De forma algo lenta pero firme sigo poniéndome al día con todo lo que me he perdido en el mundo de los videojuegos en la pasada década, y este pasado fin de semana gracias a una corta (¡cortísima!) oferta de Blizzard he podido disfrutar de una de esas cosas que tanto le gustan a la chavaleria moderna… El Overwatch. Y de nuevo la realidad del presente me ha dado una bofetada en la cara porque yo creía que en esto de juegos de pegarse tiros (o first person shooters que dirían los pijos como Diógenes) ya estaba todo inventado, pero no podría haber estado mas equivocado…
Cuando probé esto ni sabia que había tantísimos personajes
A mi este tipo de juegos de avanzar pegando tiros siempre me han encantado, ya sean en solitario como el Wolfenstein 3D o el Quake o por equipos como el Unreal Tournament, de hecho este último me enganchó tanto una vez que lo acabé desinstalando al darme cuenta de lo muchísimo que estaba jugando… Si, yo antes era como Diógenes. Un enganche que de forma inevitable siempre acababa llevándome a probar cada juego gratuito que veía por ahí (aún me duele recordar como cerraron los servidores del Exteel) al menos mientras mi viejo ordenador me lo permitió. Pero aunque me encantaban este tipo de juegos no veía grandes diferencias entre ellos mas allá de los avances en el nivel de los gráficos con el paso de los años. Personajes que solo se diferenciaban, y a veces muy superficialmente, en lo estético, mínima variedad de armas que recogías en el escenario y que cambiabas a cada rato cuando te quedabas sin munición…Divertido pero siempre mas de lo mismo.
Por ello cuando el pasado año vi el ruido que estaba armando el Overwatch pensé que era simplemente la moda del momento, otro juego que en el momento de salir generaba mucha expectación pero que se desinflaría enseguida. Y los meses pasaron y seguía viendo cosas del juego por todas partes, ese “hype” no solo no se desinflaba sino que parecía crecer, pero como mi pobre ordenador era una reliquia no le preste demasiada atención mas allá de fijarme (y sobre todo gracias a que varios personajes del juego aparecen en el Heroes of the Storm) en que a nivel estético el juego parecía ser mas variado de lo que estaba acostumbrado a ver. Pero al final llego el momento de descubrir si el juego estaba a la altura de lo que la gente decía cuando Diógenes, en su eterna obsesión de que me vicie tanto como él a los videojuegos (las adicciones cuando son compartidas no parecen tan graves) me “exigió” que lo bajase para probarlo….
Tengo que reconocer que no estaba preparado para lo que me he encontré. Si, ya sabia que a nivel visual el juego era espectacular, tanto los escenarios (aunque echo en falta poder interactuar mas con ellos, poder romperlos mas) como los personajes, y que estos formaban un reparto tan amplio y diverso como el mejor Street Fighter. Pero no tarde en darme cuenta de que yo creía que eran solo diferencias a nivel estético, eran en realidad diferencias a todos los niveles. Tras jugar el tutorial que me enseñaba lo básico de manejar el juego creía que ya sabia lo suficiente como para desenvolverme dentro del juego… Hasta que escogí a un personaje que no era Soldado 76 y me encontré con que cada personaje es un mundo completamente diferente y que hay que echarle bastantes partidas para empezar a pillarle el truco a cada uno de ellos.
Lo mejor de esto es que ni siquiera es que estén divididos en clases (bueno, en parte lo están) sino que cada personaje es casi una clase en si misma. Personajes lentos y rápidos, que se teletransportan, que vuelan, que generan campos de fuerza o los lanzan, crean torretas, se transforman en tanques… La variedad de características entre los personajes es enorme y cuesta hacerse con un control minimamente decente de cada uno de ellos, pero esta claro que hay un personaje para cada tipo de jugador (yo ahora mismo soy un rendido admirador de Bastión y Orisa, que de toda la vida la potencia de fuego me pierde) Y esta enorme variedad de personajes y sus características le aporta al juego su principal virtud, una jugabilidad endiablada.
Raro sera que alguien no encuentre un personaje de su gusto
La variedad de personajes y escenarios hace que cada partida sea también un mundo, ya que dependiendo de donde nos toque jugar o como este conformado el equipo contrario; tendremos que adaptarnos como sea a situaciones en las que es raro poder utilizar la misma estrategia dos veces seguidas, mas allá de intentar que todo el equipo escoja personajes que se complementen. Aunque como era inevitable siempre encontraremos lo que de toda la vida hemos visto en este tipo de juegos, los francotiradores que se atrincheran en una azotea, los enajenados que cargan hacia delante vaciando sus armas, los que se pierden al resucitar y no saben volver al lugar donde se desarrolla la batalla… (y Diógenes dirá que yo soy todos ellos, pero miente como siempre) .
¿Un ser de aspecto robotico que salva a todo el mundo? ¡No podía llamarme de otra forma!
Pero en el momento de terminar de escribir este articulo se esta acercando la hora en la que terminara el periodo de prueba gratuita del juego (seguro que este era el plan de Diógenes, hacer que me enganchase para que sufriese) y tendré que despedirme del Overwatch. Que pese a estar rebajado, desde que me compre ese desalmado que me explota ha cambiado la combinación de la caja fuerte, duerme con las tarjetas de crédito dentro del pantalón del pijama y revisa cada noche el sofá para asegurarse de que no se deja atrás ni la mas pequeña de las monedas, por lo que el adiós a este adictivo mundo en el que pegar tiros puede ser mas largo de lo que me gustaría. Pero aquellos que no tengan un jefe negrero y explotador deberían, si pueden, darle una oportunidad a este juego perfecto para pasar un buen rato sin demasiadas complicaciones mas allá de encontrar tu personaje favorito (y odiar a los que escogen a Hanzo porque he perdido la cuenta de cuantas veces me han matado desde lejos utilizándolo… )