Cuando se estrenó Infinity War nos hinchamos a hablar de Bocasucia y los Adefesios, unos personajes que se sacó de la manga Jonathan Hickman cuando perpetró aquello de Infinity, un crossover preparado de prisa y corriendo porque en el retiro de Marvel del año anterior se dieron cuenta de que en la peli de Vengadores iba a salir Thanos y lo tenían que poner como gran villano del grupo. Hickman, que en aquel momento llevaba las series de Vengadores con una historia muy concreta en mente -la que desencadenaría Secret Wars, con los Builders y tal- llevaría a cabo un megacrossover de Thanos atacando la Tierra mientras que Jason Aaron -otro de los niños bonitos de la editorial, aunque no más que Bendis que lo echó a patadas de los mutantes- se encargaría de hacer una «puesta al día de Thanos». Y así empezó el horror…
Porque uno de los problemas de la Marvel actual es la visión de tunel que tienen muchos editores y guionistas. Creen que lo importante es lo que están contando en ese momento, por lo que son capaces de pasar por encima de cualquier concepto con el único objetivo de hacerlo más moderno y atractivo para «los lectores actuales». Esto resta una riqueza tremenda a los personajes, porque esencialmente son reseteados y gran parte de su pasado -cuando no todo- es completamente ignorado y en el peor caso, hasta negado. En el caso de Thanos se hizo una escabechina tremenda, porque la serie limitada de Aaron recontaba su origen. No solo hablábamos de un rediseño recargado y excesivo que desde luego y afortunadamente en las películas no quisieron ni mirar, si no que se revisaron todas las motivaciones del personaje, se aumentó dramáticamente un elemento Starliniano que sugerido estaba mucho mejor -la presencia de la Muerte en su vida- y, en general, se convirtió a Thanos en un personaje demasiado banal y poco interesante porque, como decíamos no hace tanto, lo que hace grande a Thanos son sus ausencias, lo que su existencia provoca en otros personajes y la contundencia de sus escasas apariciones. Pero hablábamos de Bocasucia…
Entiendo que la creación de la Black Order -o Cull Obsidian, pero ese es un nombre en desuso porque era demasiado retorcido hasta para Hickman- se debió fundamentalmente a la necesidad de tener unos secundarios para el bando de Thanos. No hay que olvidar que el propio Starlin incluyó a Mefisto en El Guantelete del Infinito con el objetivo de darle a Thanos alguien con quien hablar mientras era ignorado por la Muerte. Tradicionalmente los aliados de Thanos habían sido sus hordas de badoon -personajes genéricos y de poca personalidad- o la propia Gamora, a la que nunca acabamos de ver como su aliada «en activo» más allá de sus primeras apariciones en Warlock. Así que teniamos un Thanos antisocial cuyo único «amigo» era Adam Warlock, con lo que habría estado feo retconear el origen de Thanos y para colmo meter al pobre Warlock de villano tratando de conquistar la Tierra. Hickman pensó -con muy buen juicio- que necesitaba darle a Thanos unos lugartenientes que hicieran el trabajo sucio, que pudieran perder de vez en cuando a lo largo de la historia y en general enriquecieran la historia. Hasta ahi podría estar de acuerdo, pero el problema es la ejecución.
Porque los Adefesios salen de la nada, aparecen y punto. Hickman y Aaron desaprovechan la posibilidad de contarnos como Thanos los reune, contarnos cuál es el pasado de esos personajes y qué es lo que los motiva para unirse a el. Sin conocer esto, sin que personajes como Supergiant o Black Dwarf sean un mero esbozo, su muerte no tiene valor. El que Ebony Maw manipule al Doctor Extraño hasta convertirlo en una marioneta puede parecer un gran logro en principio, pero si pensamos en que Extraño es el Hechicero Supremo y se ha pegado con seres que sobrepasan la divinidad… No, no puedes sacar a un personaje de la nada y pretender que compremos eso. Y no estoy hablando de «niveles de poder» ni nada parecido, estoy hablando de darle un trasfondo a Ebony Maw, que la gente sepa de dónde ha salido y que es. Es muy fácil para un escritor inventarse un personaje, llamarlo algo extravagante como Hiperventisca y que en su primera aparición barra el suelo con Thanos y haga que el Titán Loco este asustadísimo de él. Eso puedes hacerlo en un principio para impactar al lector, pero el objetivo siempre debe ser contarte quién es ese tío que ha podido apalizar a Thanos. O a Lex Luthor, o a Sherlock Holmes; un tópico tremendamente cansino del que estamos saturados hoy en día es el de empezar macrosaga con el Tribunal Viviente, Galactus, Brainiac, Metron, todos los fulanos del muro de la Fuente o la Jodida Mano Que Creó el Multiverso muerta a manos de un ser desconocido. Y si ese personaje es nuevo, no deja de ser un personaje salido de la nada y que es un misterio para el lector , que se pregunta por qué no ha sabido nada de él hasta ese momento y exige respuestas. Y sin embargo Jonathan Hickman ni se planteó contar quienes eran Bocasucia y los Adefesios, liquidó a la mitad de ellos, dejó alguno congelado en carbonita junto al propio Thanos y fin.
Por eso yo los llamo Bocasucia y los Adefesios, porque son «no-personajes». Son lo que los angloparlantes llaman un «plot device», una herramienta para que la trama avance mientras Thanos mira la Tierra desde su nave espacial y para tener a los Vengadores ocupados. Están vacíos y eso es lamentable, porque son una promesa rota entre autor y lector. Y dejando de lado el pasado de esos personajes, tampoco es que nos muestren en absoluto sus motivaciones; la Black Order solo obedece a Thanos y llegados a cierto punto uno de ellos hasta lo traicionan; son «malos» y punto. Si sumamos a todo esto que en aquel momento el pobre Thanos acababa de pasar por las «rústicas» manos de Brian Michael Bendis en su Avengers Assemble y que el autor no había dado la talla a la hora de caracterizarlo más allá de ser un macarra cósmico y poco más, sumado a que por su lado el propio Jim Starlin estaba escribiendo historias de un Thanos «alternativo» que sí se comportaba como Thanos aunque se repitiera más que comerse una fabada para cenar, tenemos que los lectores no solo estuvieramos confusos al leer Infinity, si no que estábamos hasta cabreados porque se sugiriera la herejía de que Thanos tenía un hijo. Pero es que tampoco deberíamos sorprendernos si conocemos un poco la trayectoria de Hickman.
Jonathan Hickman es experto en hacerte la de Shirow, darte planteamientos complicadísimos llenos de interrogantes y al final solucionar unos pocos, dejando el resto al aire. Hickman apabulla al lector con conceptos y nombres/palabros complicadísimos, te dispara a bocajarro con datos irrelevantes a largo plazo pero que en principio pueden parecer hasta interesantes y enmascara todas esas carencias con un estilo literario que no se podría definir con una mejor palabra que ampuloso. «Es un mundo de Vengadores/Todo vive-Todo muere». La superficialidad y la apariencia son sus marcas de fábrica, y la Black Order es sólo una consecuencia de un autor que no funciona bien como escritor de superhéroes, como jugador de equipo que trabaja con herramientas compartidas. Eso sí, su trabajo en Image es bastante más interesante y menos revuelto, como si cuando escribe superhéroes quisiera imitar a Morrison pero sin saber como. Algunos puntos de su etapa en los 4 Fantásticos o el SHIELD de Daisy Johnson también eran interesantes, sobre todo cuando se olvidaba de contar «grandes historias» y se dedicaba a algo más concreto. Porque si cuando Morrison sacó Crisis Final hablábamos de que cuando saturas el canal en muchas ocasiones el mensaje -y hasta el código si te despistas- se convierte en un ruido que a duras penas consigues descifrar, en el caso de Hickman el ruido lo único que enmascara es una historia simplona y con carencias escandalosas.