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Memorias de ojos rojos: Recordando Blade Runner

Antes que nada tengo que decir que durante años Blade Runner fue una de mis películas favoritas, la que más si me apetecía tirarme el moco y no reconocer que es El Imperio Contraataca. Blade Runner era una estética, una puesta en escena impecable y una historia de esas que te hacen pensar, que te hacen darle vueltas a la cabeza sobre lo humano y lo que no lo es. Pero los años fueron pasando y de repente me di cuenta de que ya no veía Blade Runner. Que hoy se estrena Blade Runner 2049 y no sé si me interesa más la película porque la hace Villeneuve o porque es la secuela de mi película favorita en unos tiempos en los que yo era un marisabidillo. Así que voy a volver a verla y nos hacemos pajas mentales sobre si Deckard es o no es un replicante, que al final y al cabo de eso va esta película:

«Los replicantes fueron declarados ilegales en la Tierra bajo pena de muerte.»

Este párrafo siempre me chocó, se habla «pena de muerte» a los replicantes… ¿Pero no se supone que se les niega el estatus de persona, que no estan vivos? Que claro, no es lo mismo estar vivo que ser persona, pero digo yo que si lo que estoy haciendo es retirar del mercado un trasto defectuoso estaríamos hablande de «retirar», con lo que el texto introductorio de la película ya nos está poniendo del lado de los replicantes, por mucho que Ridley Scott luego se pasara treinta años haciendo ediciones especiales porque la versión de los productores «te ponía del lado de Deckard». Ya. Para mí es un error darles atributos de seres vivos a los replicantes antes de la primera mitad de la película, cuando descubrimos que Zhora tiene miedo a la muerte, pero supongo que me estoy adelantando a los acontecimientos…
¿Os impresiona? Esto lo veía yo cada día al coger en el metro hace no demasiado, así que tampoco es para tanto…

La relación de Deckard con Bryant y Gaff deja claro que el pobre ya se había jubilado de Blade Runner y el negocio no le gustaba, pero Bryant consigue arrastrarlo diciéndole que si no es policía es «gente pequeña», lo cual viene es un indicativo claro de lo mierda que era la vida en la Tierra en ese 2019 alternativo; todos son demasiado viejos o enfermos como para salir del planeta a las colonias del «mundo exterior», con lo que el paisaje que ofrece Blade Runner es el de una población en las últimas. Sin embargo, eso hace que nos hagamos otra pregunta interesante; puedo entender que Tyrell siga en la Tierra por una cuestión corporativo-excéntrica o yo que sé, ¿pero que hace Deckard allí? El tipo parece estar sano, ¿es el ser un Blade Runner lo único que le podría conceder el ticket de salida del planeta? Yo que sé, la película eso no llega a contárnoslo… O sí.
Gaff, siempre encima de Deckard, observándolo; ¿estamos ante un programa de replicantes cazadores de replicantes supervisados por señores cojos con bigote?

Porque claro, si hacemos caso a Ridley Scott -que es el director al fin y al cabo- Deckard es un replicante que seguramente comparte las memorias de otro cazador replicante veterano, probablemente el propio Gaff, que exhibe una notable cojera durante toda la película y es el que felicita a Deckard al final de la película diciéndole que ha hecho «el trabajo de un hombre». Dejando de lado las pistas insoportablemente obvias que introdujo Scott para marcar territorio en sus ediciones especiales, lo cierto es que las fotos que tiene Deckard junto al piano son de gente del siglo XIX, es como si se hubiera montado una familia imaginaria o algo así. Y encima esas fotos se ven después de que la película deje claro que las fotos familia de Rachel son falsas, más claro agua.
Los ojos rojos de todo buen replicante.

Y sin embargo Deckard no tiene «ojos de replicante» en casi toda la película. Entendemos ojos de replicante esos ojos «sin pupila» que muestran todos los seres artificiales durante toda la película y que suelen verse cuando cometen alguna fechoría como cargarse al cocinero de los ojos, mangonear a Sebastian o algo así. En el caso de Rachel, sus ojos se muestran así cuando trata de negar sus sentimientos hacia Deckard, hasta que él la fuerza a afrontar la realidad de una forma un tanto caduca y ella ya no vuelve a perder la pupila en toda la película. En el caso de Deckard esos ojos sólo se le ven en este plano, que Scott insiste en que fue a propósito y Ford insiste que se dan solo porque en sus ojos se refleja la luz que usaron para dárselos a Rachel. Menudo fregao.
Coñé, ¡es que apenas se le ven los ojos rojos a Deckard! ¡Como para verlos en mi VHS roñoso!

Y luego tenemos a los propios replicantes, con Roy haciendo de mesías artificial -hasta se mete un clavo en la palma de la mano y va en taparrabos al morir, soltando el espíritu santo y todo- y predicando a sus hermanos en la opresión su filosofía de que no hay nada peor que vivir con miedo y demás que van repitiendo Pris, Leon y la pobre Zhora no porque al fin y al cabo es la que dura menos en toda la película. Zhora, que encarna a la Eva de la nueva generación de androides y que empieza siendo una asesina psicópata del KGB y termina sangrando por el suelo como un angel caído al que han arrancado las alas. Tengo que reconocer que en su día esas metáforas religiosas me parecían maravillosas, pero los años han hecho que me empiecen a resultar un tanto cargantes…
«-¿Dónde le ponemos la sangre? ¡En los homoplatos, que se note que es un angel caído!»

Mi conclusión final sobre Blade Runner es que me sigo quedando con la versión de los productores, ésa en la que la película trabaja como thriller y a partir de la segunda mitad de la película hace más hincapié en el hecho de que matarlos no está bien, porque están «vivos». Así, el giro de que Roy salve a Deckard al final de la película es mucho más impactante, porque la versión de Scott recalca demasiado lo replicante que es Deckard, deshumanizándolo y procurando que no empaticemos con nadie. Pero vaya, que la película en su día fue un fracaso en taquilla igualmente, así que tampoco estamos para hablar… Veremos lo que nos ofrece Villeneuve con Blade Runner 2049, aunque tengo el presentimiento de que muchos echarán mano de su propio headcanon pase lo que pase, igual que Ridley Scott lleva haciendo treinta años a pesar de que la película que estrenó allá en los ochenta dejaba claro que Deckard no era un replicante. Porque Deckard no era un replicante hasta que se puso a soñar con unicornios, vaya.

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