Como todos los años me toca hacer el repaso habitual a lo peor y lo mejor de la televisión en este año que termina (que a Diógenes solo le importa hablar de sus videojuegos) y como todos los años quiero empezar recordando que esto no es un repaso exhaustivo ni nada que se le parezca, solo un vistazo rápido a lo que más y menos me ha gustado de lo que he tenido tiempo de ver en televisión (el ordenador cuenta como televisión a estas alturas) a lo largo del año. Cancelaciones, estrenos, grandes decepciones y agradables sorpresas, se podrá decir mucho de la oferta televisiva de 2016 pero no que no hayamos tenido de todo para escoger. Así que ahí va este pequeño repaso, en el que seguro que me olvido de muchas cosas, de todo lo que me ha gustado y lo que no en este año.
Si, voy a reciclar el chiste malo de todos los años «No me suena ver las series en ese cacharro…»
Lo peor sin duda ha sido el tener que decirle adiós no a series de televisión, sino a algunas de las personas que las hicieron grandes. 2016 fue el año en el que tuvimos que decirle adiós a George Gaynes, el padre adoptivo de Punky Brewster (aunque para mí siempre será el cinematográfico Comandante Lassard) y a uno de los agentes secretos televisivos más famosos, Robert Vaughn. Desde el muro toco despedirse también del Maestre Aemon Targaryen tanto en tv como en la vida real con el fallecimiento de Peter Vaughan. El mundo de la comedia también se quedó un poquito más huérfano con la muerte de Alan Thicke, quien para muchos siempre será el padre de Los Problemas Crecen. Y también se nos queda un poco más huérfana la ciencia-ficción con las muertes de Ron Glass, el Predicador Derrial Book en Firefly, y de Jerry Doyle, el inolvidable jefe de seguridad de Babylon-5 Michael Garibaldi. Actores que tuvieron carreras más o menos exitosas pero que todos en algún momento de mi vida me hicieron pasar muy buenos ratos.
Poco a poco Babylon-5 se nos esta quedando vacía…
De lo que tampoco nos libramos cada año es de las cancelaciones, tanto esas agridulces de series que llegan a su fin porque ya tocaba, como esas mucho más tristes y abruptas de series a las que aún les quedaba mucho por contar pero que no acabaron de saber conectar con la audiencia (o esta fue demasiado estúpida como para apreciarla) y terminaron demasiado pronto. De entre las primeras tenemos casos como el de Castle, que aunque no fue exactamente un final planificado, tras ocho años en antena y habiendo contado ya todo lo que tenían que contar con los personajes, esta cancelación casi fue un acto de piedad. Casi más triste fue el final de Hell on Wheels, una serie que aunque sí que consiguió terminar cuando le tocaba y darle un final más o menos satisfactorio a buena parte de sus personajes, el ser una de las escasísimas ofertas de westerns en televisión hace que su final sea un poco más trágico.
Hay series que saben terminar mejor que otras…
También con un final bastante planificado tuvimos que decirle adiós a Person of Interest, una serie que nunca tuvo todo el reconocimiento que merecería y que paso de comenzar pareciendo poco más que un procedimental policiaco a ser una de las series de ciencia-ficción más interesantes de los últimos años y en la que supieron crear algunos personajes realmente carismáticos. Una serie que además me sirvió para darme cuenta de cuál de los dos hermanos Nolan es el que de verdad tienen buenas historias que contar.
Y luego hay series que terminan como tenían que terminar, aunque eso no haga que duela menos
Unas cancelaciones agridulces que también podemos encontrar al otro lado del charco. Llegó a su esperado final Wallander, la adaptación de la BBC de las novelas policiacas escritas por Henning Mankell, y que durante ocho años protagonizó Kenneth Branagh en el papel de Kurt Wallandercon gran reconocimiento de crítica y público. Una serie policiaca diferente con un ritmo muy pausado en la que durante casi una década acompañamos a un hombre triste que siempre acababa metido en los asuntos más sórdidos de la sociedad y que ha tenido un final tan triste como adecuado. Mucho más ligera, aunque no sin sus buenas dosis de dramatismo, fue Vicious, esa comedia “retro” que parecía surgida de otra época (con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva) y que convirtió a Ian McKellen y a Derek Jacobi en una pareja de la tercera edad siempre metida en toda clase de enredos. Una serie que no pasara a la historia por su originalidad o por ser rompedora, pero que era entrañablemente divertida.
Estos hijos de la Gran… Bretaña saben hacer grandes series para todos los gustos
Mucho más tristes han sido esas cancelaciones que o bien no esperábamos o que temíamos que iban a llegar pero no queríamos aceptarlo. Agent Carter fue la primera en morder el polvo, una serie que tras una primera temporada con altibajos pero muy divertida descarrilo por completo en una segunda temporada que no parecía decidirse por el tono que quería adoptar y que oscilaba erráticamente entre el drama, la ciencia-ficción y un humor casi paródico y sonrojante. Todo esto provoco un desplome de las audiencias que combinado con la otra serie que Hayley Atwell comenzó a protagonizar acabo desembocando en la cancelación de Agent Carter dejándonos con mal sabor de boca y unos cuantos cabos sueltos pendientes.
Los orígenes de S.H.I.E.L.D. prometian mas de lo que nos acabaron dando
También casi esperado, pero no por ello menos triste, fue el final de Galavant, una serie que tiene el curioso honor de ser el único musical que me ha gustado en toda mi vida. Solo dos temporadas duró (y a ellos mismos les pareció un milagro durar tanto) esta divertidísima comedia de aventuras medievales en la que los secundarios acabaron comiéndose al protagonista (el Rey Richard era mucho Rey) y cuyo final me hace temer que nunca encontrare otro musical que me guste.
Después de este trauma para mi ya no puede haber mas musicales
Aunque para cancelaciones tristes la de Penny Dreadful. La cancelación de esta serie llego por sorpresa poco antes de la emisión de su último episodio, una cancelación que nos quisieron vender como algo planificado pero que dejo varios cabos sueltos en el aire, otros rematados de forma apresurada y chapucera y varios personajes nuevos que no hubo tiempo a desarrollar. Toda una serie de elementos que, sumados a una irregular última temporada en la que se perdió demasiado tiempo con tramas estiradas que no llevaron a ningún lado, nos hacen sospechar que este final tuvo poco de planificado y que ya fuese por un bajón en las audiencias como por las ganas de sus actores de centrarse en otros proyectos, no solo nos hemos quedado sin una grandísima serie, sino que esta ha tenido un final que no estaba a la altura de lo que merecía.
Así me quede yo después de ver de que forma había terminado la serie
Pero no solo nos encontramos con cosas negativas en el terreno de las cancelaciones, los estrenos tampoco han sido un campo de rosas. Este fue el año en el que tuvimos que soportar un insulso y casi blasfemo remake televisivo de Arma Letal en el que tanto un casting como unos guiones muy inadecuados se cargaban por completo a uno de los mayores clásicos del cine de acción. Peor fue el estreno de Timeless, una serie a la que además de su más que sospechoso parecido con la española el Ministerio del Tiempo tenemos que añadirle un casting de lo más soso en el que unos protagonistas sin carisma alguno se paseaban por la pantalla con más pena que gloria.
Aquí parecía que había una competición para ver cual era el reparto con menos carisma
Triste fueron también dos estrenos muy esperados basados en comics con los que he disfrutado mucho. Primero nos llegó el estreno de la adaptación del Predicador de Garth Ennis y Steve Dillon, una serie en la que es difícil decidir qué fue lo peor, si las enormes libertades que se tomaron con el material original que hacen que muchos personajes resulten absolutamente irreconocibles, o sí que toda esta primera temporada haya arrastro de forma lenta y lastimera una trama que no daba para una temporada completa y que conseguí acabar solo por la curiosidad de ver hasta que niveles de vergüenza ajena eran capaces de llegar sus responsables, y fueron unos niveles muy altos.
Cassidy fue lo único disfrutable en una serie que hacia aguas por todas partes
Algo mejor, pero no demasiado, fue la primera temporada de Luke Cage, la serie que rompió la buena racha que mantenía Netflix con sus series basadas en personajes de los comics Marvel y en la que no solo tuvimos que aguantar a un protagonista y a algunos secundarios como Misty Knight que poco se parecían a sus homólogos del comic, sino que entre un mar de villanos genéricos interpretados por actores poco inspirados que a ratos rozaban la parodia, decidieron matar al único con carisma (Quitar de en medio a CottonMouth fue un grave error) y terminar la temporada dejando un listón demasiado bajo para lo que esperaba de esta serie.
Al menos se dignaron a homenajear algunos de los aspectos mas clásicos del personaje
Y como tras tanta negatividad ya me siento como Diógenes, será mejor dejarlo por hoy aquí y retomar el tema mañana en la segunda y última parte de este artículo. Mañana veremos cómo en 2016 no todo fue malo en televisión ni muchísimo menos y que hemos tenido muchos motivos para alegrarnos, tantos que incluso Diógenes se ha ablandado un poco (pero no demasiado) , pero es lo que ha tenido la televisión este año, que ha habido para todos los gustos.