¿Vamos a matar nazis? Vamos a matar nazis. Cuando allá por finales de los 70 después de hacer Star Wars George Lucas empezó a bosquejar junto a Phillip Kaufman el argumento de su siguiente película, Raiders of the Lost Ark (1981) o lo que aquí se llamó En Busca del Arca Perdida, tenía una idea clarísima en mente: los malos iban a ser los nazis. Nazis en busca de magia judía para dominar el mundo, el enésimo expolio de los nazis al pueblo judio, robarles su reliquia más sagrada y usarla para destruirlos. Esa idea existía casi desde el momento en el que Lucas discutía con su amigo Steven Spielberg el crear su propio James Bond, una aventura al estilo de El Tesoro de Sierra Madre con todo el arsenal de Lucasfilm a su disposición; la película debía de ser icónica y jugar con las realidades más puras de su época, y nadie encarnaba mejor al mal en el siglo XX -o en el XXI, que cojones- que los nazis. Nazis a los que debía enfrentarse el héroe, un profesor de arqueología norteamericano heredero de la tradición de héroes vulnerables, un tipo que definiría el género de la aventura para el final del siglo XX: Indiana Jones.
Me parece increíble que a estas alturas de Brainstomping, cuando llevamos ya diez años escribiendo sobre cualquier cosa, todavía no hayamos hablado de En Busca del Arca Perdida, la que para mí es la obra maestra de Steven Spielberg. Sí, cualquiera me podría hablar de la Lista de Schlinder, Tiburón y todo el montón de lecciones de cine que tiene este hombre bajo el brazo, pero si hay una película suya que me sé de memoria y de la que siempre aprendo algo (y que no me canso de ver) ésa es Raiders of the Lost Ark. Cuánto deben de odiar los nazis esta cinta, porque es la que nos enseñó a muchos chavalines de aquellos tiempos lo perversos que eran los nazis en un retrato que no distaba mucho de la realidad histórica; dispuestos a cualquier cosa y pasar por encima de cualquiera por cumplir sus objetivos, a engañar, mentir y robar, en los años treinta los nazis eran un imperio criminal que se extendía por el mundo como un depredador con pies de barro, consciente de que si no se apropiaba de lo ajeno se derrumbaría sobre si mismo porque su monstruoso régimen era insostenible. Por eso saquearon Austria y Checoslovaquia y por eso tratan de robar en esta película la reliquia más sagrada de lo que ellos consideran un pueblo inferior. Es cierto, los nazis históricamente no robaron el arca, pero si hubieran creído en su existencia -y no nos engañemos, estaban bien dispuestos a creer en él- lo habrían hecho sin dudarlo, y hasta se habrían vestido de sacerdotes judíos como en el ritual de Belloq.
Del mismo modo, me parece tremendamente inteligente lo que hicieron Lucas y Spielberg al no mostrar a Indiana Jones como un espía o un soldado que lucha contra el nazismo, si no como un profesor de arqueología, como un investigador que busca la verdad sobre el pasado. Indy no es perfecto ni como arqueólogo -sus metodos son tremendamente cuestionables- ni como persona, porque le seduce demasiado la idea de ganar fortuna y gloria, pero a la hora de la verdad cree en su trabajo, en la necesidad de compartir con toda la humanidad los secretos del pasado. Todo lo contrario a su rival René Belloq, el arqueólogo francés que se ha dejado seducir por su propia codicia y está dispuesto a robar a quien haga falta al servicio de quien sea, pese a que a lo largo de la película queda claro lo mucho que lamenta el estar al servicio de los nazis. Pero le pagan, y con eso le vale, porque en el fondo es un retrato nada disimulado de los colaboracionistas de la Francia de Vichy.
Y es que en el corazón de la película está el debate moral entre Indy y Belloq, el idealista y el que se piensa pragmático pero en realidad lo que ha hecho ha sido renunciar a todos sus ideales. Es cierto que el camino de Indy es bastante más complicado, que lo fácil es esperar a que otro haga el trabajo sucio y robárselo todo después, pero en realidad Belloq se sabe un fracasado, un traidor, una rata a la que ni siquiera los nazis tienen aprecio. Belloq sueña con ser Indiana Jones y hasta intenta suplantarlo en su relación con Marion -buena suerte- pero como buen mediocre y vendido acaba fracasando al ser incapaz de enfrentarse a la verdad cuando abre el arca. Que esa es otra, ¿qué es el Arca?
Yo de chaval siempre pensé que al abrir el Arca salía la cólera de Dios, que Dios estaba en contra de esos hijos de satanás y los castigaba. No acababa de entenderlo muy bien, pero el dios del antiguo testamento no es un tipo que explique muy bien sus motivaciones, tenía una tremenda mala leche y es normal que los nazis le tocaran los cojones (o los ovarios, o el concepto de ellos que tenga una ente divino). Pero luego, con los años y a fuerza de volver a ver la película, empecé a entender realmente la escena: no es la cólera de Dios ni son ángeles exterminadores lo que asoma del arca, todo es una abstracción de un concepto casi platónico y casi diría que no tanto judío como la mar de cristiano: lo que hay en el Arca es la verdad pura, cuando te muestras ante la idea de la verdad estás completamente desnudo. Según abren el Arca, se encuentran que las Tablas de la Ley de Moises ya solo son polvo, que no está el arma terrible que esperaban encontrar. Es en ese momento en el que las luces de los nazis empiezan a reventar y empiezan a pasar cosas raras; Indy le dice a Marion que cierre los ojos, que no mire, porque lo que está por venir es la luz, es la verdad. Una verdad que tal vez Indy y Marion puedan contemplar sin volverse locos o morir en el acto -recordemos que Indy es un buscador de la verdad, podría soportarlo- pero que los nazis, creados y nutridos por la mentira, son incapaces de soportar. La verdad desnuda toda la hipocresía de Belloq, todas las mentiras que sustentan el fascismo, y acaba destruyendo por completo a todos los presentes menos a los dos únicos que no miran.
Ésto se reafirma al final de la película, con el gobierno de EEUU decidiendo abandonar el Arca en un almacén perdido de la mano de dios. Hay cosas que es mejor no ver, no contemplar y dejar encerradas en un cajón de madera, porque la verdad que esconde el Arca no es el verdadero rostro de Dios o el secreto de la omnipotencia, la verdad que nos muestra es nuestra propia verdad, quienes somos en realidad, y muchos -sobre todo los nazis- nunca estarían preparados para afrontarlo.
¿Cuántos nazis mueren en En Busca del Arca Perdida? Pues unos cuantos, pero no los suficientes. Durante más de la mitad de la película mueren más nativos y colaboracionistas que nazis, pero según entramos en la recta final empiezan a caer que da gusto, empezando por los 7 que mata Marion en la escena del aeródromo a los que se suman el calvo boxeador, el piloto que noquea la propia Marion y mueren durante la explosión (que seguramente mueran más) para luego sumarse más todavía a la lista durante la persecución del camión y llegar a la gran masacre en la escena de la apertura del arca, en la que cuento unos treinta y tres. La suma total sería sería cincuenta y tres, pero con tanta explosión y gente despeñándose podrían ser más. Tanto da, tenemos mucha semana por delante para matar más nazis…