Yo siempre he sido de Terminator 1, a pesar de que al personal parece gustarle más la segunda porque la primera «está más pasada». Para mí aquella primera película de Terminator no es que sea perfecta, si no más bien precisa como los engranajes de un buen reloj: juega con las expectativas del espectador, no mete giros por meter, es coherente en todo momento con lo que te está contando y Arnold Schwarzenegger hace la que probablemente sea la mejor interpretación de su carrera: el Terminator malo, el que es incapaz de sentir nada y que lo único que busca es ejecutar su misión. Y algo de eso vemos en Terminator: Dark Fate, la que viene a ser la tercera parte «oficial» de James Cameron, a pesar de que ya en su día le dió sus bendiciones a Genysis -pero no a Terminator 3 ni a Salvation, con las que no tuvo nada que ver y no debieron de gustarle-.
Y es que Terminator Dark Fate, en una visión superficial y borreguil, puede parecer una simple mezcla entre los mejores elementos de Terminator 1 y 2, mezclándote escenas como la persecución de la carretera de la 2 con la escena de la comisaria de la 1, pero no debe pasársenos por alto el hecho de que aquí se han cuidado más a los personajes, con un planteamiento más meditado que busca en todo momento romper el encorsetamiento en el que habían caido entregas anteriores con el futuro de Skynet y demás, creando una sensación de incertidumbre que descoloca a un espectador que en realidad no quiere que le cuenten lo mismo de siempre, a pesar de lo mucho que pataleará al ver la herejía de la primera escena. Antes de meterme en harina con los spoilers y demás, y sabiendo que algunos de vosotros estaréis en duda sobre ir a verla o no, deciros que merece en versión original -se le echa de menos demasiado al gran Constantino Romero- y que es la mejor película de la serie desde Terminator 2 sin ninguna duda, con una Linda Hamilton tremenda y una McKenzie Davis que triunfa como «terminator» siendo una digna heredera de Schwarzenegger y Robert Patrick. El nuevo Terminator de Gabriel Luna, por el contrario, seguramente sea el más original desde Terminator 2, pero aun así le falta para llegar al carisma de sus dos antecesores. Eso sí, no es una película que guste a todo el mundo porque no llega a deslumbrar, aunque sería triste que fracasara de la misma forma que bodrios anteriores, sobre todo porque, repito, Hamilton está tremenda como Sarah Connor y no creo que nadie deba perderse lo que hace en esta película. Y dicho todo esto, vamos con los spoilers:
Si algo me pareció estupendo de esta película es esa secuencia inicial en la que matan a John Connor. A la mierda el destino, a la mierda la historia de siempre, vamos a ponerlo todo patas arriba y decir que, aunque Skynet no va a existir jamás, la línea temporal está tan perjudicada que hay varios Terminators diseminados a lo largo del tiempo, enviados desde un futuro que ya no existe. El mayor problema que ha tenido desde siempre Terminator es que es una historia basada en un bucle espaciotemporal, y lo que funcionaba para la primera película apenas tenía sentido en la segunda y perdía la gracia del todo para la tercera; ¿cómo puedes hacer una serie de películas basadas en la misma gente siendo perseguida por un robot asesino? McG, aquel que dificilmente puede ser nombrado, quiso romper eso en Terminator Salvation pretendiendo contarnos una historia sobre ese futuro apocalíptico, pero ni por esas, al final lo que había atraido a los espectadores a la primera parte ya no estaba. Ni siquiera una película tan bien rodada como Terminator 2 arreglaba mucho la situación, porque a fin de cuentas no dejaba de ser una repetición de lo mismo que para colmo traicionaba la predestinación de la película original para dejarnos claro que «el futuro no está escrito», un mensaje totalmente contrario al del final de la primera entrega y que aun así no dejaba el campo abonado para secuelas. Dark Fate no solo deja claro desde el principio que el futuro no está escrito, si no que puede haber varios futuros y que de ellos puede venir cosas que ya no deberían existir. Y ahí es donde se abre el melón de las posibilidades.
Porque con Dark Fate lo que vemos es que Skynet mandó varios Terminator al pasado para eliminar a John Connor y uno lo consiguió, pero no nos cuenta si mandó más o que tipo de Terminators envió. No nos cuenta si esos Terminators, al ver su misión ya cumplida y sin un objetivo para su existencia, se han dedicado a «humanizarse» como Carl o se han puesto a tratar de construir su propia versión de Skynet, o si el propio Legion es una criatura derivada de ellos y no simplemente otra de tantas IAs creadas por el departamento de defensa. Ya digo, las posibilidades que abre esta película son tremendas, a pesar de que la propia Dark Fate sea, otra vez, una película de gente corriendo porque el Terminator malo viene a matarlos. No nos engañemos, esto es el «Despertar de la Fuerza» de Terminator, pero con la suficiente cabeza de que las posibilidades que se abren permiten que lo ya contado coexista con lo presente, a pesar de que tanto Cameron como Tim Miller -sí, el que dirigió el primer Deadpool y ahora dirige esta película- repudien por completo todas las historias de Terminator contadas desde Terminator 2. Dark Fate deja claro que existen futuros alternativos que influyen con el presente, con lo que el que quiera pensar que las Crónicas de Sarah Connor siguen existiendo puede hacerlo sin ningún problema, simplemente es otra línea temporal y santas pascuas.
Y sí, es una pena que no la dirigiera el propio James Cameron, que no deja de estar metido a construir su propia Torre de Babel con Avatar -otra película que vale más por lo que promete que por lo que es, aunque hay que admitir que dejaba entrever mucho menos- y que parece que no tiene tiempo para producciones «menores» como Alita o este Terminator, porque la película lo habría agradecido muchísimo, a pesar de que Tim Miller sale bastante airoso en la producción. Pero no podemos olvidarnos de que el Jim Cameron guionista vale su peso en oro, y en esta película el guión técnico ha acabado en manos de David Goyer, Justin Rhodes y Billy Ray, supuestamente reescritos a última hora por un Cameron que apenas se nota en unos diálogos correctos que no dejan las frases memorables de entregas anteriores. Sin embargo, el ojo para la acción de Miller y Cameron se nota en todo momento, y seguramente tengamos algunas de las piezas más vibrantes de montaje que se han visto desde los buenos viejos tiempos, manteniendo un buen ritmo a pesar de la predicibilidad de algunos tramos de la misma.
En fin, que sí, que Terminator en su día lo petó de mala manera y para una generación fue la mejor película de la historia y la que hizo olvidar Star Wars a muchos espectadores, pero mucho le va a costar recuperar el trono. Dark Fate es un principio y muy bueno, pero no tiene pinta de que vayamos a poder ver su continuación y eso es una auténtica pena.
Una vergüenza que en toda la peli no se oiga este temazo en todo su esplendor, se utiliza un poco la versión de Terminator 2, ¡pero por lo menos la podrían haber metido en los créditos!