Helix fue una de las sorpresas más agradables de la pasada temporada (con permiso de Penny Dreadful), una serie en la que nada era lo que parecía, en la que podía suceder cualquier cosa y en la que no había un momento de respiro. Parecía difícil estar a la altura de todo esto, por lo que estoy seguro de que no soy el único que esperaba con muchas ganas su regreso. Este tuvo lugar hace unas pocas semanas y me alegra poder decir que los responsables de la serie han sido capaces de mantener el nivel, ya que Helix sigue siendo una locura en la que es casi imposible prever lo que va a suceder a continuación.
Ha pasado algo más de un año desde el final de la temporada anterior y las cosas han cambiado de forma radical. Julia Walker sigue desaparecida y Alan Farragut ha desaparecido también en su busca, aunque ahora el buscado es el ya que las autoridades le acusan de terrorismo. Su hermano Peter se ha recuperado de su exposición al virus Narvik y ha vuelto a trabajar en el CDC (Center for Disease Control) junto con la doctora Sarah Jordan y el recién llegado doctor Kyle Sommers. Este nuevo equipo del CDC rastrea el origen de una nueva y mortal enfermedad hasta la pequeña y aislada isla de St. Germain, isla en la que se reencontraran con viejos conocidos, se enfrentaran a nuevas y viejas amenazas y el destino de la humanidad volverá a estar en sus manos.
Cuando comenzó Helix el año pasado al principio parecía que nos encontrábamos ante un plagio descaradísimo de “La Cosa” de Carpenter, con ese entorno claustrofóbico en una instalación científica en el Ártico, la amenaza de origen desconocido… pero acabo convirtiéndose en algo muy distinto). En esta segunda temporada nos encontramos con un caso similar, ya que a primera vista parece que han tomado prestado algo más que un poco de inspiración de Lost/Perdidos. Pero los guionistas de la serie no han tardado mucho en ir alejándose de esa inspiración y recordarnos que en Helix cualquier cosa es posible.
Siendo justos son más que unos pocos elementos los que han tomado prestados de Lost, la ambientación en la isla en la que nada es lo que parece es lo más evidente, pero a eso habría que sumarle lo peculiar de sus habitantes, o la división de la trama en presente, flashbacks y flashforwards. Pero pese a estas similitudes, Helix cuenta con una ventaja, si mantiene el esquema de la anterior temporada, esta trama en la isla solo durara una temporada, trece episodios, por lo que no habrá que sufrir el horrible e interminable relleno que tuvimos que sufrir los seguidores de Lost.
Pero parecidos razonables aparte, lo que no dejamos de encontrar son las señas de identidad que hicieron grande a Helix el pasado año. Lo primero es que han llevado tan lejos esa intención de sorprender al espectador que en esta segunda temporada casi parece que nos encontramos ante una serie diferente en la que repiten los personajes, como si de un reebot comiquero se tratase. También nos reencontramos con esos personajes que juegan a dos o tres bandas, esos misterios imposibles que nos acaban dejando con más preguntas que respuestas, los pequeños momentos de humor negrísimo y sobre todo el muy particular uso de la música. Y es que si Helix tiene una seña de identidad que realmente la haga destacar es esta, esas sorprendentes elecciones en la banda sonora de la serie que aunque al principio de la sensación de no tener nada que ver con lo que estamos viendo, la total desconexión con las imágenes acaban consiguiendo un efecto bastante inquietante.
Quien selecciona la música para esta serie debe ser un cachondo
De momento Helix esta manteniendo el nivel, aunque es verdad que echo un poco de menos la claustrofobia que producían las instalaciones de Arctic BioSystems, pero no es nada que no compense el estar constantemente en tensión, ya que con Helix uno nunca sabe que esperar, ya sea un momento de horror u otros en los que no queda mas remedio que soltar una carcajada.