Ésta semana es cuando se lía, porque se estrena Rise of Skywalker y nos han prometido que eso va a ser la madre del cordero, el cierre de la trilogía de trilogías -aunque yo no descartaría un hipotético episodio X, que ya somos demasiado viejos para creernos estas cosas- y que pase lo que pase, sea la película genial o un desastre, vamos a cerrar el año con una bronca de las buenas. Para no variar.
Si en 1983 las opiniones negativas girarón alrededor de los Ewoks y el poderoso Imperio Galáctico cayendo bajo sus pedradas, mientras que en 2005 el horror quedó eclipsado por el alivio de ver terminadas las precuelas, en 2019 la división es total y absoluta. Están los que reniegan absolutamente de las secuelas, los que reniegan solo de la última película y ven a JJ Abrams como el gran redentor y luego están los que creen que The Last Jedi bastante buena era después del estropicio que hizo Abrams. Y luego están los clientes modelo de Lucasfilm que están encantados con todas y están que trinan porque hay mucha gente quejándose de lo que a ellos les gusta, con lo que también se meten al barrizal como un cochino en primavera. Eso sí, todo esto sin olvidarnos de Solo, Rogue One o hasta El Mandaloriano, que aunque este último parece que tiene menos detractores, alguno habrá y estará que trina. Así que previniendo lo que se nos viene encima y como luego me tocará ser un tipo cabal que piensa las cosas, hoy he decidido ponerme a ver El Despertar de la Fuerza y The Last jedi siendo el malo, soltar todo lo malo que tiene la película. Esto no quiere decir que me desdiga de todo lo bueno que he dicho de ella durante los últimos años, simplemente voy a hacer que Brainstomping se convierta en el nido de maldad y mal rollo que muchos queréis y escribiré con toda la mala leche necesaria para preparar el advenimiento de Nuestro Señor Palpatine I de la Galaxia, Emperador de todo lo que existe y lo que no existe. Asi que sacamos el bluray de su caja de chapa y empezamos…
La primera frase de la película era «esto empezará a poner las cosas en su sitio», y es que en el momento del estreno de esta serie veníamos de dieciseis años de discutir sobre las precuelas, unos preguntándose como podían ser tan malas y otros preguntándose como había gente que no reconociera su genialidad. Con El Despertar de la Fuerza nos encontraríamos con los «defensores del legado de George Lucas», gente que es fan de precuelas y trilogía y considera aberraciones las secuelas, con lo que no señor Max Von Sydow, esto no puso las cosas en su sitio, si no que las descalabró más todavía.
Me imagino a George Lucas viendo esta película y tirándose de los pelos porque aunque Abrams se corta muchísimo más en meter sus característicos destellos de lente, ya en esta primera escena el uso de la luz es totalmente contrario a lo que había metido Lucas hasta entonces, con focos de luz blanca/azulada cortando el plano y vertiginosos movimientos de grúa que Lucas se habría reservado para los domingos y las fiestas de guardar (no hay más que comparar el plano en el que se muestra Mos Eisley por primera vez con el de la llegada de Finn al Asentamiento Niima o la presentación de la cantina de Mos Eisley y la de Maz Kanata). La cuestión es que, si bien no es algo que vaya a notar el espectador medio, la película ya se nota bien distinta a las que produjo Lucas desde un primer momento. Y sí, en esta primera escena ya podíamos ver que esto va a ser una repetición de La Guerra de las Galaxias, con los malos atacando a los buenos y pegándoles una paliza, el héroe/heroina entregando el macguffin a un androide que se lo lleva a un desierto… En ningún momento lo disimulan y creo que hasta están buscando esa complicidad con el espectador, ese guiño de «eh, pero tu querías esto, ¿verdad?». Había auténtico pánico en Disney con esta película, porque al fin y al cabo existía la posibilidad de que la película se pegara el batacazo y se extendiera la idea de que Star Wars sin George Lucas ya no es lo mismo o peor todavía, que la gracia estaba en la trilogía original y ya.
Hay una escena que deja claro uno de los mayores males de la película, y es cuando Poe Dameron es capturado por la Primera Orden y es conducido por el hangar del Destructor. Poe mira a los lados sorprendido, y el espectador no sabe muy bien a santo de que pone esa cara, porque damos por hecho que Poe vive en ese mundo y eso debería formar parte de su «normalidad». Si la película le hubiera dejado claro desde un primer momento al espectador que en el momento en el que empieza la historia se supone que la Primera Orden son cuatro taraos que juegan a cosplayearse de fascistas espaciales y no tienen ni de lejos la infrastructura ni el poder económico para montarse un numerito así, la cara de Poe Dameron estaría justificada y el espectador lo habría entendido a la primera. Pero no, se supone que teníamos que haber leído Aftermath y todos los libros, cómics y demás asociados que se suponía que nos preparaban para la película y que ni aun así nos dejaron muy clara la situación. Poco después, cuando la Primera Orden «destruye la República», el desbarajuste se consuma del todo, porque el espectador se pregunta como es posible que cargándose un planeta se carguen toda la República del tirón y dónde están los ejércitos de la República para defenderla. Porque claro, por ningún lado nos han contado que la Nueva República ni mucho menos es lo que esperábamos y tiene menos poder que la Unión Europea, así que lo que ha hecho Kylo Ren es cargarse la capital del país al que le tocaba la presidencia de turno de la Unión. Sí, un pelín triste.
Y es en ese momento en el que te das cuenta de que en realidad este Episodio VII tiene muchísimo que ver con el primero, por aquello de pasar de puntillas por todo el trasfondo de la historia hasta el punto de no explicarte de que va la vaina; si aquí hacen lo de la República y la First Order, en La Amenaza Fantasma te hablaban de un bloqueo de rutas comerciales y un fregao en el Senado de la República que se hacía un pelín raro pero que en realidad era el centro de toda la historia, con Palpatine malmetiendo para que los nemoidianos invadieran Naboo y el poder hacerse la víctima ante el Senado y así poder trepar con su carrera política. Si comparamos esto con la escena de La Guerra de las Galaxias en la que Tarkin nos explica que el Emperador se ha cargado el senado y que ahora manda él, como que nos queda claro que esta no es una serie de películas muy interesada en las menudencias de la geopolítica galáctica, pero por lo menos en la trilogía original te contaban lo suficiente para que las cosas te cuadraran y poder seguir fijándote en lo que te gusta de verdad, las lucecitas de colores. En el Episodio VII en cambio te dicen «uala, ¡se han cargado la República!» y tu te quedas mosqueado hasta que Han Solo hace otra de las suyas. Y bueno, con eso igual te puede valer, pero para lo que va a durar el pobre Han…
¿Y que podemos decir de Rey? La primera frase de Rey en la película es en un galimatías alienígena igual que el de Anakin; y es que Rey en el fondo es otra esclava, una chatarrera que trabaja por comida. Y sí, también vive en un desierto de arena tosca que se mete por doquier que odia y no sabe quién es su padre -ni su madre-. Así que podría decirse que Rey tiene más cosas en común con Anakin que con Luke, aunque a diferencia de Anakin Luke si se pregunta cosas sobre sus verdaderos padres. De hecho, el verdadero problema para los fans del Episodio VII al ver el VIII está en que la primera pone mucho hincapié sobre el misterio de los padres mientras la segunda deja claro que no son nadie, con lo que mucha gente se desilusionó y le entraron ganas de romper su carnet de socio del club de Star Wars, y ahora mismo tienen la esperanza de que Abrams retconée eso durante las dos horas y pico que supuestamente le quedan a la historia de Rey. Que esa es otra, se supone que esto es el fin de la historia de los Skywalker, pero nadie ha dicho que no vaya a haber otra trilogía sobre Rey…
Iba a decir algo sobre la persecución por Niima y el primer encuentro entre Rey y Finn, pero se supone que estoy invocando al Lado Oscuro y no es cuestión. Lo importante es que es al final de esa carrera, al acabar la primera media hora de película, cuando por fin aparece el Halcón Milenario y Abrams empieza a capitalizar esa nostalgia. Cualquier otro habría preferido empezar por contar una historia de los anteriores protagonistas e ir introduciendo a los nuevos poco a poco, pero en este caso y como ya tienen a los espectadores con el culo encima del asiento, el Episodio VII se explaya con los nuevos personajes y casi que parece que mete a los viejos cuando ya no tiene más remedio. Eso sí, se suponía que originalmente el personaje de Max Von Sydow al principio de la película iba a ser Wedge Antilles, el único piloto aparte de Luke que sobrevivió a la primera Estrella de la Muerte, así que Abrams tan «valiente» no era.
Y al final de la escena con los TIE Fighters y antes de que aparezca Han Solo tenemos otra de las papeletas gordas para el Episodio IX: Rey y Finn funcionaban juntos, pero esa química apenas se ha explotado. Apenas hemos visto a Poe, Rey y Finn juntos, con lo que seguramente el Episodio IX sea la primera película en la que veamos juntos a los tres; y es que se nota mucho que originalmente Poe Dameron no sobrevivía al principio de la película, porque la química entre los dos personajes es mucho mayor, y curiosamente hasta la suma del nombre de Rey y Finn es Ren, el nombre del malo de la película. Es como si originalmente se quisiera ir en una dirección pero a mitad del guión se decidió ir por otro, como si Michael Arndt hubiera escrito un guión y Abrams hubiera tenido que completarlo a última hora para completar la fecha del estreno… Que, tristemente, es precisamente lo que pasó.
Y probablemente el mayor problema que tiene la película -y la trilogía entera- es lo mucho que eclipsa la presencia de Han Solo al resto de personajes. Han, Leia y Chewie nos resultan muchísimo más importantes, con lo que la hora y media de película restante se va quedando más y más coja porque insiste en destacar a Finn y Rey a pesar de que no queremos verlos, queremos a Han. Y claro, para cuando aparece Leia, la Resistencia, los nazis de palo haciendo su rave y tal, solo queremos ver a ese Han constantemente cabreado haciendo de la suyas y es justo entonces cuando… Lo matan.
Lo decía Mark Hamill con una tristeza conmovedora y oirlo te parte el alma, en el momento en el que leyó que Kylo Ren mataba a Han, se dió cuenta de que una de las mayores ilusiones que tenía para esta nueva trilogía se desvanecía del todo; nunca podría volver a hacer una escena con Harrison, nunca podrían volver a ser juntos Luke y Han. Y esto era un sentimiento compartido por absolutamente todos los fans, todos querían volver a ver el reencuentro entre Luke y Han. Su muerte es demoledora para los espectadores, sí, pero la película ni siquiera se detiene en ello, ni siquiera nos muestra el momento en el que Chewie se lo dice a Leia, nada. Vemos a Chewie de fondo haciendo sus cosas y Rey se abraza a Leia, fin; ¿que clase de director puede hacer una chapuza así? ¿Por que no respetan el duelo de una audiencia que conoce al personaje desde hace más 30 años?