad alguna que Wagner hace de los Juegos Olímpicos, algo que para alguien como yo, que aborrezco el deporte profesional, se convierte en una fuente de diversión constante. A lo largo de la historia Wagner no deja de ridiculizar este tipo de competiciones poniendo al frente los absurdos deportes que se han puesto de moda en ese futuro que combina lo horrible con lo grotesco, y donde “deportistas” de todo el mundo compiten por ser los mejores insultando, tirándose pedos, mirando fijamente al contrario o teniendo sexo de la forma mas espectacular y vistosa posible. Una oda al absurdo que llega a su punto mas alto en la competición de taxidermia, donde Sardini y sus rivales lo dan todo de si para realizar las composiciones artísticas mas espectaculares utilizando como materia prima cadáveres de recién fallecidos a los que restauran, disfrazan y posan, llegando al extremo los mas jóvenes de incluir incluso elementos roboticos de animación para dar una mayor sensación de “vida” a sus obras.
Pero Wagner ademas tiene tiempo de incluir en su historia una feroz critica a la ocupación militar del Tibet, pese a que la historia se desarrolla en Nepal, probablemente para tratar de disfrazar la critica de esa forma tan poco sutil habitual en 2000 A.D.. Un Nepal tan peculiar que su líder religioso, el Guru Mahama, parece modelado a partir del Dalai Lama, le vemos dar un discurso en un lugar llamado “los Escalones Tibetanos” y sus seguidores casi parecen mas budistas que hinduistas, religión esta ultima la mayoritaria en el autentico Nepal. Un hilo argumental que nos muestra a los militares queriendo recuperar el poder y poner en marcha un plan que siendo muy retorcido casi recuerda a la detención un año antes de la publicación de este cómic de la detención por parte de las autoridades chinas de la “reencarnación” del Panchen Lama, y sabiendo como le gusta a Wagner la critica política y social no creo andar muy desencaminado.
Aunque estas Mega-Olimpiadas no hubiesen sido tan impresionantes sin el espectacular trabajo de Ian Gibson, conocido principalmente por ser el co-creador de Robo Hunter y sobre todo Halo Jones (junto con un tal Alan Moore). El estilo casi de dibujo animado de Gibson, junto con ese toque caricaturesco, su atención al detalle y su habilidad para crear mundos fantásticos que van de lo ridículo a lo genial le convirtió en el dibujante perfecto para dar vida a estas Mega-Olimpiadas tan atípicas. En sus manos las grotescas competiciones que tienen lugar se convierten en autenticas obras de arte, y ademas tenemos la suerte de que a diferencia de en muchos de sus otros trabajos en esta ocasión Gibson pudo trabajar a todo color, haciendo de este cómic algo aun mas digno de contemplar si cabe.
Tras estos grotescos Juegos Olímpicos el Taxidermista tuvo aun una ultima aparición que aunque tuvo sus buenas dosis de locura no llegó a alcanzar los niveles de genialidad de esta historia. Por suerte tanto el mundo de 2000 A.D. como el resto de la obra de John Wagner, Ian Gibson y multitud de otros autores si que están repletos de historias tan buenas o mas que esta que poco a poco seguiré reseñando por aquí en mi auto impuesta misión de convertir a los lectores de Brainstomping en unos anglófilos comiqueros de cuidado.