Para cuando se estrenó La Venganza de los Sith, tengo que admitir que mi interés por las precuelas había caido bastante. Las dos primeras habían demostrado que poco se podía esperar de la Lucasfilm de aquel momento, y la perspectiva de contemplar el nacimiento de Darth Vader bajo su batuta daba auténtico pavor. Pero sí, fuí al cine a verla igualmente…
George Lucas volvía a escribir el guión en solitario después del desastre de la película anterior, en la que la colaboración de Jonathan Hales no evitó unos diálogos atroces que le valieron a la película un premio razzie al peor guión. Lo cierto es que todo el peso dramático de las precuelas estaba en La Venganza de los Sith, con lo que debió de considerar que no merecía la pena pedir ayuda si al final le iban a poner a caldo igualmente. Aun así no dejamos de estar ante la precula que más reescrituras de guón tuvo, con lo que las motivaciones de Anakin para pasarse al lado oscuro no estuvieron claras hasta la fase de postproducción, ya que Lucas llegó a cambiar diálogos enteros.
Como ya había ocurrido con El Ataque de los Clones, la producción volvió a rodarse principalmente en los estudios de la Fox en Australia y se volvió a utilizar cámaras digitales a 1080p de resolución, cosa que a largo plazo provocará que tanto el Episodio II como el III sean los que peor queden en 4K (esto ya se vió en las versiones IMAX, que tenían un pixelaco muy gordo). La fotografía volvería ir a cargo de David Tattersall, el cual seguía obedeciendo a rajatabla la idea de Lucas de buscar una imagen atemporal a golpe de hacerla totalmente plana y sin apenas matices, si bien es cierto que en esta ocasión hay más escenas oscuras en las que se trabaja con más matices como en la imagen de aquí arriba, pero se mantiene el estandar de la imagen de aquí abajo.
Al final La Venganza de los Sith acabó siendo muy bien recibida, e incluso algunos iluminados se atreven a colocarla por delante de algunas películas de la trilogía, pero en mi opinión eso suele deberse fundamentalmente a que es una película en la que pasa todo lo que no ha pasado en las dos películas anteriores. Y es que cuando nos hablaban de las hipotéticas precuelas en los tiempos de antes de La Amenaza Fantasma, lo que todos imáginabamos era precisamente las misteriosas Guerras Clon, la caída en desgracia de Anakin y la muerte de los jedis, justo en lo que se centra esta película. Y sin embargo lo cuenta de un modo bastante apresurado, dejando claro en todo momento que no necesitábamos la infancia de Anakin ni centrar una película entera en su romance con Amidala; ¿no habría sido mejor contar esta misma historia a lo largo de las tres películas? ¿No habría sido mejor dejar un último episodio para Darth Vader persiguiendo a los jedis, con Obi Wan preguntándose quién mató a su amigo Anakin y solo descubriendo la terrible verdad al final? Porque si el espectador no llega a conocer la verdadera identidad de Vader hasta El Imperio Contraataca, toda la serie se puede ver en orden…
Pero no lo olvidemos, La Venganza de los Sith es «la precuela que funciona». Esto se debe más que nada a que funciona como un viaje del héroe a la inversa, manteniendo la estructura narrativa de anillo que mencionaba en el anterior post. Así, ésta película viene a ser la versión «Tierra 3» de Una Nueva Esperanza, con Vader y el Emperador en los papeles de Luke y Ben Kenobi. El orden de las escenas también se invierte, con RotS empezando con una batalla espacial mientras que en ANH la batalla espacial estaba al final y con Luke y Ben llegando a Tatooine al final de la película. Personalmente creo que, aunque si me parece que Lucas tuvo la intención de mantener esa estructura en anillo, La Venganza de los Sith no mantiene esa estructura más que en lo cosmético, porque ni por asomo me parece que las aventuras de Obi-Wan y el General Grievous se puedan corresponder con nada de ANH.
Pajas mentales aparte, lo que esta claro es que los diálogos de RotS siguen sin ser gran cosa, siendo utilizados fundamentalmente como herramienta de exposición y para soltar algún chistecillo, porque Lucas sigue emperrado en dirigir la película como si fuera cine mudo. Y es que recientemente se quejaba de que cada vez que hacía una película era criticado hasta la saciedad y que todo el mundo le decía como hacer su trabajo, y que acababa sintiendo esa presión y eso afectaba a su trabajo. Esto se nota mucho en El Ataque de los Clones, una película en la que todo lo que no es la relación Anakin/Padmé está repleta de fanservice de la peor especie. Lucas también se quejaba de que eso no le daba espacio para la experimentación, con lo que me da la impresión de que George hacía estas películas con el piloto automático y tratando desesperadamente de imitar su propio estilo.
Y es una auténtica pena, porque si algo ha demostrado George Lucas es que aliándose con la gente adecuada puede dar excelentes resultados. No dejamos de hablar del tipo que se atrevió a hacer Flash Gordon en unos años 70 en los que triunfaban los retratos oscuros de Coppola o Scorsese, o en los que el mismísimo Steven Spielberg hacía una película de terror sobre un tiburón, algo totalmente alejado del resto de su filmografía. Lucas cambió las reglas del juego en los 70 porque se atrevió a experimentar y a hacer algo a lo que nadie se atrevía, y aunque el objetivo final fuera el de hacer la película más comercial posible, el resultado final fue producto de esa misma valentía y de la humildad de pedir ayuda a expertos en cada una de las piezas del puzzle que compone una película. Star Wars no habría sido nada sin los comentarios de Scorsese, Spielberg, DePalma o Coppola, al igual que tampoco habría sido nada sin Gary Kurtz, Marcia Lucas, Ralph McQuarrie o Ben Burtt. Y aunque es cierto que el George Lucas del siglo XXI no estuvo a la altura del de los 70/80, no podemos olvidarnos de que son los propios fans los que lo endiosaron a lo largo de los años a base de adorarlo y llenarle los bolsillos.
Después de esta película… Pues poca cosa. Tras muchas promesas de Lucas de continuar la franquicia con una serie de televisión, Lucasfilm acabaría sacando una serie de animación en TV -Clone Wars- que empezaría de forma mediocre pero que acabaría llegando a buen nivel en sus últimas temporadas a medida que Lucasfilm Animation fue ganando libertad respecto a sus jefes. Por su parte y tras muchas promesas de llevar a cabo una película sobre Napoleon, Goerge Lucas acabó sacando adelante una película de Indiana Jones que muchos intentan ignorar y un viejo proyecto suyo sobre la unidad de pilotos negros de las fuerzas aéreas yanquis durante la segunda guerra mundial, «Red Tails», una película que pagó completamente de su bolsillo y que apenas tuvo distribución porque «nadie pensó que fuera muy comercial». Lo cierto es que la película no era gran cosa, pero que le vamos a hacer…
Y con esto llegamos a la actualidad, con Disney habiendo comprado Lucasfilm tras el estreno de Red Tails y preparándonos tener una película de Star Wars cada navidad a partir de ya. Dentro del optimismo generalizado que impera por doquier -la campaña publicitarria de The Force Awakens no deja de tener toda la intención de apelar a la nostalgia de la trilogía, y toda referencia a las precuelas ha desaparecido por completo en todo el merchandising asociado- tengo que recordaros que debemos mantener la cabeza fría. Porque puede que el 95% de las películas producidas por Kathleen Kennedy sean buenas y algunas de ellas sean clásicos atemporales, pero el otro productor es JJ Abrams. Y puede que el guión lo firme Lawrence Kasdan, pero lo coguioniza con JJ Abrams. Y también puede que lo poco que se ha oido de la banda sonora de John Williams demuestre por qué sigue siendo uno de los mejores compositores de la historia del cine -si no el mejor-, pero el director es JJ Abrams. Y JJ Abrams es capaz de lo mejor y de lo peor, con lo que lo único que podemos tener claro es que lo que ya vemos con una campaña publicitaria excelente que ha recuperado la ilusión al más escéptico.
No sé que veremos este viernes en el cine, pero lo cierto es que me siento como si volviera a ser 1999 y estuviera pensando lo mismo que pensé en aquel momento, que me guste o no lo que vea en el cine no va a cambiar nada. La Trilogía seguirá siendo la Trilogía, y lo que me gustaba seguirá gustándome. Aunque esta vez hay una sutil diferencia: La sombra de las precuelas es muy alargada y tengo que admitir que estoy un pelín acojonado…