Este verano hubo dos estrenos que, al margen de la calidad de lo que presentaron, hicieron una cosa bien: respetaron las raíces musicales de la licencia que manejaban. Porque, sin ser yo un melómano ni ningún experto en la materia, sé reconocer la fuerza que tiene la música en una película a la hora de colocar al espectador en un estado de ánimo determinado. Y tirando como tiran muchas de las películas actuales de viejas glorias del pasado, tratando de apelar a nuestra nostalgia para que soltemos los cuartos, me parece increíble que los productores de hoy en día no sean conscientes de lo mucho que les facilitaría el trabajo el poner unas notas aquí, otras allá… Y resulta que Michael Bay supo hacerlo.
Porque ha sido la segunda parte de Tortugas Ninja la que mejor ha sabido hacerlo. Seamos conscientes de la papeleta que ha tenido que resolver el hombre, coger una licencia infantil de los 80, transformar a los protagonistas en seres deformes que poco o nada tenían que ver con el recuerdo nostálgico que tenían los más talluditos y colocar de por medio a Megan Fox, que quieras que no la chica distrae y vacía de sangre el cerebro para que no piense -sigo pensando que el éxito de la primera parte de Transformers se sigue debiendo en gran parte a esta chica, porque la película es un mojón bien gordo. La primera parte de Tortugas hacía concesiones a la serie de animación original -porque en el cómic no se basa mucho, vaya- en forma de pequeñas citas al tema de la serie que a ratos hasta se hacían cansinas, y hasta había homenajes a las películas de imagen real con los personajes bailando el dichoso Go Ninja Go. Pero en la segunda parte han sido bastante más maquiavélicos…
Así a lo vivo, la odias. Pero metida entre medias, en mitad de esta y la otra escena, con cierta habilidad…
Porque la segunda parte tiene a Bebop y Rocksteady tal cual salían en la serie, a Krang y al Tecnódromo, y no se ruboriza en lo más mínimo en sacarte a las tortugas en su furgoneta llena de gadgets. Es, con mucho, la más nostálgica de las dos, y su banda sonora sigue esa tónica sin ninguna vergüenza, metiendo el tema por aquí y por allá, sabiendo perfectamente dónde y cómo hacerlo. Dicho esto y después de elogiar a Michael Bay -que los Lumiere me perdonen-, tengo que hablar del otro estreno del verano que fue consciente del poder de la nostalgia y fracasó en el intento, esa película que al principio del verano se llamaba Cazafantasmas a secas y ahora se llama «Ghostbusters: Answer the Call» porque no podemos mancillar con su fracaso el éxito de la original:
Sí, en Sony no se acordaron de Ray Parker Jr, tuvo que hacerlo Jimmy Kimmel.
Porque si la banda sonora de Steve Jablonsky introducía habilmente el tema original de las tortugas en la película, la banda sonora de Theodore Shapiro tiene metida con calzador y de mala manera el tema de Ray Parker Jr -y todo esto sin haberse molestado en llamarle-. Lo explotan tanto para hacerte creer que esto es una película de Cazafantasmas, que acaban mancillando el recuerdo de la canción original, cosa que el pobre Ray no se merece en absoluto. La música es una herramienta poderosa, pero en este caso actua como un Miguel Angel loco que usa un martillo pilón para cincelar su David, y el resultado es igual de desastroso. Poco más hay que decir de este desastre, así que nos toca hablar del otro desastre que ha asesinado el alma y la infancia de muchos, un desastre perpetrado por algunos que no entendieron -o no quisieron entender- el valor de la música. Y sí, estoy hablando del Universo DC cinematográfico…
Sí, ya sé que es hurgar otra vez en la herida, pero hay que exorcizar bien los demonios o si no vuelven.
Cuando las versiones animadas de Batman y Superman se cruzaron, el leitmotiv de ambas series se enfrentó también en aquella historia. Esto no era dificil, ya que al final ambas series habían estado bajo la batuta de la gran Shirley Walker y la música de esa película no dejaba de ser una consecuencia lógica. Cuando se encontraron las dos versiones cinematográficas, Hans Zimmer ni siquiera recuperó el tema que usó en la trilogía de Nolan -al fín y al cabo no era el mismo Batman- y el enfrentamiento de ambos no tuvo ni la mitad de fuerza que podía haber tenido. Estamos hablando de que si Superman hubiera ido con el tema de John Williams y Batman con el de Elfman, el nivel de nostalgia en la sala habría sido realmente alto y podrían haber engañado más fácilmente al espectador -y todo esto sin necesidad de usar escotes como Michael Bay-. Pero no, el enfrentamiento final entre ambas franquicias quedó completamente desdibujado, desaturado y en definitiva, soso. Y llegados a este punto nos toca bajar la cabeza y decirlo con la boca pequeña, porque hasta Michael Bay habría hecho un mejor trabajo que Charles Roven y los Snyder con Batman V Superman… Lo cual no deja de acojonarme.
En cualquier otro contexto, el pueblo habría odiado esto. Pero Bay es un puto genio y lo sabes.