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Los Vengadores que no fueron (I): Inglorious bastards

En el verano de 1995, muchos ya eramos conscientes de que estábamos viviendo una época oscura en esto de los cómics. Lo de que el mundillo fuera pesimista por naturaleza y gritara a los cuatro vientos que esto se acababa ya era un mantra a esas alturas, pero lo cierto es que el mercado español sólo había sobrevivido por el boom del manga, ya que los superhéroes yanquis estaban inmersos en una vorágine de especulación y horrendas decisiones tanto editoriales como empresariales que llevarían a la mismísima Marvel a la bancarrota. Sin embargo, aquello parecía imposible en el verano de 1995, en los días en los que a Tony Stark se le daba por caso perdido que iba a ser sustituido por una versión quinceañera de si mismo…

¡Si a Kyle Rayner le funciona, a mi también!

Y es que aunque estamos hablando de una época en la que Marvel produjo los peores cómics de su historia, el equipo editorial empezaba a afrontar el futuro con optimismo. Y es que aunque seguía vigente la época de dejadez de un Terry Stewart que los había separado en cinco mini editoriales distintas en aquel sonado fracaso que se llamó la Marvelution, su sustituto en la presidencia de la editorial, Jerry Calabrese, era un ejecutivo al que parecía importar bastante el aspecto editorial, y había declarado desde un principio su intención de reunificar la editorial y volver a los buenos viejos tiempos, haciendo ofertas a viejas glorias como Chris Claremont para que devolviera la cordura a los mutantes. Es en este ambiente en el que se reune el equipo editorial de los Vengadores para discutir el futuro, una reunión en la que se discutiría el pasado y futuro del que antaño había sido buque insignia de la editorial pero que en aquel momento había caido en horas tan bajas como para que fuera la única licencia cinematográfica que no conseguían vender absolutamente a nadie, algo que traía de cabeza a los propietarios de Marvel, que en aquel momento la veían como poco más que una máquina de licenciar (unos aguilillas, oiga).

Y la portada de lata y brillitos que no falte, oiga.

El editor jefe de la familia de Vengadores en aquel momento era nada más y nada menos que Mark Gruenwald, un veterano con más de veinte años en el negocio que, tras diez años guionizando Capitán América, había decidido dejar la serie en manos de Mark Waid para centrarse en su trabajo editorial. Su segundo al mando era Ralph Macchio, su coguionista en algunos de los números que había guionizado Gruenwald en Marvel Two-in-One a finales de los 70 y que con el tiempo se había graduado a editor completo de cómics menores como Dazzler, Rom o Micronautas, que le sirvieron para consagrarse en series de verdad como Daredevil, Thor o Capitán América. Precisamente el ayudante en las labores de edicion de Macchio en aquellos cómics, Bob Harras, también estaba en esa reunión veraniega en su papel como coguionista de Los Vengadores, a pesar de que en aquel momento ya debía de tener bastante trabajo al ser el editor jefe de la división mutante de la editorial.

De izquierda a derecha y empezando por arriba: Matt Idelson, Terry Kavanagh, Bob Harras, Ralph Macchio, William Messner-Loebs, Andy Lanning, Joe Andreani, Dan Abnett, Mark Waid, Nel Yomtov, Michael Marts y Mark Gruenwald.

El otro guionista de Vengadores de Harras era Terry Kavanagh, que también estaba por aquel retiro y que en aquel momento estaba a punto de hacerse cargo también de la serie de Iron Man. Otro de los nombres que os sonarán son los de Dan Abnett y Andy Laning o el gran Bill Messner-Loebs, que estaba a punto de hacerse cargo de la serie de Thor junto a Mike Deodato, además de varios ayudantes como Matt Idelson, Mike Marts, Joe Andreani o el editor de las genialísimas Force Works y War Machine, Neil Yomtov. Todos ellos reunidos durante tres días en la casa con piscina de Ralph Macchio -los royalties de la era de la especulación debían de haberle sentado bien- para decidir como relanzar a Los Vengadores en esta nueva época, tratando de encontrar lo que le faltó a historias como la glorificadísima Saga de Proctor para tener el éxito que se le pedía a Los Héroes Más Poderosos de la Tierra.

Sí, estas fotos estan sacadas de la Wizard. La revista era un desastre, ¿pero a que nunca te esperaste ver una foto de Gruenwald tirándose a la piscina?

Lo que en esa reunión se iba a decidir no era tanto cómo se iba a llevar a cabo Encrucijada como sus consecuencias; para que os hagáis a la idea, a partir de ese verano todas las series de Vengadores iban a empezar a publicar una historia en la que se descubría que Tony Stark había sido un agente doble de Kang desde antes de unirse al grupo, algo parecido a lo que ha estado haciendo más recientemente Nick Spencer pero en esta ocasión la cosa iba totalmente en serio y la idea era que Tony se liara a matar gente hasta que los Vengadores le pararan los pies enfrentándolo a una versión juvenil de si mismo, como si Tony a los 15 años tuviera la más minima idea de la tecnología que usaría su yo del futuro. «Encrucijada» -que así se llamó el crossover- iba a llevar a todas las series del grupo al límite, y lo que se discutía en aquel momento era como demostrar que aquello era un punto y aparte, que Los Vengadores ahora eran otra cosa más atractiva para las ventas y que las cosas habían cambiado.

Pero, pero… ¿Se pueden hacer unos rediseños más feos?

Aquellos editores no eran conscientes en aquel momento que lo que les estaban pidiendo los lectores era un regreso a los orígenes, y aunque George Pérez en aquel mismo momento estaba realizando un «Avengers Year One», Encrucijada era una aberración que traía rediseños absurdos para personajes clásicos como Thor o Iron Man. Las buenas intenciones nada valían cuando a la decisión de cancelar Force Works la acompañaba la idea de incluir la mayor parte de su tecnología holográfica copiada de la Patrulla X en la mansión de los Vengadores, buscando darle un aspecto más moderno a la base del grupo que no hacía ni la menor falta. En medio de esa locura parece caminar confuso un Mark Waid obsesionado con no estafar al lector, en no abusar de los «números de evento» y dejarse de crossovers y tonterías. A ratos le hacen caso -gana una votación contra la idea de hacer un número cero después de Encrucijada- pero la mayor parte del tiempo no, porque al fín y al cabo venimos de una época en la que exprimir el bolsillo del lector con portadas holográficas se traducía en un cheque de beneficios bien gordo al final de mes.

Para los participantes de aquel retiro creativo, ésto eran Los Vengadores.

Mañana seguiremos con las decisiones que se tomaron en esa reunión y como todo se fue al garete por culpa de ejecutivos maquiavélicos…

 

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