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El mejor cómic del año: New Mutants – War Children

Hay algo triste en Warlock, el personaje creado para Nuevos Mutantes por parte de Chris Claremont y Bill Sienkiewicz; a diferencia de la mayor parte de los personajes de Marvel hasta aquel momento, Warlock era una criaturita que gráficamente era personal e intransferible de Bill Sienkiewicz. Y es que solo él podía dibujar a Warlock, un manojo de circuitos tecnoorgánico que más parecía una pintura expresionista viviente que de viñeta a viñeta parecía explorar todos los «-ismos» de principios del siglo pasado y todo esto a la vez que tenía aventuras junto a sus compañeros de la Escuela del Profesor Xavier para Jóvenes Talentos. Warlock fue reinterpretado de mejor o peor manera por autores posteriores, pero nunca volvió a brillar de la forma en la que lo consiguieron Chris Claremont y Bill Sienkiewicz durante su clásica etapa en los Nuevos Mutantes allá por mediados de los 80. Y supongo que por eso, a la hora de recuperar uno de los grandes hitos de Marvel por su ochenta aniversario, ha recaido en la figura de Warlock el protagonismo de New Mutants: War Children.

CB Cebulski ya recuperó esta etapa allá por 2003 cuando era editor de X-Men Unlimited, y en aquella historia corta Claremont parecía dar por finalizadas sus historias de los Nuevos Mutantes.

Para los que no lo sepan, New Mutants fue la primera serie surgida a raíz de Uncanny X-Men, y contaba las andanzas de los más recientes alumnos del Profesor Charles Xavier. El cómic, que compartía con X-Men a Chris Claremont como guionista, empezó su andadura en 1982 con Bob Mcleod como dibujante, dando a la serie más o menos un estilo bastante convencional -con el referente principal de la época, John Buscema- mientras nos iba introduciendo a los protagonistas de la historia. Era, en definitiva, una oportunidad para Chris Claremont de crear su propia serie y sus propios personajes, pero aun así a esos personajes todavía les seguía faltando algo de la garra que tenían sus «hermanos mayores» como Tormenta o Lobezno. Sin embargo, todo esto iba a cambiar cuando a finales del segundo año de la serie llegó Bill Sienkiewicz para encargarse del apartado gráfico, poniéndolo patas arriba e introduciendo el personaje de Warlock, una criatura a caballo entre personaje cómico y terror al estilo Stephen King (o al de Stranger Things, para la muchachada moderna). Warlock o lo amabas o lo odiabas, pero una cosa estaba clara; era totalmente distinto a todo lo que habíamos visto hasta ahora.

¡Mirad, mirad, un bocadillo de pensamiento! ¡Y no ha matado a nadie, y funciona y todo! ¡Menudo descaro!

Por una o por otra cosa el tandem creativo entre Claremont y Sienkiewicz duró solo un par de años, pero marcó la serie lo suficiente como para que fuera una de las etapas más recordadas del grupo y esté considerado como uno de los mejores cómics de una década plenamente sobrada de obras maestras. Casi cuarenta años después y con Marvel recuperando viejas glorias para celebrar su ochenta aniversario, llega entre nosotros New Mutants: War Children, un especial situado en aquella época dorada del grupo y que vuelve a reunir a Claremont y Sienkiewicz para poder seguir contando aquella historia de Warlock que llegaron a plantear y nunca pudieron terminar, la historia de un adolescente alienígena obligado por su biología y cultura a destruir a su monstruoso padre para alcanzar la madurez y convertirse en otro mal bicho como él. Y así es como empieza el cómic, con Warlock luchando contra su biología de tendencias destructivas y huyendo de sus amigos para evitar perder el control y destruirlos.

¡QUIERO MÁS DE ESTA MIERDA!

Si algo demostró Claremont en las historias de complemento de Classic X-Men, es su capacidad para volver a épocas concretas de su trabajo y escribir historias nuevas que encajan perfectamente en su tiempo sin ningún problema. Eso es exactamente War Children, una historia de los Nuevos Mutantes que perfectamente podría haber sido un número perdido de la etapa de Claremont y Sienkiewicz, uno situado entre las Guerras Asgardianas y los últimos números de Sienkiewicz junto a Mary Wilshire, esos en los que Magneto toma el cargo de director de la escuela de Xavier y el profesor se va con Lilandra a tener aventuras espaciales que nunca llegaron a contarnos. Eso sí, hay que reconocer que los tiempos han cambiado bastante y el estilo de Sienkiewicz también lo ha hecho; dejando de lado el color informático -que el mejor colorista para Sienkiewicz siepre será Sienkiewicz, pero el color informático de Chris Sotomayor le pega mucho más que la cuatricomía de antaño- al no estar sometido al gutter blanco de los viejos tiempos, el bueno de Bill puede jugar con las viñetas muchísimo más y hacer explotar aún más si cabe su estilo. Esto de enguarrar viñetas, que en otros autores tristemente era extravagancia pura y algo totalmente vacio, en Sienkiewicz sirve como una herramienta de narración más, con viñetas más desgarradas según la tensión de la situación y en algunos casos hasta anémicas cuando la acción se come la viñeta.

¿Eivynd Earle? No, FUCKING BILL SINKIEWICZ!

Y no, no mienten Claremont y Sienkiewicz cuando dicen que volver a hacer este Nuevos Mutantes para ellos ha sido como hacer el número siguiente de su etapa, porque los personajes siguen siendo los mismos que eran, sus voces las mismas, y aunque ahora Rahne esté leyendo Juego de Tronos en vez de La Historia Interminable -o lo que leyera en los 80- y hasta Sienkiewicz haga guiños al diseño de la espada alma de Bachalo en las escenas más desmadradas, los personajes siguen hablando y moviéndose como en los viejos tiempos, con lo que le sorprenderá a más de uno que aquellos chavales de la Generación X puedan parecer centennials sin ningún problema. Pero bueno, dejando de lado la tontería generacional, lo importante es que el cómic sirve para recoger algunas de las tramas sobre Warlock, Douglas Ramsey y hasta Magik que el duo Claremont/Sienkiewicz, por las circunstancias de aquellos tiempos o por lo que fuera, no pudieron explorar en su totalidad y nos las devuelve, dejándonos claro que esa historia sigue sin estar contada realmente y que necesitamos leerla. Porque necesitamos leerla.

De verdad, a ratos de la impresión de que han esperado treinta y pico años a que la rotulación y el color informático evolucione lo suficiente como para estar a la altura de este cómic.

No me gustaría terminar este post sin dejaros claro lo importante que es este cómic; Bill Sienkiewicz es uno de los mejores dibujantes de la historia del cómic y era una tragedia que estuviera haciendo solo portadas e interiores. Da gusto leer, releer y volver a releer un cómic suyo, porque sabe lo que se hace como el maestro que es y lo mejor de todo es que sigue aprendiendo, siendo probablemente este cómic mejor que toda su etapa anterior en la serie, lo cual es tremendo porque su etapa anterior es un clásico indiscutible. Y Claremont vuelve a ser Claremont, porque Chris Claremont es un escritor que necesita entenderse con su equipo para dar lo mejor de si mismo. Y no voy a pedir que Marvel nos diera una serie mensual de New Mutants a cargo de estos dos -que ojalá- porque creo que Sienkiewicz necesita ir a su ritmo, pero si que me gustaría ver un par de especiales de estos al año, porque ambos autores ya han dejado claro que tienen ideas y ganas de hacer los números posteriores.

¡Eso digo yo, ¿que habéis hecho, que ahora necesito ya el número siguiente y lo mismo Marvel me deja sin el?!
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