Cuando Steve Ditko falleció hace un par de meses tuve la oportunidad de descubrir una parte de su obra que era para mi prácticamente desconocida y que me dejó boquiabierto en cuanto vi lo que había sido capaz de hacer para la editorial Warren en las paginas de las revistas Creepy y Eerie. Un trabajo en el que colaboro con otro grande del medio, el editor y guionista Archie Goodwin, alguien que a lo largo de toda su carrera, y en ambas facetas de la misma, siempre se caracterizó entre otras cosas por ser capaz de sacar lo mejor de quienes trabajaban con el, y las historias que Dark Horse recopiló en este tomo hace unos años no fueron una excepción. Dieciséis historias de horror y fantasía en la que dos de los mas grandes autores que ha dado el cómic dieron una lección magistral de todas las posibilidades que ofrece el cómic y que desde aquí vamos a recomendar.
Engendros del averno, seres fantásticos de otros mundos, experimentos fuera de control, valerosos guerreros y monstruos demasiado humanos ocultos a simple vista entre nosotros. Toda clase de personajes envueltos en situaciones que juegan con lo mas bajo de la condición humana, la codicia, la venganza, la ira, el ansia por el poder… Temas comunes tocados hasta la saciedad en toda forma de ficción de los que que dos autores prodigiosos fueron capaces de sacar autenticas maravillas para el deleite de sus lectores y por las que, medio siglo después, parece que no han pasado los años.
Lo que mas llama la atención nada mas ojear este recopilatorio es la espectacular calidad del trabajo de Steve Ditko en estas historias, unas historias de las que puedo afirmar sin temor a exagerar que a nivel puramente artístico son de lo mejor, si no lo mejor, de toda su carrera. Se trata de historias en las que Ditko aprovecho para experimentar con diversas técnicas de dibujo y en lo que mas destaca es el uso que hace aquí del blanco y negro, una oportunidad que el mismo agradeció en una entrevista años después. Y es que ya fuese en su forma mas pura, creando texturas y sombras a base de rayado o aplicando grises con tinta aguada o rotuladores es prodigioso, llegando a realizar una historia prácticamente solo a base de manchas de gris, dejando que el contraste entre las tonalidades del mismo delimiten los contornos de personajes y escenario sin perder ni un ápice de legibilidad.
Pero es que el trabajo de Ditko en estas historias es un prodigio a todos los niveles, pocas veces le he visto personajes mas expresivos, escenarios mas detallados o un uso de luces y sombras mas espectacular, y eso hablando de un dibujante al que ya le conocía trabajos visualmente impactantes, pero pocos comparables con esto. Una calidad envidiable que sin duda se debía a las condiciones de trabajo de la Warren, donde al estar enfocado a un publico mas adulto contaba con menos autocensuras editoriales, que al tratarse de historias mucho mas cortas de lo habitual, que no superaban las ocho paginas, podía dedicar mas tiempo a cada una de ellas y sin duda a poder contar con la colaboración de otro grande del cómic como Archie Goodwin.
Archie Goodwin fue como Ditko otra figura única, y muy añorada, en el mundo del cómic. Alguien que por lo que se cuenta de el no solo debió ser una de las personas mas amables y encantadoras de la industria, sino que como profesional, tanto en su faceta de editor como en la de guionista fue alguien que siempre fue capaz de alguna forma de sacar lo mejor de sus colaboradores. Probablemente porque al contrario que muchos de sus colegas escritores y editores, Goodwin sabia cuando dejar trabajar con libertad a los dibujantes a los que editaba o para los que escribía. Una figura imprescindible en el mundo del cómic que fue el principal motivo por el que tantísimos grandes artistas trabajaron para la Warren pese a que no era la editorial que mejor pagaba (aunque siempre eran puntuales en el pago), y buena prueba de ello es que cuando Goodwin dejó la Warren con el se fueron buena parte de los dibujantes. Y es que como el gran Alex Toth dijo una vez “Ninguno de nosotros trabajaba aquí por el dinero ya que no había mucho, trabajábamos aquí para poder trabajar con Archie”
Ese buen hacer de Goodwin se nota en cada una de sus historias, no solo por la libertad que le dio a Ditko para trabajar y explayarse a gusto como quisiera, sino por su habilidad para comprimir en tan pocas paginas historias completas y densas en las que al terminarlas uno se queda con la sensación de haber disfrutado de una obra de mucha mayor longitud (justo al contrario que tantísimos cómics actuales). Historias en las que Goodwin y Ditko a menudo jugaban con los estereotipos del genero y las expectativas del lector dando giros inesperados en los finales o terminando de una forma lógica y casi obvia pero no por ello menos horrible, en el mejor de los sentidos.
Y para terminar no quiero dejar de mencionar algo que me ha resultado curioso, y es como de entre todas las historias (que se hacen pocas una vez que uno termina el libro) que Ditko dibujo para la Warren, con toda su amplia variedad temática dentro del genero del horror/fantástico, aquellas en las que mas brilla, en las que uno casi puede apreciar que disfrutaba mas dibujándolas son aquellas que giran en torno a seres mágicos y dimensiones extrañas. Historias en las que al ver esos mundos imposibles fruto de su prodigiosa imaginación, esos hechiceros gesticulando de forma tan familiar para lanzar sus hechizos y la multitud de artefactos de aspecto siniestro que adornaban esas historias, uno se queda con la impresión de que Ditko echaba de menos dibujar al Doctor Extraño y duele el pensar en todo lo que nos perdimos al acabar Ditko harto de las interferencias de Marvel en sus historias
Pero dejando a un lado lo triste que resulte el pensar en lo que podría haber sido, o el que ya no contamos entre nosotros con la presencia de estos dos grandes del cómic, nos queda el agridulce consuelo de poder disfrutar de multitud de historias como las presentes en este recopilatorio en las que poder admirar el inmenso talento de sus autores y apreciar todo lo que puede dar de si este medio en las manos adecuadas.