El verano es esa época en la que la sequia de serie hace que uno vea series que normalmente no vería, ese es el motivo por el que un año más he vuelto a picar con Falling Skies. Si, la serie ha tenido muchísimos más momentos malos que buenos, la trama no avanzaba demasiado, los personajes parecían ir en círculos y daba pena ver el nivel de efectos especiales que se desperdiciaba en un producto así. Pero el hambre es mala, en la serie salen aliens, naves, pistolas de rayos… y le di una cuarta oportunidad. Y me he encontrado con que esta temporada ha sido diferente, esta temporada los guionistas parece que lo han mandado todo a la mierda y se han enajenado del todo, y curiosamente eso ha hecho que la serie comience a ser divertida… en cierta manera.
Cuando la serie comenzó aquello parecía un cruce entre V (la de los lagartos) y lo peor de Walking Dead. Teníamos a un pequeño grupo de humanos luchando contra una situación desesperante que había dejado al mundo al borde del apocalipsis. Y aunque aquí no había zombis sin mente sino alienígenas invasores que secuestraban a niños para lavarles el cerebro y utilizarlos como carne de cañón, la estructura era la misma. Viajaban por la carretera, se establecían en algún sitio, pasaba algo jodido, volvían a la carretera… Daba igual los avances en la trama o la evolución de los personajes, pasase lo que pasase en la temporada, al final de la misma todo volvía al punto de partida… hasta que llegamos a la cuarta temporada.
Esta temporada comenzaba con nuestro grupo de luchadores por la libertad favoritos, la segunda de Massachusetts, siendo capturados por los Espheni. Estos en lugar de matarles de una vez, algo lógico dado todos los problemas que les han dado, deciden instalarles en un ghetto rodeado de vallas de energía y matarles de hambre para sonsacarles información. Quizás algo ilógico pero nada especialmente descabellado… Al menos no hasta que descubrimos que el ghetto tiene un héroe enmascarado que, a lomos de su moto y armado con un lanzallamas casero, mantiene el orden entre los prisioneros, evita que los matones se queden con todas las raciones y combate a sus captores cada vez que tiene ocasión…
Y como si estuviésemos viendo uno de esos viejos seriales del Llanero Solitario, no podemos evitar preguntarnos ¿Quién era ese hombre enmascarado? Pues como no podía ser de otra forma, se trataba de Tom Mason, ese profesor de historia cuarentón reconvertido en soldado y cuyas habilidades no parecen tener limite… Total, después de todo lo que le ha pasado en las últimas temporadas, verle convertido en esta especie de “superhéroe” ya casi ni sorprende… Bueno, sí, que puñetas, no tiene el mas mínimo sentido ¿Cómo se ha construido un lanzallamas en esa prisión? ¿Dónde ha aprendido a manejar la moto como si fuese Johnny Blaze? ¿De dónde han sacado los otros prisioneros material para hacer grafitis con su retrato? Pues de donde ha salido todo, de la imaginación de guionistas a quienes ya todo parece darles igual. Y si la cosa se quedase aquí podríamos dejarlo pasar, sería una anécdota sin importancia dentro de la serie, pero este es solo el menor de los despropósitos…
En las pasadas temporadas habíamos visto como los Espheni instalaban unos aparatos en la columna vertebral de los niños que capturaban, estos aparatos, iguales a los que llevaban los esclavos alienígenas a quienes los humanos apodaban “Skitters”, les daban un control total de la voluntad de sus prisioneros e incluso les permitía hablar a través de ellos o ver por sus ojos. Pero en esta temporada los Espheni han decidido que ese metido ya no es viable porque es “fácil” librarse de su control, así que han probado otra idea… Instalar a sus prisioneros infantiles, entre los que se encuentra Matt Mason, el hijo pequeño de Tom, en unos campamentos de re-educación que parecen modelados a imagen y semejanza de las juventudes Hitlerianas…
Si, así como suena, donde ha fallado la tecnología de supresión mental esperan que triunfe el clásico lavado de cerebro mediante el hambre, la propaganda y la repetición de consignas… ¿Esta sentándoles mal la atmósfera terrestre a los Espheni y se han vuelto tontos? ¿De verdad se han tomado la molestia de confeccionar pequeños uniformes, montar esos campamentos y grabar películas en las que unos amables Skitters les dan mantas y comida a los niños que “rescatan” mientras los acarician? Y por si esto fuese poco, en su carrera hacia el abandono de la tecnología, han decidido que la mejor forma de que estos niños les avisen de que han encontrado a un adulto libre o a un compañero traidor es… darles un silbato. Si, total, para que darles una radio o algún dispositivo alien de comunicación que abarque grandes distancias cuando pueden utilizar unos silbatos que se escuchan a unas cuantas decenas de metros… Lo dicho, estos guionistas ya no tienen nada que perder.
¿Y termina aquí esta carrera de despropósitos? ¡Ja! Aun queda lo peor. La pasada temporada vimos como la pareja de Tom Mason se quedaba embarazada y daba a luz a una niña, hasta aquí nada fuera de lo normal, aparte de si es lo más indicado tener un hijo en las circunstancias que vive esta gente. Pero no tardamos en ver que esta niña no era muy normal, su inteligencia superaba con mucho la que debería tener un bebe de su edad, y no tardo en empezar a crecer a pasos agigantados y a manifestar poderes… ¿Había dicho ya que esta serie le debía bastante a V? Pues los guionistas han querido dejar eso claro porque nos han dado una nueva “Niña de las estrellas”… Estos guionistas se han debido abandonar a las drogas y el alcohol…
Alexis «Lexi» Mason definitivamente no es una niña normal. Pese a su apellido, su padre biológico no es Tom, sino un señor alienígena muy feo y de unos tres metros de alto, por lo que en su condición de hibrido humano/espheni ha pasado de bebe, a niña y a adolescente en unos pocos meses. Y al igual que el resto de su familia, ella también se encuentra en una situación algo peculiar. Tras separarse de su familia durante el ataque inicial que vimos al comienzo de la temporada, Alexis y quienes escaparon con ella se refugiaron en una especie de “chinatwon”, donde Alexis alcanzo la adolescencia y se convirtió en la líder de una pacifica comunidad de humanos que viven en paz y armonía sin atacar a los Espheni ni ser atacados por ellos.
Esta situación no es muy bien entendida ni por su hermano Ben ni por su madre, quien ya está curada de espantos y no tarda mucho en aceptar lo deprisa que crece su hija. Esa idea de que si abandonan las armas y se instalan allí a vivir sus vidas serán perdonadas, no les resulta muy creíble, por lo que investigan un poco. Lo que descubren es que Alexis se está viendo en secreto con un Espheni, su presunto padre biológico, y que por eso la ciudad no es atacada. Esto no hace nada de gracia a su familia quienes, pese a que Alexis trata de detenerles utilizando sus poderes (¡telequinesis! ¡Control del clima! ¡Locurón!), capturan al Espheni para averiguar que quiere realmente. Y por si eso no fuese lo bastante complicado ya, también descubrimos que esta falsa tregua forma parte de un experimento dedicado a estudiar el alcance de los poderes de Alexis, presumiblemente para utilizarla como arma contra esos alienígenas requetemalos que van a venir a acabar con humanos y Esphenis por igual… Definitivamente esta temporada los guionistas están decididos a enredar la trama lo más posible.
Pero a pesar de que la serie ha dejado muy atrás eso de “saltar el tiburón”, hace unas semanas nos enteramos de que la serie ha vuelto a ser renovada una vez mas por la cadena TNT (como se nota que en verano no hay mucho que ver) y en 2015 tendremos la quinta y última temporada de la serie, por lo que confío en que lo que queda de la cuarta y toda la quinta, sabiendo que ya tienen fecha definitiva de cierre, la trama no de un solo paso atrás, y por enajenado que sea todo tengamos un final. Aunque visto lo visto hasta ahora, si la serie termina con Tom Mason a los mandos de una nave espacial llevando la guerra hacia el hogar de los invasores no me extrañaría nada…