Durante este confinamiento que hemos dejado atrás (y al que parece que nos dirigimos de nuevo) no solo hubo tiempo para buscar material de ficción sobre epidemias, sino también para releer clásicos de esos que han mejorado con el paso del tiempo. Porque eso es lo que me he encontrado al volver a leerme el Give Me Liberty de Frank Miller y Dave Gibbons, un cómic que he disfrutado mas que la ultima vez que lo leí y que tristemente ahora es incluso mas relevante de lo que fue cuando se publico por primera vez hace treinta años. Así que vamos a regresar a lo que por aquel entonces era el cercano futuro de la primera década del siglo 21 para reencontrarnos con Martha Washington y su lucha por ser libre en un mundo en el que lo tiene todo en contra.
Mientras Estados Unidos se hace pedazos poco a poco, Martha Washington nace en Cabrini–Green, un proyecto de viviendas publicas de Chicago para aquellos sin recursos (y no blancos) que era una prisión en todo menos en nombre, y el Presidente Rexall obtiene la primera de sus múltiples victorias electorales. Bajo el mandato de Rexall el país ha seguido degradándose y fragmentándose mientras Martha ha hecho todo lo posible para escapar del futuro al que estaba abocada sin remedio, incluyendo el alistarse en PAX para luchar por un país que la ha tratado como basura en la jungla del amazonas. Y aun teniéndolo todo en contra esta heroína de humildes orígenes esta destinada a tener en sus manos el destino y el futuro de ese país que tan poco ha hecho por ella.
Ya cuando leí este cómic hace mas de veinticinco años me impacto profundamente por lo diferente que era a lo que estaba acostumbrado a leer por aquel entonces. Y años mas tarde y muchas nuevas lecturas y ampliación de gustos después, al releérmelo hace unas semanas después de tanto tiempo me he encontrado no solo con que es tan bueno como lo recordaba, si no que he descubierto muchos detalles que en su día no percibí y que también es, como decía al comienzo tristemente mas relevante aun de lo que fue en su día. Aunque hay detalles en los que Miller y Gibbons se quedaron algo cortos como a la hora de retratar lo que era un presidente horrible…
Acompañando a Martha desde que nace hasta prácticamente su mayoría de edad, la vemos crecer en un mundo horrible que va a peor cada día, en el que los ricos son cada vez mas ricos, los pobres mas pobres y el gobierno se esconde detrás de un falso patriotismo para reclutar mas carne de cañón con la que alimentar su sanguinaria maquinaria bélica. Pero aun teniéndolo todo en su contra desde el primer día, Martha conseguirá salir adelante a base de tenacidad y coraje, negándose a aceptar ese destino que parece venirle impuesto desde que nació.
Aunque quizás lo que mejor defina a Martha es esa cualidad de “heroína a su pesar”, ya que en mas de una ocasión la encontramos en situaciones en las que lo mas “inteligente” seria agachar la cabeza o mirar hacia otro lado. Pero en lugar de eso Martha siempre acaba sintiéndose impulsada a hacer lo correcto simplemente porque es lo correcto, aunque eso la ponga a menudo contra las cuerdas o incluso al borde de la muerte, pero no sabe ser de otra forma.
Un cómic en el que Miller y Gibbons salpican la acción con fragmentos de informativos, propaganda del gobierno, publicidad e incluso fragmentos de revistas y periódicos, que nos permiten conocer con mas detalle este peculiar futuro distopico no tan diferente a nuestro presente. Una formula que ya Miller había utilizado en su Dark Knight Returns y que Paul Verhoeven había popularizado unos años antes en su Robocop y que llevaría a extremos de genialidad una década mas tarde en Starship Troopers. Y aunque Miller y Verhoeven no llegaron a trabajar juntos (Aunque Miller trabajo en Robocop pero en la secuela de Robocop que dirigió Irvin Kershner) no es difícil imaginar que existiese cierta inspiración mutua.
Aunque quizás lo mas curioso que me he encontrado con esta relectura es el darme cuenta de que, ya sea por influencia de Dave Gibbons, por los amplios gustos en cómic de Frank Miller, o probablemente un poco por ambas cosas, Give me Liberty parece estar fuertemente influenciado por revistas británicas de cómic como 2000 A.D. o Crisis. El punto de inspiración mas obvio parece el Third World War (1988) de Pat Mills y Carlos Ezquerra, cuya protagonista Eve podría ser una hermana perdida de Martha, ambas jóvenes negras que se alistan en lo que existe como ejercito en sus respectivos futuros distopicos (Free Aid en el caso de Eve, PAX en el caso de Martha) para luchar en las selvas de Sudamérica por un país en el que no creen.
Pero los parecidos entre ambos cómics no van mucho mas allá, ya que mientras que Mills y Ezquerra siguieron por unos parámetros mas o menos realistas, Miller y Gibbons se volcaron en los elementos mas satíricos y de ciencia ficción de su historia, haciendo que Martha se encontrase con mutantes telepatas, clones, robots, mascotas corporativas gigantes convertidas en armas o incluso satélites con “rayo de la muerte” mientras se enfrentaba a la corrupción y a los delirantes grupos secesionistas que amenazaban con destruir su país. Una senda esta ultima que hace que el cómic en muchos momentos llegue a recordar en numerosos momentos a otro clásico del cómic británico como el Juez Dredd.
Y si este cómic de Miller y Gibbons se mantiene tan fresco y apasionante como el día de su publicación, el trabajo de Gibbons brilla con luz propia. Pese a que para muchos parece que Dave Gibbons es solo el dibujante de Watchmen y punto, hablamos de uno de los mejores profesionales del medio, con mas de cuarenta años de experiencia a sus espaldas y que en esta miniserie realizo uno de los mejores trabajos de toda su trayectoria profesional. Su característica atención al detalle esta presente en cada pagina, sumergiéndonos en la historia y permitiéndonos comprender un poco mejor este mundo gracias a pequeños detalles que casi pasan desapercibidos.
Ademas de eso Gibbons hace gala de su inmenso talento a la hora de retratar las escenas de acción, sin tener nada que envidiar a las escenas mejor coreografiadas del cine, su enorme habilidad a la hora de crear entornos y maquinarias casi imposibles o su capacidad de dotar de “vida” a sus personajes gracias a su dominio de la expresividad y el lenguaje corporal. Regalándonos ademas con algunos momentos de una belleza aterradora.
Pero la historia de Martha Washington no terminó aquí ni muchísimo menos. El personaje resulto ser bastante popular y durante los siguientes diecisiete años Miller y Gibbons volvieron a ella de forma intermitente en diferentes especiales y miniseries haciendo una crónica de su vida hasta el momento de su muerte, mostrándonos como hasta el final nunca dejó de luchar por esa libertad que tanto ansió toda su vida y siguió inspirando a otros a seguir sus pasos. Un personaje apasionante con un mundo que cada vez se parece mas al nuestro y que ahora seria el momento perfecto para formar parte de esa oleada de adaptaciones del cómic al cine o la televisión para que las nuevas generaciones puedan descubrir a este gran personaje y que sus creadores son mucho mas que Sin City y Watchmen.