Pues igual es que soy raro, pero a mi lo que me atrajo del Ciclo del Brujo, de Geralt de Rivia, de The Witcher, fueron esos primeros cuentos que componen los primeros libros del personaje, unos relatos escritos con tremenda mala leche y bastante sentido del humor que ponían patas arriba los clásicos infantiles. La Bella y la Bestia, La Lámpara de Aladino y hasta El Hobbit eran reinterpretados por la mirada cínica de Andrzej Sapkowski, que no dejaba títere con cabeza y ponía al pobre Geralt dentro del sin sentido que eran muchas de estas historias. Se supone que la primera temporada de la serie de The Witcher para Netflix adapta esas historias, pero… Todo el humor y la mirada crítica brilla por su ausencia, porque la showrunner Lauren Schmidt Hissrich ha preferido centrarse en las novelas posteriores y da la sensación de que esos relatitos le sobran. Ugh.
Si en estos cuentos el protagonista absoluto era Geralt y todo estaba contado desde su punto de vista, en la serie el peso del relato se divide entre Geralt, Ciri y Yennefer, hasta el punto de que mucha gente apunta que es esta última la que verdaderamente es el centro de toda la serie. Y esto es un error, porque gran parte de la gracia de Yen en estas primeras historias está en su ambigüedad, en lo poco que conocemos sobre ella. Vemos a Geralt completamente enamorado de ella pero no sabemos si es alguien de fiar, es una hechicera que como tal es pavisosa, pija y a ratos insoportable y que solo mira por el interés propio y no por el ajeno, pero poco a poco vamos entendiéndola a través de su relación con Geralt. Es precisamente ahí donde creo que recae el error más grande de la serie, porque al contarte toda la historia de Yennefer desde el principio deja todas sus motivaciones al descubierto y para cuando los dos se encuentran ya sabemos de sobra que Yen «no es tan mala». Pues vaya.
La cosa es aún peor si tenemos en cuenta que la serie ha recurrido a una narrativa «desordenada» que no sigue el orden cronológico de los acontecimientos respecto a Ciri o Geralt, pero en el caso de Yennefer sí que lo hace, con lo que se nos va a la mierda el misterio del personaje. Lo que es peor, como solo le interesa construir la narrativa en torno a Yennefer, los relatos de Geralt se van adaptando deprisita y sin muchos miramientos, con lo que cuentos excelentes como «Las fronteras de lo posible» son destrozados sin piedad porque no se les dedica todo el tiempo que se debiera; si sumamos a todo esto que la serie no cuenta precisamente con el presupuesto de Juego de Tronos, pues como que acabamos teniendo en ese capítulo unos dragones que, siendo generosos, son un tanto simplones y feuchos. Pero lo que no justifica bajo ningún concepto esa modestia de medios es que ni la compañía de enanos de Yarpen Zigrin ni Eyck el caballero gilipollas apenas hagan nada, y genialidades del relato original como el duelo contra el dragon son borrados completamente del mapa en lo que solo podemos calificar como una adaptación lamentable.
Pasa algo parecido con El Último Deseo o la célebre pelea contra la estrige, que no deja de tener un lugar especial en la historia de Geralt de Rivia porque al fin y al cabo es el primer cuento del personaje, aquel que se titulaba simplemente «El Brujo». Pero así están las cosas, todos estos son adaptados con mucha prisa y sin pararse a mirar los matices, porque la serie está muy centrada en lo que va a pasar en las novelas con la invasión Nilfgardiana y le parece mucho más interesante inventarse aventuras apócrifas de Ciri que seguir las aventuras de Geralt, Jaskier y Yennefer, mareando la perdiz con la huida de Ciri de Cintra y paseándola por Brokilon y yo que se cuantos sitios hasta que Geralt acaba encontrándola -no ya por una cuestión del destino, si no porque se pone a buscarla como un desesperado- al final de la temporada.
Además, y esto me lo temía, la serie cuenta con el enorme handicap de depender de una traducción, y os puedo asegurar que las traducciones inglesas que he podido leer no le llegan ni a la suela de los zapatos a la que realizó José María Faraldo para la versión española. Que no soy yo un tipo que sepa polaco, y lo mismo Faraldo se inventó media traducción -que no lo creo- pero es que tú lees la versión en castellano, llena de giros, acentos y dialectos, rica como ella sola, y la comparas con la inglesa y se te cae el alma a los pies. Y claro, a la hora de hacer la serie ni en la versión inglesa ni en la española se han molestado en darle esa riqueza al lenguaje, con lo que escuchar a los aldeanos insultándose no tiene ni pizca de gracia. Pero bueno, supongo que tampoco podemos pedir milagros…
Mi conclusión es que el mayor problema de esta serie viene del enfoque de la adaptación; si no has leído los libros, probablemente te pueda gustar -la serie tiene unos cuantos personajes interesantes y los actores hacen en general un muy buen trabajo- pero para mi y para muchos que hemos leído los libros, nos sabe a tan poco que nos da rabia. En el fondo se repite una situación parecida a la que tuvimos no hace tanto con la adaptación de Predicador, solo espero que no tengamos otra vez un desfile de fans de la serie de TV enfadadísimos porque nos gusta más el original. En fin, esperemos que para la segunda temporada -que no se estrena hasta 2021, agárrate- y centrados ya en la guerra nilfgardiana la serie encuentre su norte de una vez.
Eso sí, ¡temazo el de Jaskier! ¡Como se te pega el condenado y menuda carnicería su localización en castellano!