A Jim Lee todo esto de Heroes Reborn le había salido mal. No tan mal como a Liefeld, que fue despedido a mitad de contrato por no vender lo suficiente, pero para Jim Lee las cosas no habían salido como esperaba; la idea era que a la gente de Marvel le gustara tanto su Heroes Reborn que prorrogara el contrato un año más y otro más, hasta que acabara comprando su estudio de Image, Wildstorm. Al fín y al cabo, Marvel llevaba toda la década de los 90 comprando cosas… Y entonces llegó la bancarrota y Jim Lee se encontró sin saber que hacer. Pero bueno, por lo menos había vuelto a trabajar con Bob Harras y los dos habían partido con buena relación…
Mientras tanto, Harras anunciaba en una entrevista que Fantastic Four iba a ser editada por el mismo. Todas las ilusiones que Lobdell pudiera albergar de tener algo de libertad se iban por el retrete, Harras sabía que Alan Davis era un tipo capaz por si solo, pero que a Lobdell había que tenerlo controlado. Fantastic Four había sido la serie más vendida del periodo Heroes Reborn, y no se podía permitir que la serie volviera a la mediocridad después del relanzamiento. Sin embargo, cuando la serie salió a la venta su editor era uno de los antiguos asistentes de Harras y actual editor de X-Men, Mark Powers. Ya por aquel tiempo los fans ponían a caldo a Powers en AOL y lo trataban como si fuera la voz de su amo, asumiendo que todo lo que hacía Powers lo estaba haciendo en realidad Harras. La cuestión es que para el número cuatro de la serie Lobdell pegaba la espantada y, tras un puñado de números de Daredevil que daban más pena que gloria -los cuales estaban editados por Tim Tuohy, el antiguo responsable del catálogo Marvel Vision-, el que había sido guionista estrella de X-Men a falta de alguien mejor dejaba Marvel definitivamente.
Para cuando llegó 1998, en los tribunales empezaban a estar hartos de la bancarrota de Marvel. Icahn había conseguido presidir el consejo de administración, pero al hacerlo había activado una oscura cláusula que le impedía hacerse con el control del consejo de Toy Biz. Y el consejo de Toy Biz, liderado por Ike Perlmutter, quería hacerse con el control de Marvel. Las guerras entre Perlmutter, Icahn y un Perelman que seguía sin dar su brazo a torcer no permitían que la empresa saliera del agujero donde se había metido, y casi todos los que se interesaron por comprarla y acabar con su deuda -Warner entre ellos- salieron asustados al ver la de dinero que tendrían que gastar en una empresa cuyas licencias de juguetes ya estaban cedidas de por vida y sus derechos de explotación cinematográfica estaban desperdigadas entre medio Hollywood. Marvel no valía más que para vender cómics, y lo de los cómics era un negocio en caida libre tras los días de gloria de la especulación. Como nadie arreglaba la situación, los tribunales nombraron un fideicomisario (John Gibbons) para intentar sanear la situación de una vez por todas. Hablando en plata, Marvel acababa de ser intervenida por el gobierno.
El fideicomisario dejó que el hombre que había puesto Icahn, Joe Calamari, siguiera ejerciendo de presidente de la empresa. Calamari tenía claro que Marvel dominaba un mercado en decadencia, asi que necesitaba un revulsivo para toda la industria. Habían conseguido contentar al fan clásico con Heroes Return y las nuevas series de estilo «retro», pero necesitaban nuevas ideas. Y al bueno de Joe no se le ocurrió otra cosa que preguntarle a… Gareb. Gareb, sí, Gareb Shamus, el propietario de la revista Wizard. Pero os vais a sorprender, porque el consejo que le dió no fue otro que el de hablar con un tal Joe Quesada y un tal Jimmy Palmiotti, que por aquel entonces acababan de vender los derechos cinematográficos de su bombero superhéroe a Dreamworks y andaban montando fiestas cada dos por tres invitando a gente guapa del cine y tal. La respuesta de Quesada y Palmiotti a Calamari fue clara: Si quieres arreglar Marvel, fíchanos como editor jefe. Nosotros lo arreglamos todo.
Uno no puede hacer otra cosa que imaginarse la cara de Bob Harras cuando, después de haber recuperado el liderato de la industria, le dicen que el exdibujante de X-Factor (Quesada) y un entintador (Palmiotti) iban a quedarse con una planta entera sobre la de los ejecutivos, que iban a llevar independientemente de Harras una línea editorial entera y que se iban a quedar todo el dinero de presupuesto que le habían recortado a él. Algún redactor de Marvel hasta le había oido a Quesada decir que sólo importaba la planta de ejecutivos y la suya, que el resto sobraba. Tom Breevort recordaba como Marvel Knights -el nuevo sello editorial de Quesada y Palmiotti- tenía dinero de sobra para contratar a gente de Hollywood como Kevin Smith, tenía los ordenadores más modernos y los mejores sistemas de impresión, mientras que el resto de Marvel acababa de salir de tres años seguidos de despidos. A Harras la situación no le hacía puñetera gracia y evitó tratar con esos advenedizos todo lo posible…
Y para colmo el estreno en octubre del 98 de Marvel Knights fue un éxito, mientras que las iniciativas de Harras como «Marvel Comics 2» fueron un absoluto fracaso. Para entonces Toy Biz había conseguido ganar la guerra por el control de la empresa, fusionándose con Marvel Comics y haciendo a Ike Perlmutter amo y señor de ambas empresas. Poco después se volvió a contratar a Jerry Calabrese como presidente del consejo de administración, y el panorama que se encontró el hombre al llegar al puesto incluía a un Joe Quesada exultante que promocionaba sus cómics por televisión mientras Bob Harras trataba de mantener su barco a flote mientras todo se caía a pedazos; la llegada de Perlmutter había significado el despido de 30 de los 36 editores de Marvel. Parecía que todo lo que estaba por debajo de Harras estaba mal, y que los retrasos de los cómics editados por Quesada o el fracaso absoluto del Punisher de Marvel Knights eran perfectamente excusables y sencillos de arreglar con un poco más de dinero. Perlmutter empezó a recortar gastos en las oficinas de Harras y a escamotear todo lo que pudo, haciendo la situación completamente insostenible. Para los empleados de Marvel, Quesada era un parásito y Perlmutter un tirano sádico que hasta había llegado a reclamarle a sus freelancers que le reembolsaran «los sobrepagos de la administración anterior».
Calabrese no vio manera de solucionar la situación con la racanería de Perlmutter, asi que dimitió. El nuevo presidente del consejo de administración sería Peter Cuneo, el cual se traería un nuevo presidente para Marvel, Bill Jemas…