No me suelen gustar los críticos, me cuesta fiarme de la opinión y la palabra de alguien a quien no conozco y que no se qué intereses o prejuicios le mueven a hablar bien o mal de lo que reseña. Y lo sé, es muy irónico, ya que me paso el día (contra mi voluntad y esclavizado por Diógenes) reseñando comics, películas, series de tv, etc. Así que las webs de reseñas de lo que sea suelo utilizarlas simplemente como un lugar en el que enterarme de que cosas se han estrenado y pasar de lo que opinen quienes hablan de ello. Y si me quejo de todo esto es porque de haber hecho caso a las críticas que había leído (incluso Diógenes me había advertido de que solo conocía malas críticas sobre ella) acerca de High Moon, el episodio piloto/película de Syfy, seguramente no la hubiera visto. Pero como siempre la curiosidad fue más fuerte y me dispuse a verla, tras lo cual me ha quedado más que claro que a veces la falta de sentido del humor puede llegar a ser un prejuicio muy poderoso…
A finales del siglo 21 la humanidad depende por completo de las estaciones mineras de helio en la luna para abastecerse de combustible. Esta se ha repartido, como si de los antiguos territorios coloniales se tratase, entre las grandes naciones del mundo, Estados Unidos, Rusia, Japón, India… Pero no todas las concesiones mineras son igual de importantes o productivas, y además todas ellas dependen del suministro de oxigeno de la empresa presidida por la rica heredera Eve St. John-Smythe (Charity Wakefield), y todo ello suele provocar tensiones diplomáticas, espionaje y… sabotaje. El Gobierno de los Estados Unidos lleva tiempo sospechando que alguien esta extrayendo helio de forma ilegal en su territorio, sospechas que se convierten en certeza del ataque de otra nación cuando un presunto atentado acaba con la vida de dos de sus mineros. El gobierno estadounidense no se queda de brazos cruzados y envía a la luna a Ian Thurgood (Chris Diamantopoulos) uno de sus mejores agentes y que tiene un interés muy especial en desentrañar lo sucedido allí, ya que su hermano Marty (Jake Sandvig) es uno de los mineros fallecidos. Este descubrirá conspiraciones, asesinatos, intrigas políticas y un antiguo misterio oculto en las entrañas de nuestro satélite… Pero lo mejor será no tomarse demasiado en serio nada de esto.
Si digo esto es porque tras ver High Moon me ha quedado claro cuál ha sido el problema de todos estos críticos de pacotilla. Estos vieron que iba a basarse en una novela clásica de los sesenta (que igual es una de esas novelas de culto o algo así) y se dispusieron a ver su “adaptación” esperando encontrar un producto serio y complejo al estilo de Moon o 2001, porque para algunos la ciencia-ficción solo puede ser algo serio y trascendente. En su lugar lo que se encontraron fue una película de estética retro y que parodia la ciencia ficción televisiva de los sesenta y setenta, aunque sin llegar a ser una comedia. Y es que es difícil ver High Moon y no acordarse de Space: 1999, UFO, Star Trek, o Battlestar Galactica, es más, viendo lo que se desarrollaba en pantalla yo casi esperaba ver a la Tardis materializarse en cualquier momento y que de ella saliese alguno de los Doctores clásicos.
En High Moon encontramos decorados y vestuario retro dignos de cualquier serie de la ciencia ficción de los 60 y 70, diálogos que podrían ser sonrojantes, en los que personajes excesivamente serios e incrédulos consideran una chorrada todo lo que sucede en torno a ellos, rusos malvados que parecen salidos del Command & Conquer, astronautas ninjas, criaturas dignas de la imaginación (y presupuesto) de un guionista de Doctor Who… High Moon se ríe de los tópicos de la ciencia-ficción clásica, de las tramas absurdas que en ocasiones tenían este tipo de historias y no se toma muy en serio a sí misma, y eso es algo que todos esos críticos que parece que no se han reído en su vida tendrían que haber hecho al ver High Moon, aunque el tono parodico a veces es tan sutil que igual no han sido capaces de reconocerlo… De hecho este tipo de críticos deben estar pasándolo mal ya que el tema debe estar de moda (o quizás los de Syfy se enteraron del proyecto y trataron de sumarse al carro) porque superficialmente (aun no he podido verla y solo puedo juzgar por el tráiler) guarda más de un parecido con la recién estrenada “Space Station 76”, vamos que High Moon casi parece uno de esos estrenos caradura de “The Asylum” pero mucho más currado (currado a nivel BBC al menos).
El responsable de todo esto ha sido Bryan Fuller, guionista y productor televisivo y responsable de series como Dead Like Me (Tan muertos como yo), Wonderfalls, Pushing Daisies (Criando malvas) o Hannibal. Fuller, como ya apuntaba más arriba, había basado su proyecto en la novela juvenil “The Lotus Caves” de John Christopher, novela que no he leído pero por lo que he leído por ahí las similitudes entre ambas son bastante superficiales. Pero el canal Syfy no vio la historia con posibilidades y no dio luz verde al proyecto, por lo que el piloto se quedo en eso, en un piloto que han emitido como si se tratase de una película. El problema de esto, y es prácticamente el único problema que le he encontrado a High Moon, es que la historia se queda colgadisíma, cuando todo llega a lo más interesante termina, y nos quedamos no solo con las ganas de saber qué hubiera pasado después, sino con la pena de ver la de posibilidades que tenia este proyecto al que los ejecutivos de la cadena le han dado el hachazo. Es cierto que no sería la primera vez que en un caso como este el éxito de la emisión del piloto lleva a la cadena de turno a replantearse su decisión y dar luz verde al rodaje de más episodios, pero no tengo yo demasiadas esperanzas en que eso vaya a suceder…
Así que con esto nos hemos quedado, con un piloto que prometía convertirse en una serie de televisión bastante divertida pero que solo nos ha dejado con las ganas. Quiero recomendar High Moon, pero me cuesta hacerlo ya que no es una historia completa y su visionado nos deja con más preguntas que respuestas. Pero aunque solo sea por curiosidad de lo que podría haber sido, vale la pena echarle un ojo y reírse un poco, que buena falta nos hace.