Vamos a dejarlo claro antes de nada: 2014 ha sido un año de mierda. Ya sea por los retrasos de cara a la nueva generación de consolas o a que todos esperábamos algo mejor, este año ha sido muy decepcionante en esto de los videojuegos. Ningún juego ha despuntado por encima de los demás, y para mí el mejor juego del año ha acabado siendo…
Hearthstone. Sí, un juego de cartas. Nunca he soportado el Magic ni ningún juego de cartas coleccionables, pero la propuesta Free To Play de Blizzard me ha encantado. En poco tiempo puedes hacerte tu propio mazo más o menos competitivo, y si necesitas alguna carta determinada puedes cargarte las que te sobren para conseguir polvo arcano para «crearla». El juego en sí no es ningún quebradero de cabeza, las reglas son sencillas y las partidas muy rápidas, con lo que es el juego ideal para echar una partida rápida en tu ordenador o tablet. Y eso es precisamente lo que lo hace tremendamente adictivo y muy difícil de abandonar, porque el jugar «una partida más» no es un gran sacrificio y rápidamente te crea el hábito y consigue engancharte.
Pero el juego que mejor le ha venido al panorama actual de los videojuegos ha sido Wolfenstein: The New Order. Un juego hecho para recuperar el esquema de videojuego de tiros clásico, el de moverse rápido y disparar al bulto, sin ralentizar el ritmo de juego al obligarte a usar la mirilla del rifle para apuntar. Si a eso le unimos su sistema de sigilo, el juego de Machine Games se convierte en un más que digno heredero de Return to Castle Wolfenstein, haciendo que sea un Wolfenstein una vez más el que vuelva a enseñar a toda la competencia como debe de ser un fps. Algo parecido a lo que han hecho Divinity: Original Sin y Wasteland 2, recuperando el RPG clásico de PC al más puro estilo Baldur’s Gate y obligando al jugador a volver a acordarse de las quests en vez de seguir puntos amarillos en el mapa. O South Park: The Stick of Truth, dejando claro que el género del RPG es algo más que el simulador de paseo y ligoteo que nos proponían BioWare y Bethesda en los últimos tiempos.
Shadow of Mordor y su sistema némesis es probablemente otro de los grandes juegos de este año, pero hay que reconocerle al juego que sin esa genialidad no estaríamos hablando mucho de el, porque no deja de ser un Assasin’s Creed con el sistema de combate de los Batman Arkham. Otro que recicla es Far Cry 4, un juego que no deja de ser lo mismo que Far Cry 3 pero «en mejor». Si alguien echaba de menos al Vaas de la tercera parte, que sepa que el nuevo villano, Pagan Min, es un personaje que acaba siendo muchísimo más interesante.
Fables: The Wolf Among Us es la aventura gráfica del año, refinando el estilo TellTale al máximo y haciendo que nos preguntemos si con tanta sobreexplotación del mismo ahora sólo les quede la decadencia. Algo parecido a lo que le pasaba a Alien Isolation, un juego impresionante en su planteamiento pero que se acaba alargando tontamente, sin introducir variaciones a la jugabilidad -que básicamente es esconderse del alien y ya- y que, aunque es un juego sobresaliente y digno de todo elogio, no acabó gustando al jugador más impaciente.
Pero antes de ponerme con lo peor del año – que en realidad son los controles del Dragon Age Inquisition por negarme la posibilidad de disfrutar semejante juegazo como dios manda- me gustaría recordar un par de ports a PC de juegos de más de cinco años, Valkyria Chronicles y Legend of Heroes: Trails on the Sky. Si la llegada a final de año de Ground Zeroes con un port excelente ha dejado claro que los juegos japoneses han venido para quedarse, Trails on the Sky ha demostrado que el divorcio japón-PC occidental nunca tuvo ningún sentido. El juego salió originalmente en los PCs japoneses en el año 2004, luego fue portado a PSP poco después y ha tardado diez años en salir en occidente, teniendo aun así un importante éxito en ventas. De Valkyria Chronicles creo que no hace falta ni hablar, una de las grandes joyas de PS3 y la mejor razón que tenía la consola de Sony para ser comprada por los jugadores de PC. Japón, queremos más de tus juegos. Pero seguid trayéndonos los buenos, no las chorradas jpop con las que Square Enix esta asfixiando las consolas, traednos el Yakuza, remakes de los clásicos de PS2 y 3, los juegazos de Level 5… Pero vamos con la mierda, que hay mucha.
Rambo: The Videogame no es una mierda. Es un juego malo, realmente malo, pero es tan malo que es divertido. Y para colmo, el juego se pasa todo el rato recordándonos las películas, con lo que mucha gente acabará viendo por primera vez Acorralado: First Blood y descubrirá una buena película (y no las mierdas que fueron sus secuelas). Sí, el juego es una galería de tiro al pato con gráficos lamentables, animaciones con sabor a fritanga y mecánicas de juego absurdas que te harán pasar de la frustración y el sentirte engañado a descojonarte de la risa. Te queremos, Rambo de Videogame. Eres tonto y raro, pero te queremos.
A quien no queremos nada es a UbiSoft, porque se pasó todo el año promocionando sólo dos juegos de su catálogo -Watchdogs y Assassin’s Creed Unity- y al final los juegos que eran buenos han sido Assassin’s Creed Rogue, los del motor Ubi Art y Far Cry 4. Watchdogs es un juego tremendamente aburrido con ideas muy mal implementadas, adaptado chapuceramente a la «vieja» generación y lastrado por ello tontamente. Unity ha salido precipitadamente y con todas las costuras al aire, y lo que podía haber sido un juego memorable con una impresionante recreación de París ha acabado siendo un juego injugable con micropagos absurdos y bugs en cada esquina. Cuando salió Watchdogs pensé que lo peor que se podría decir de Unity es que se parecía a Watchdogs, cosa que tristemente ha acabado siendo cierta.
Pero lo peor del año ha sido el darnos cuenta de que 2014 ha sido un año vacio, sin juegazos. Que uno puede echarle horas a Endless Legend o a Hearthstone y ser feliz, que tenemos juegos de años anteriores para quitarnos el mono y un porrón de ports de consola a PC, pero nos ha faltado el juegazo que nos robe el alma. Se dice que en Wii U Mario Kart 8 y Bayonetta 2 han ocupado ese lugar, pero como que me vais a perdonar si os digo que, aun admitiendo sus virtudes, no son plato de mi gusto. Sin embargo, hay juegos a los que no he jugado. Juegos como Elite: Dangerous que no he llegado a probar -y que sé que acabaré haciendo- o Warlords of Draenor, la expansión del World of Warcraft que te pone al cargo de tu propia ciudad. ¿Que queréis que os diga? No hay prisa por ello. 2015 se perfila muy interesante con Witcher 3 y Batman Arkham Knight, pero también trae lo mejor de 2014, el haber hecho que las editoras descubran que los jugadores seguimos queriendo juegos de la vieja escuela del estilo de Wolfenstein u Original Sin. 2014 ha sido un año que se ha sacrificado para que los años siguientes fueran mejores, con lo que tal vez no fue un año tan mierda…