Pues se nos ha acabado Westworld y nos ha dejado a todos turulatos con tanto androide y tanto humano y tanta historia como no lo habíamos estado desde las primeras temporadas del «remake» de Galactica. Pero antes de que se nos pose una mosca en el ojo y empecemos a cuestionarnos que es ser humano, vamos a colgar un buen letrero de SPOILER y profundizar en todos los temas por los que M’Rabo ha pasado de puntillas, que ya sabemos que su cabeza no da para más y ni el tablet mágico de Maeve habría hecho que el pobre espabilara…
Todo hay que decirlo, Westworld hace lo mismo que hizo Galactica en su día, coger un producto de los 70 y actualizarlo a los nuevos tiempos con una carga temática muy distinta; es el «tercer tipo de remake» del que hablaba ayer M’Rabo. Pero Westworld juega a subvertir la historia original al ponernos desde el minuto uno en la piel de los androides/huéspedes que habitan el parque de atracciones y que el personaje de Anthony Hopkins -el Doctor Robert Ford- programa y reprograma a placer sin que nadie acabe de saber muy bien cuales son sus verdaderas intenciones. Todo esto con el telón de fondo del pasado del propio parque, el incidente ocurrido hace más de treinta años y la extraña desaparición del socio fundador de Ford, un tal Arnold que por lo visto era todo un genio en esto de la inteligencia artificial.
Decía que la serie empezaba por meterte en la piel de los huéspedes y esto se nota desde el primer capítulo, cuando te presentan el día a día de personajes como Dolores y como cada jornada para los huéspedes es un ciclo que se reinicia cada mañana tras el borrado de memoria nocturno. Los huéspedes son abusados y maltratados por los visitantes humanos del complejo, con lo que para Dolores es algo normal el ser disparada o violada por gente que no la ve como un ser vivo si no como una vagina en lata. Y es que el abuso es uno de los temas principales de Westworld, como para convertirte en un abusador lo primero que tienes que hacer es considerar que el objeto de tus abusos ni siente ni padece, cosificar a la víctima.
Y sin embargo el parque requiere que los huéspedes aparenten ser humanos, con lo que su inteligencia artificial no solo es un cúmulo de respuestas posibles, si no que también incluyen memorias artificiales con las emociones que llevan consigo para que el androide pueda hacer su trabajo de forma más eficiente. Así, un huésped puede simular dolor porque tiene pregrabada una expresión de dolor, pero al sentir/recordar su propio dolor en base a esas emociones falsas, consigue matices en su actuación que no obtendría de otro modo. Pero claro, ahi es donde empieza a crearse una «psique» dentro del silicio…
Porque para cuando acaba la serie se da por hecho que el espectador está con los huéspedes, con Dolores y con Maeve, la androide que empieza a recordar pese a todos los borrados de memoria que sufre diariamente. Los androides se rebelan y el espectador está con ellos, pero a la vez tenemos que ser conscientes de que el dolor de Dolores -je- viene del mismo despecho que provocó que William se transformara en el Hombre de Negro, el descubrir que todo es una farsa; William descubrió que Westworld/Dolores no era real y no era el mundo que el pensaba que era, con lo que decidió adueñarse de el y abusar de todo lo que se moviera, mientras que Dolores descubre que los humanos son unos cabrones y decide hacer con ellos exactamente lo mismo que sus amos hicieron con ella. Son treinta años de diferencia, pero los dos son caras de la misma moneda, solo que en el caso del espectador nos han colocado en el papel de Skynet y no han querido mostrarnos mucho de Sarah Connor o de John, dándonos por hecho que la única persona capaz de redimir a la humanidad es el propio Arnold, que está muerto.
Y es que no nos vayamos a engañar, Arnold también era un pelín hijo de puta. Porque si Ford rehusaba a considerar personas a los androides y acabó dándose cuenta de su error y aun así los esclavizaba, Arnold lo que buscaba desde el primer momento era crear personas. Y cuando las creó decidió que había que cerrar el parque, lo cual no tiene ningún sentido porque en un principio el parque se iba a abrir igualmente sin que hubiera androides autoconscientes. Arnold estaba buscando deliberadamente el final que encontró, trataba de crear un ser humano artificial para compensar la pérdida de su hijo y poder suicidarse «en paz». Un egoista, vaya.
Por otro lado, hay cosas que Westworld no acaba de tener sentido en muchos aspectos, partiendo del propio Arnold, que fue «clonado» en Bernard y puesto a trabajar para el propio Ford sin que nadie se fijara en el detalle de que Bernard era clavadito a Arnold. Que alguno podría decir que para cuando Bernard apareció ya no había nadie trabajando en el parque que se acordara de Arnold, pero en un mundo con ordenadores e internet es muy dificil que nadie se de cuenta del detalle. Pero suspenderemos la incredulidad de momento y vamos con el segundo elefante rosa en la habitación: Si toda la rebelión de los huéspedes era un plan de Ford desde el principio, ¿por qué hizo que Bernard matara a Theresa? ¿No se supone que la quería matar para mantener a Bernard en su puesto, para combatir a la corporación? ¿Es que el plan de Ford va más allá de su propia muerte, y quiere que Bernard se quede con la dirección del parque? Porque no nos engañemos, la segunda temporada de esta serie tiene que explicarnos que carajo hacen los huéspedes después de montar semejante escabechina, y justificarnos muy bien que no entren una tonelada de marines a limpiar a sangre y fuego a estos cylones de pacotilla.
Quién sabe, tal vez la siguiente temporada de Westworld vaya mucho más allá de lo que podamos esperar, y lo mismo las teorías sonbre que Ford se ha montado su propio cuerpo huésped se quedan en una nadería y la serie va muchísimo más allá. Al final, los showrunners de la serie han dejado claro que la serie va sobre la creación de «una nueva especie», con lo que teorías de los fans como lo de Skynet y la transcendencia puede que no anden tan desencaminadas…