No conozco a nadie al que le guste Final Fantasy XIII. A gente que le guste el VII, el IX o hasta el VIII sí que la conozco, pero con el XIII hubo una especie de unanimidad entre casi todo el mundo que no considera a Lightning su waifu (entendiéndose waifu como un palabro otaku que designa un personaje de ficción del que estás enamorado y al que juras lealtad o más bien tu cartera). Y sin embargo, Final Fantasy XIII ha tenido casi más juegos derivados que el añoradísimo Final Fantasy VII…
Porque, lo creáis o no, en principio todo esto era una maniobra comercial cuidadosamente orquestada. Final Fantasy XIII iba a ser el juego que iniciara la «nueva saga» de la serie, presentándonos un mundo nuevo que se compartiría a través de siete (o más) juegos destinados a varias plataformas. Fabula Nova Crystallis llamaron a todo el engendro, y planearon hacer una trilogía para consolas de sobremesa, más uno para portátiles, otro para móviles y los spinoffs que fueran saliendo por el camino según les fuera lloviendo dinero del cielo. Pero no lo hizo…
Y es que Final Fantasy XIII no fue el éxito esperado. Y esto suena raro teniendo en cuenta que el juego vendió más de seis millones de copias, pero lo cierto es que un tercio de las ventas salió de Japón y el resto del mundo en principio lo recibió con muchas ganas, pero el boca a boca fue demoledor y a medida que fue pasando el tiempo el juego fue cayendo en desgracia fuera de la isla. El público y la crítica pasaron de hablar de él como la segunda venida de cristo a empezar a denunciar una excesiva linearidad, a decir que la mayor parte de combates se resolvía a golpe de auto attack, a criticar lo lioso de la historia y el escaso interés de la misma, a odiar a los personajes y a, en general, decir que no cumplía las expectativas. Hasta hubo alguno que se quejó de que era un Final Fantasy «que no parecía un Final Fantasy», porque el juego rompía demasiado con el resto de elementos de la saga como las músicas o los diseños de personajes. Sin embargo, Square Enix siguió adelante con la serie…
Final Fantasy XIII-2 salió a la venta en Japón un par de años después, en 2012. Venía a ser una continuación más o menos directa del original, pero a la vez se había prestado mucha atención al hecho de que su antecesor había tenido éxito en Japón pero no tanto en occidente, con lo que se diseñó imitando al RPG que lo petaba en aquel momento: Mass Effect. Y todo esto a pesar de que se nota que esta segunda parte cuenta con mucho menos presupuesto, ya que sólo hay dos personajes principales jugables, los escenarios son muchísimos menos y el juego es escandalosamente corto, pero a la vez la linearidad es menor y la intención de los diseñadores es que cada escenario sea explorado por los jugadores y revisitado varias veces. Ya fuera por la austeridad del juego o por el palo que había recibido su antecesor, Final Fantasy XIII-2 tuvo una recepción bastante más fría, vendiendo la mitad de copias que su antecesor (lo cual es todo un logro para un juego al que internet estaba despedazando sin piedad, todo hay que decirlo).
Lightning Returns: Final Fantasy XIII supondría dos años después el cierre de la trilogía y fue el gran jarro de agua fría para la serie: sólo vendió un tercio de lo que había vendido su antecesor. Y todo esto pese a ser el mejor juego de la trilogía, con un sistema de combate entretenido en el que manejábamos a un solo personaje (Lightning) y un juego de mundo abierto en el que nos movíamos por cuatro zonas distintas, algunas de ellas bastante grandes. Sin embargo, las tripas del juego seguían siendo las de Final Fantasy XIII, y el juego no dejaba de arrastrar toda la mala prensa de sus antecesores, con lo que muchos jugadores ni siquiera le dieron una oportunidad a esta entrega, que a pesar de todo seguramente sea la más rupturista de las tres y la que más caso hizo a los jugadores occidentales llenando el juego de quests secundarias y hasta metiendo un sistema de cuenta atrás para el fin del mundo que recuerda lejanamente al de «The Legend of Zelda: Majora’s Mask», sólo que en este caso el tiempo es bastante más permisivo y sólo sirve como referencia para algunas misiones.
Lo interesante de Lightning Returns es que revela muchas de las tripas de Fabula Nova Crystallis, y nos deja claro que la historia de FFXIII no estaba completa. Que el desarrollo de personajes pedía a gritos estas dos secuelas, y que es en la tercera parte donde empiezan a arrancar y a tener algún interés, justificándose en este último título muchas de las actitudes de los personajes. Supongo que se podría decir que Square pecó de soberbia al creer que XIII y XIII-2 se podrían aguantar reservando tanto trabajo de caracterización para la parte final de la historia, creyendo que una historia enmarañada se podía compensar con unos gráficos excelentes, pero la cosa no coló entre muchos jugadores y el título acabó llenando las estanterías de la segunda mano sin que sus compradores originales se molestasen en acabarlo. Lo peor de todo, insisto, es que Lightning Returns es un buen juego con un sistema de combate que es divertido y no un mero trámite para continuar con la historia, con lo que hubiera tenido bastante más éxito de haber sido la primera entrega. Si sumamos a todo esto que el final del juego intenta justificar en cierto modo que la serie Final Fantasy este compuesta de tantos mundos a la vez, pues como que nos queda claro que toda la épica de XIII se ha quedado reservada para este último título. Pero claro, los cambios sobre el patrón Final Fantasy eran tan grandes que para muchos seguía sin ser «un» Final Fantasy…
Porque claro, para muchos jugadores Final Fantasy es una serie que debe compartir temas musicales a lo largo de todas sus entregas, mantener un sistema sistema de hechizos e invocaciones similar y además mantener mecánicas jugables mediante las que debemos manejar a varios miembros de un grupo a lo largo de la historia. Y esto no pasa en Lightning Returns, un juego en el que sólo manejamos a un personaje, los temas musicales clásicos de la serie solo aparecen cual cameo de Stan Lee y el combate es completamente en tiempo real y sin invocaciones. Muchos fans de la serie rechazan todos los intentos de Squarenix de hacer evolucionar la serie, y demandan un juego que funcione como el Final Fantasy X (que no el X-2), y todo esto a pesar de que esa misma entrega era escandalósamente lineal.
Lo cierto es que el público ya no sabe lo que quiere (muchos exigen que el remake de Final Fantasy VII sea completamente fiel al original, pese a que su jugabilidad sea tremendamente arcaica a estas alturas) y Square Enix ya no sabe que ofrecerles, con lo que es complicado que Final Fantasy vuelva a ser lo que era. Lo que era rompedor en los 90 al hacerle un súplex a un tren o que tus personajes se travistieran ahora ya no es nada comparado con las conquistas amorosas de Geralt de Rivia o los alienígenas cantando Gilbert & Sullivan. La recesión económica en Japón tampoco ha ayudado, pero creo que lo que más está marcando esta situación es que el avance tecnológico ha empezado a hacer notar las diferencias entre Japón y occidente, con unos personajes que se expresan a la japonesa pero en idioma occidental. Su gestualidad se le hace rara al gran público (ese que no ve telenovelas coreanas, vaya) y eso ha provocado que juegos como Metal Gear Solid V hayan basado su captura de movimientos en actores de EEUU en vez de usar japoneses. Y sin embargo, la historia de ese juego se nos sigue haciendo rara…
En resumidas cuentas, que vivimos en un mundo globalizado y Final Fantasy XIII trató de ser innovador mirando sólo a Japón. Sus sucesores trataron de corregir esta tendencia, pero el hecho de arrastrar la mala prensa de la primera entrega, sumado al hecho de que fueron desarrollados con muchísima más prisa, ha acabado manchando a la franquicia para una generación de jugadores a los que les interesan más RPGs como Mass Effect o Fallout. Lo peor de todo es que hasta en el mismo Japón se ha empezado a notar el descenso en las ventas, con lo que Final Fantasy XV se está empezando a ver como un todo o nada para la franquicia, repitiendo una situación que recuerda a la que los creadores originales de la serie se encontraron en 1987 cuando decidieron bautizar a la serie como Final Fantasy porque iba a ser el último juego de la compañía…