Los misterios de la taquilla son inescrutables, es por ello que todos los años tenemos unos cuantos estrenos que pese a su indudable calidad no cuentan con el apoyo del público y las posibilidades de ver una secuela se desvanecen. Eso es lo que le ha sucedido a la última película de Brad Bird, Tomorrowland, un optimista vistazo al futuro salpicado de nostalgia que nos recuerda que la ciencia-ficción no tiene que ser oscura, deprimente ni tomarse demasiado en serio a sí misma, y mi lado más cínico me hace pensar que precisamente por eso no ha funcionado. Pero dejemos a un lado a todos esos que no han sabido apreciar esta película y veamos que visión del futuro nos ofreció este gran director.
En 1964 Frank Walker era un niño con un gran talento para la ciencia que se presento con toda la ilusión del mundo en la “New York World’s Fair” para presentar su último invento, una mochila cohete, un invento que fue recibido con cinismo pero que le permitió ganarse un billete de ida a un lugar casi mágico, Tomorrowland. Esta ciudad situada en otra dimensión había sido construida por las mentes más brillantes y creativas de la Tierra como centro para compartir conocimientos y hacer del mundo un lugar mejor. Pero en 2015 esa visión optimista del mundo parece haber desaparecido hasta que Casey Newton (Britt Robertson), la hija de un ingeniero de la Nasa que se resiste a perder la esperanza, se encuentra en sus manos con una invitación para visitar ese mágico lugar. Pero llegar a Tomorrowland no es tan fácil como antes, muchas cosas han cambiado, y antes de embarcarse en su viaje Casey tendrá que encontrar a Frank Walker (George Clooney), quien se ha convertido en un cínico y amargado adulto que hace mucho que ha perdido la ilusión por el futuro, una ilusión que más le vale recuperar porque del éxito de su misión depende el destino de todo el planeta.
Tras haber visto y disfrutado el Gigante de Hierro y los Increíbles estaba convencido de que Brad Bird no iba a decepcionarme y así ha sido. Y es que en estos tiempos en ocasiones tan deprimentes ver una película con un mensaje tan optimista y lleno de esperanza es agradable. Un mensaje que ya dejan claro desde el comienzo de la película cuando tras ser preguntado por la utilidad de su mochila cohete, el pequeño Frank responde que por qué no puede ser simplemente algo divertido. Y eso es algo que en la ciencia-ficción muchos parecen haber olvidado, que no todo tiene por que ser un dramón deprimente excesivamente serio.
Alejado de esa tendencia que ya lleva demasiado tiempo arrastrándose y en la que la ciencia-ficción debe ser “realista”, seria, deprimente y a ser posible todo junto, y partiendo de un argumento muy simple que podría resumirse en “si empezamos a creer que el futuro será mejor, lo será” (y que esta vagamente inspirado en una de las aéreas temáticas de sus parques de atracciones),Brad Bird y compañía han construido una divertida aventura repleta de guiños y homenajes a la ciencia-ficción de antes, aquella que casi tenia mas de fantasía que de ciencia y en la que el optimismo por el futuro era una de sus principales características.
Quizás lo que más llama la atención es la estética “retro” que tienen todo lo fantástico en la película, vehículos, armas, edificios… como si hubiese salido de la portada de uno de aquellos viejos pulps que popularizaron el género. Pulps de los que sale otro de los homenajes de la película en la forma de ese secundario llamado Hugo Gernsback, como el editor y escritor de al que muchos consideran el padre de la ciencia-ficción moderna, o el bonito homenaje a Julio Verne y H.G. Wells, convertidos en esta historia en los auténticos fundadores de todo. Eso por no hablar de cierta tienda que aparece a mitad de metraje y que es una autentica mina de oro de guiños que es casi obligado ver a cámara lenta para apreciarlos todos, o incluso ese sutilísimo guiño a Rocketeer, una película a la que debe mucho en cuanto al tono, que se me paso por completo por alto cuando vi la película.
Pero homenajes a un lado, Tomorrowland es una gran película de aventuras en la que no decae el ritmo y que no trata a los espectadores como idiotas dándonos todo masticado y que está envuelto en una excepcional banda sonora compuesta por Michael Giacchino que levanta el ánimo a cualquiera. Britt Robertson como Casey demuestra que lo mejor que ha hecho en su carrera es abandonar Under the Dome, dejandonos claro aquí lo infrautilizada que estaba en la serie. Clooney esta perfecto en su papel de cínico y amargado que poco a poco recupera la esperanza en el mañana y me ha sorprendido muy agradablemente la pequeña Raffey Cassidy como Athena.
Puestos a criticar algo quizás el más flojo del reparto sea Hugh Laurie, no por el mismo, sino porque su personaje y las motivaciones de este han quedado algo unidimensionales. Aunque también es cierto que como ya apuntaba más arriba el argumento es bastante sencillo, algunas de las sorpresas de la historia no lo son mucho (la identidad de Athena por ejemplo) y se echa en falta haber podido ver algo más del pasado de esa fantástica ciudad del mañana o saber que fue de aquellos otros candidatos anteriores a Casey, pero supongo que eso eran cosas que se guardaban para una secuela que vistos los resultados de la taquilla jamás veremos hacerse realidad.
Y una cosa más que no quería quedarme sin comentar, tras haber visto los increíbles y el papel que hace en Tomorrowland George Clooney, viaje en bañera voladora incluido, ¿A que están tardando en ofrecerle a este hombre escribir y dirigir una película de los 4 Fantásticos? Porque si algo ha demostrado Brad Bird en sus películas es que el comprende y domina el tono que una película como esa necesita para trasladar fielmente a la gran pantalla el espíritu de la creación de Stan Lee y Jack Kirby.
Es triste que Tomorrowland haya fracasado en taquilla de esta manera, ya que costo entre producción y marketing más de trescientos millones de dólares y a nivel mundial recaudó poco más de doscientos. Quizás esto haya sido simplemente por no estar basada en ninguna franquicia de éxito, novela, comic o ser el remake de un clásico. O quizás no han sabido venderla como sucedió con John Carter y el Llanero Solitario, que parecían prometer una película muy diferente a la realidad. Aunque mi lado mas cínico me hace pensar que quizás es precisamente el tono poco deprimente de Tomorrowland lo que haya espantado a los espectadores, y eso seria tristisimo