Como no todo van a ser superhéroes, cómics británicos viejos y ciencia ficción, hoy toca variar un poco de tema y zambullirnos en el genero negro. Un genero que aunque he disfrutado mucho en el cine y la televisión apenas había tocado en el medio en el que nació, la literatura. Pero en lugar de irme a los clásicos del genero he preferido saltar a un autor un poquito posterior que parecía encajar mas con mis gustos, Frank Morrison «Mickey» Spillane. Y es que tras haber escuchado durante décadas sobre la violencia y los excesos de su personaje estrella, Mike Hammer, y recordar lo mucho que había disfrutado en los 80 (alabados sean) con la serie de televisión que protagonizo, me pareció mas apropiado dar el salto con el. Y tras haberme leído Yo, el Jurado, la novela donde debutó el famoso personaje me he encontrado con que mis expectativas han quedado mas que satisfechas aunque con algún matiz que otro.
El investigador de seguros y ex policía Jack Williams ha sido asesinado en su casa de una forma especialmente cruel, algo que tristemente no es algo inaudito en una ciudad como Nueva York. Pero para alguien este no es un caso mas, para el detective privado Mike Hammer, amigo y compañero en las trincheras de la victima, este caso es muy personal. Tan personal que Hammer ha jurado que ese criminal sádico no llegara a pisar un tribunal, que antes de que la policía pueda atraparle el se encargara personalmente de meterle una bala en el estomago al asesino y le vera morir de la misma forma en la que murió su amigo, estableciéndose así una carrera contra reloj para atrapar al asesino entre la ley y la justicia…
Como decía al comienzo del articulo lo poco que “conocía” del trabajo de Mickey Spillane (aparte de que antes de novelista fue guionista de cómics de superhéroes) era su reputación de ser extremadamente violentos, machistas y algo racistas. Y aunque todo eso no son cosas que me molesten especialmente, al meno no cuando las encuentro en obras con mas de medio siglo de antigüedad, me he encontrado con la pequeña sorpresa de que la reputación de Spillane quizás se había exagerado un poco (un buen recordatorio de lo recomendable que es comprobar las cosas pro uno mismo). Si, el libro es violento, y no me cabe duda de que en su día, 1947, debió provocar revuelo, pero hoy en día, tras décadas de Rambos, Jack Bauers y John Wicks, encontrarse con Mike Hammer rompiendo alguna boca a culatazos de su pistola es casi enternecedor. Y curiosamente pese a que efectivamente, el personaje es algo machista, resulta curioso ver como en algún momento del libro Mike Hammer es consciente de su hipocresía en ese aspecto. Así que si, el personaje y el libro era mas o menos como decían pero no tanto.
Pero ideas preconcebidas a un lado, lo que me he encontrado es con un libro que me ha enganchado desde la primera pagina y que no he podido soltar hasta acabarlo y que narrado en primera persona, nos mete en la piel de este duro detective con su muy particular sentido de la justicia, que respeta a la policía aunque les compadece por lo mucho que les ata las manos las leyes y la burocracia, que no tolera las injusticias o el abuso de los indefensos y con una habilidad pasmosa para “enamorarse”. Una lectura apasionante pero que sin embargo, y por ser hijo de su época hace que a día de hoy su resolución resulte algo predecible. Pero no por problemas del libro en si, sino porque en todas estas ultimas décadas transcurridas los esquemas y argumentos utilizados por estos pioneros del genero y sus inmediatos sucesores han sido repetidos hasta la saciedad de tal manera que todos nos suena un poco a ya visto. Algo similar a lo que me ocurrió cuando me leí Una Princesa de Marte de Burroughs hace unos pocos años, que al final el original casi nos parece la copia.
Así que si uno es capaz de dejar sus prejuicios a un lado y mentalizarse de que esta leyendo un pedacito de historia del genero negro y que en algunos aspectos ha quedado desfasado, se va a encontrar ante un libro tremendamente adictivo de esos que es difícil soltar hasta llegar a esa perfecta ultima pagina donde Mike Hammer queda perfectamente retratado con una simple frase. Ahora lo que me toca a mi es seguir descubriendo a otros grandes del genero, que tras ver tantas adaptaciones al cine, la televisión e incluso al cómic, igual ya va siendo hora de descubrir que tenían de bueno clásicos como Raymond Chandler o Dashiell Hammett, pero eso ya sera mas adelante.