Cuando la HBO estreno True Detective no pensaba verla, ya tenía demasiadas series que ver, y por lo visto en los trailers esta serie tenía pinta de ser uno de esos dramones policíacos que no encajan demasiado con mis gustos. Pero tras semanas de no ver nada más que buenas críticas hacia la serie me decidí a verla, total, que son otros cincuenta minutos más a la semana…Y las criticas no se equivocaban, la serie es buena y la trama te deja atrapado, pero también debo decir que hacía tiempo que una serie no me dejaba tan mal cuerpo tras su visionado.
La historia comienza en 1995 en Louisiana, los detectives de homicidios Martin Hart (Woody Harrelson) y Rustin «Rust» Cohle (Matthew McConaughey) se encuentran con un caso que no se parece a nada que hayan visto antes. Un granjero ha encontrado el cadáver de una prostituta desnuda, con los ojos vendados y atada a un árbol en pose de plegaria con varias puñaladas en su abdomen, extraños símbolos dibujados en su espalda y llevando una “corona” echa a partir de la cornamenta de un ciervo. Este macabro crimen, con todas las trazas de ser un asesinato ritual obra de algún culto les traerá más de un quebradero de cabeza, y los detectives además de con su caso y con las presiones políticas para resolverlo cuanto antes, tienen que lidiar con sus graves problemas personales, ya que no es solo que no se lleven bien entre ellos, es que cada uno carga a sus espaldas con una buena carga de problemas.
Martin Hart pese a que aparentemente disfruta de una vida familiar casi perfecta con su mujer y sus dos hijas, no es precisamente lo que parece. Detrás de esa fachada de felicidad se esconde un hombre amargado al borde del alcoholismo que le pone los cuernos a su mujer y que parece creer que un buen matrimonio consiste en aparentar y tragarse los problemas. Pero si Hart no tiene una gran vida, su compañero esta infinitamente peor. Rust Cohle es un hombre destruido (impresionante el trabajo de McConaughey) al que los fantasmas de su trágico y sórdido pasado están consumiendo lentamente. El fallecimiento de su hija, un matrimonio destrozado y el haber pasado un tiempo internado en un psiquiátrico tras pasar varios años infiltrado en diversas organizaciones criminales le han llevado a tener una visión terriblemente pesimista sobre la humanidad y a perder las ganas de vivir, levantándose cada día a trabajar solo porque no es capaz de suicidarse.
La historia se complica cuando vemos que la trama salta adelante y atrás en el tiempo diecisiete años y nos encontramos con estos dos detectives, cuyas vidas han llevado unos caminos muy diferentes desde que dejaron de trabajar juntos, están siendo interrogados en 2012 acerca de ese mismo caso ¿El motivo? Los crímenes que empezaron en Louisiana hace ya tantos años han comenzado a repetirse de nuevo… Hacía tiempo que no me encontraba con una serie que me produjese un desasosiego tan grande, la sordidez de la historia, lo miserables que son sus protagonistas y esa sensación de que lo peor está aún por llegar provocan muy mal rollo. Vamos, que este es uno de los pocos casos en el que me alegro de que las series solo se emitan una vez a la semana, un episodio de True Detective al día y creo que tendría que dejar de verla, y esto sería una pena porque la serie es buena y vale mucho la pena verla, pero eso sí, dosificada.
Pero si la historia es buena es en gran parte merito de sus dos protagonistas, quienes me han sorprendido y mucho. De Harrelson sabía que era un buen actor, aunque le tenía encasillado en sus papeles mas cómicos y no sabía de lo que era capaz en un drama. Y si este me ha sorprendido, lo de Matthew McConaughey ya me ha dejado de piedra. Tengo que admitir que apenas le he visto actuar en el pasado, repasando su filmografía creo que solo le he visto en papeles secundarios en Contact, Tropic Thunder y Reign of Fire, y estaba convencido de que no servía para mucho más que para comedias románticas y aventurillas discretas, pero lo que le he visto hacer en True Detective me ha hecho replantearme la imagen que tenia de él.
Así que si, vale mucho la pena ver esta serie, los protagonistas están perfectos y la producción está muy cuidada a todos los niveles, tanto técnicos como narrativos. Pero una de las cosas que más he ha gustado de ella es que su creador, Nic Pizzolatto, se la ha planteado como una serie de “antologías”. Cada temporada tendrá unos protagonistas y una historia completamente diferentes, por lo que no corremos el peligro de enfrentarnos ante una trama que se dilate en el tiempo de forma desesperante. Así que en unas pocas semanas sabremos cómo termina esta deprimente historia y que se esconde tras el asesinato de Dora Lange…