Es curioso lo que le está pasando a Harley Quinn, un personaje nacido en la serie de animación de Batman -la de Bruce Timm y Eric Radomski, la buena- y que tras no encontrarse a si misma ni en el cómic ni en la animación durante años, es en su propia serie de animación donde encuentra su propia identidad. Y joder, seguramente sea lo mejor que se ha hecho con el personaje jamás.
Porque sí, su cocreador Paul Dini y Amor Loco es el referente absoluto, y recientemente Mariko Tamaki con su Broken Glass ha dejado claro que el personaje puede ir más allá de ser un solo gag, pero para mi el personaje no había tenido el más mínimo interés desde el momento en el que llegó New52. Y antes de aquello, pues como que la deriva del personaje en el mundo del cómic había sido un tanto anárquica, con una recomendable serie regular a cargo de Karl Kesel en la que el personaje empezó a desligarse del Joker, profundizar en su relación con Posion Ivy y hasta interorizar que estaba mal de la cabeza -a saber a dónde quería llegar Lieberman con ello, pero le cerraron la serie antes de poder hacer nada más- a reaparecer en el Batman de Jim Lee y Jeph Loeb sin tener en cuenta dicha evolución y caer en la espiral de inconsistencia e irrelevancia a la que se ven abocados multitud de personajes de las dos grandes desde que nadie se molesta en controlar la deriva narrativa de dichos personajes.
Harley reaparecería con fuerza en Gotham City Sirens a cargo de su creador, Paul Dini, pero la serie nunca tuvo el reconocimiento que merecía y fue engullida por las llamas del relanzamiento de New52, en el que el personaje sufrió un cambio radical de look y convertido en la estrella del nuevo Escuadrón Suicida en lo que sería la encarnación más olvidable del grupo; es el new52, tampoco podíamos esperar mucho. Sin embargo, y en las cenizas de la catástrofe que supuso esta etapa, apareció el matrimonio de Amanda Conner y Jimmy Palmiotti al rescate. Ambos se habían hecho cargo con anterioridad de Power Girl con un resultado bastante bueno -y extraño- en unos tiempos en los que la comedia no estaba bien vista por la administración del momento. Su serie de Harley Quinn no fue tan buena como Power Girl porque tal vez se hizo demasiado larga, pero al menos consiguió consolidar una identidad del personaje más allá de todo esto. Y sobre estos cimientos se construye la serie de animación de Harley Quinn…
De entrada, abstenerse escrupulosos que no aguanten ver a James Gordon alcohólico y demandando la atención de Batman a todas horas. Si en su día definíamos a aquella serie de Gotham como «el origen de Batman contado por el Joker», Harley Quinn es el mundo de Batman visto por Harley, y la serie es muy consciente de esta idea en todo momento. Situada en un «presente» en el que el Joker mató a Jason Todd, Harley tuvo su pasado con el Joker y todo fue más o menos como recordamos de los cómics, pero todo ello visto con la óptica de Harley, por lo que las filias y fobias de Harley se notan en cada momento cuando te muestran a Superman y al resto de la Liga de la Justicia, la relación entre Batman y Jim Gordon, la idealización de Poison Ivy -de verdad, la serie está hecha para que te enamores de Poison Ivy, y eso sin feromonas raras- y, en general, una Harley que tiene respuestas viscerales a absolutamente todo y que es consciente de que a veces se le va la olla, por lo que la serie te muestra esas salidas de tono con toda su crudeza.
Porque en esta serie hay gore para parar un tren, con desmembramientos, chorretones de sangre, parademonios comiendo gente, los puñetazos y los golpes de bate revientan literalmente cabezas… Todo ello aderezado con lenguaje soez sin ningún límite o censura -excepto en el caso de un exabrupto en concreto, para desconsuelo del Doctor Psycho- en el que a lo largo de las dos temporadas emitidas hasta ahora Harley va aprendiendo a ser una villana independiente con sus propios esbirros, tratar de unirse a la Legion of Doom solo para fastidiarle al Joker y, finalmente, aprender otras cosas por el camino que definirían su comportamiento en la segunda temporada. No, no voy a hacer spoilers, pero en esta serie uno acaba viendo de todo como si esto fuera el Punisher de Garth Ennis cada vez que se cruzaba con un superhéroe de Marvel; nunca quedan bien, pero tampoco es que la propia protagonista de la serie quede mucho mejor, más bien al contrario.
En resumen, que le echéis un vistazo a Harley Quinn porque es de lo mejorcito que se ha hecho con el personaje -si no lo mejor- y junto a Teen Titans Go! es seguramente la única luz del humor en un Universo DC cada vez más amargado con sus idioteces editoriales y las Snyderadas.