Cada temporada llega algún estreno un poco “raro” que se aleja un tanto de lo habitual en la televisión (aunque tampoco demasiado) Este es el caso de la nueva y cortísima serie (solo seis episodios esta primera temporada) de la AMC, Into The Badlands. Una peculiar serie que mezcla multitud de géneros e influencias y que aunque tiene algunos puntos en común con alguna que otra serie relativamente reciente es lo bastante rara como para destacar en la parrilla. Ya el tráiler presentado en la ComiCon había conseguido atraer y mucho mi interés, un interés que tras haber visto el episodio piloto (si, solo el piloto Diógenes, ya puedes protestar) no solo se ha mantenido sino que se ha multiplicado y ahora vamos a ver por qué ha sido así.
En un futuro post-apocalíptico surgido de las cenizas una guerra tan antigua que ya nadie recuerda ha surgido un nuevo orden. Los territorios habitables conocidos se repartieron entre siete Barones que establecieron una sociedad pseudo-feudal en la que se ha reinstaurado la esclavitud, hace generaciones que las armas de fuego fueron prohibidas y el orden se mantiene por la fuerza de la espada de una casta de guerreros fanáticamente leales a su Barón. Y pocos son más leales y letales que Sunny (Daniel Wu), un guerrero, o “clipper”, al servicio del Barón Quinn a quien sirve como mano derecha y que jamás se había cuestionado su deber o su lugar en este violento mundo. O al menos así había sido hasta el día en el que rescató de las garras de un grupo de mercenarios a un joven por cuya cabeza ha puesto precio un Barón rival. Un misterioso joven que se hace llamar simplemente M.K (Aramis Knight) que parece estar conectado con el misterioso pasado de Sunny y que le hará sentirse dividido entre su lealtad y su conciencia.
La serie se supone que esta vagamente inspirada en la famosa leyenda china de “Viaje al Oeste”, si, la misma que inspiró a Toriyama para crear Dragon Ball, pero las influencias no se detienen ahí. Into The Badlands tiene mucho de western y de película china de artes marciales, un poco de historia de samuráis, algo de Mad Max y un poquito de la fenecida Revolution. Un coctel curioso del que ha salido una serie que como poco tiene un comienzo bastante interesante y mucho potencial. De la famosa leyenda china parece tomar la idea del viaje iniciático que sus protagonistas tienen toda la pinta de estar a punto de emprender en esa desconocida tierra de nadie fuera de las baronías, las “badlands” del título. A eso hay que añadirle que la estética y las armas son una curiosa mezcla de western y cine oriental pero con motos en lugar de caballos, a lo que hay que añadir ese acento sureño del Baron Quinn y su plantación (de amapolas en lugar de algodón) con mano de obra esclava nos recuerda a la américa previa a la Guerra Civil. Y finalmente esa idea de que tras la guerra un grupo de personas se repartieron lo que quedaba del mundo y se rodearon de seguidores fanáticos y esclavos parece sacada directamente del Inmortan Joe y sus socios en Mad Max: Fury Road.
De Revolution han tomado el escenario post-desastre en el que no hay armas de fuego y la gente utiliza armas blancas, una premisa que al igual que con aquella esta algo cogida por los pelos pero que aquí podemos aceptar un poco mejor. Y es que en el escenario de Into the Badlands, a diferencia de en Revolution donde aquella la prohibición databa de apenas década y media, aquí estas parecen llevar desaparecidas durante varias generaciones, lo que hace que resulte algo más sencillo hacer la vista gorda con la idea. Una serie con la que también comparte la aparente total ausencia de electricidad, comunicaciones a larga distancia y cualquier rastro de tecnología moderna, aunque se sigue refinando petróleo para fabricar la gasolina que mueve fabricas, coches y motos. Pero siendo un mundo tan grande del que apenas hemos visto un pequeño rincón, estoy seguro de que esto nos dará alguna que otra sorpresa. Lo dicho, una mezcla de conceptos bastante curiosa.
También resulta curioso ver cómo tras esa guerra tan lejana parecen haber desaparecido los prejuicios raciales, ya que aunque hasta ahora los dos Barones que hemos conocido son blancos, en las filas de los esclavos, o “Cogs”, y los “Clippers”, encontramos una curiosa mezcla de blancos, negros, asiáticos, hispanos… Parece que el color de tu piel no importa tanto como tu habilidad para ascender. Una variedad racial que se extiende a su protagonista, ya que Into The Badlands tiene la peculiaridad de estar protagonizada por un actor asiático, algo que no es muy habitual en Estados Unidos. Pero es que Daniel Wu, es un actor algo peculiar. Nacido en Estados Unidos de padres inmigrantes chinos, Wu, un apasionado del cine de artes marciales y del trabajo de Jet Li y Jackie Chan, estudio artes marciales y arquitectura e hizo sus primeros pinitos en el mundo de la actuación en la universidad. En los 90 emigro a Hong Kong donde acabó convirtiéndose primero en modelo y más tarde en una estrella del cine de Hong Kong pese a ser incapaz de leer en chino o hablar el cantones que se habla allí.
Y gracias a su pasión por las artes marciales y a su experiencia en este tipo de cine, con una selección de papeles que parece querer seguir la estela de su ídolo Jackie Chan en la que ha alternado la comedia con la acción, y también al trabajo de un grupo de coreógrafos y especialistas traídos directamente del cine de Hong Kong, que tenemos uno de los puntos fuertes de la serie, sus impresionantes escenas de acción. El que todos los personajes de este mundo dependan, de momento, de las armas blancas hace que cualquier enfrentamiento sea una oportunidad para lucirse ante el espectador, y siendo fieles el espíritu del cine oriental de artes marciales, aquí no podemos esperar encontrar realismo en las coreografías. Saltos y volteretas imposibles, acrobacias dignas de un superhéroe y unos sablazos tan rápidos que no parecen posibles, ese es el espectáculo visual que nos ofrece Into The Badlands.
De momento no puedo quejarme sobre la serie, es divertida, tiene una acción muy espectacular y la mezcla de géneros e influencias la hace lo bastante diferente como para destacar en la parrilla. Además ha conseguido conectar mi debilidad por las historias de espadachines, ya sean mosqueteros, samuráis, jedis o inmortales/highlanders, por lo tiene casi todo para gustarme. Aunque esto no ha impedido que un pequeño grupo de espectadores ya hayan protestado por la falta de “realismo”… en una serie de ciencia-ficción/fantasía sobre un futuro distópico post-apocalíptico… que dichosa manía con el “realismo”.
Pero si tuviese que quejarme de algo serian de dos cosas. Primero, que ahora mismo me preocupa un poco que la corta duración de esta primera temporada haga que como el ritmo de la trama no avance un poco en los próximos episodios vayamos a encontrarnos ante un prologo un poco largo de una segunda temporada que ahora mismo no está confirmado si veremos, y sería una pena no saber que se encuentra en ese amplio mundo que sus protagonistas van a descubrir. Y segundo, que habiendo sido la serie creada por Alfred Gough y Miles Millar, los mismos que desarrollaron la serie de Smallville, tengo algo de miedo… mas bien mucho… estoy cagado.