Como he repetido hasta la saciedad a lo largo de esta semana, la mierda nos rodea por todas partes de manera inevitable. Pero mientras que en muchos casos esta es fácilmente identificable, como en el cine, la tv, comics, etc. Hay campos en los que cuesta algo más diferenciar la mierda real de la mierda real de lo que no lo es. Y en pocas partes sucede eso con tanta frecuencia como en el mundo del arte.
A veces distinguir la mierda es demasiado fácil. Tú ves en televisión a alguna famosilla de medio pelo que está ahí solo porque se ha tirado a alguien y sabes que es mierda. Ves a un montón de mamarrachos salidos de no se sabe dónde, que se creen periodistas y opinan sobre la vida de los demás y sabes que eso es mierda. Lees un comic en el que el dibujante no distinguiría una perspectiva correcta ni aunque esta le pegase en la cara y sabes que es una mierda. Pero luego entras a un museo, ves algunas de las obras expuestas y te quedas con cara de ¿Eso es arte y yo soy tonto por no reconocerlo o es una mierda muy gorda?
Desde siempre el arte ha estado lleno tanto de gente con un talento inmenso como de caraduras que saben vender muy bien la mierda que producen. Y por desgracia muchas veces son los segundos quienes más fácilmente alcanzan la fama y la fortuna. Se ve que vivimos en un mundo en el que se aprecia mas a cualquiera que mete un montón de mierda tras una vitrina y le pone algún nombre pseudoprofundo que a los artistas de verdad. Pero hoy quiero centrarme en unos cuantos artistas que hicieron obras de arte de la mierda como tal. Gente curiosa sin duda.
Comencemos con Jacques de Vaucanson. Este artista francés del siglo 18 estaba fascinado por los autómatas y buena parte de su obra se centro en la construcción de estos. Cuando contaba con tan solo 18 años ya tenía su propio taller en Lyon en donde, para la visita que se esperaba de unos políticos, fabrico unos autómatas que servían la comida en una mesa y se ocupaban además de limpiarla. Pero uno de esos políticos declaro que aquello era una blasfemia y ordeno destruir su taller. Pero Vaucanson no se dejo amilanar por este incidente y acabo fabricando lo que sería su obra maestra, el Canard Digérateur, o Digesting Duck.
Se trataba de un pato mecánico que podía ingerir grano por la boca y aparentemente lo digería y más tarde defecaba. Aunque esto no era realmente así, el pato tenía dos contenedores, uno para almacenar el grano y otro ya lleno de heces que soltaba tras la “digestión” Pero pese a que no digería de verdad, seguía siendo un gran prodigio para la época. Aunque Vaucanson tenía la esperanza de que algún día alguien sería capaz de construir un autómata que de verdad fuese capaz de realizar el proceso de la digestión. Unos deseos algo raros, pero así son los artistas.
Tuvieron que pasar dos siglos para que el sueño de Vaucanson se materializase a través del trabajo del belga Wim Delvoye. La obra de este artista está centrada principalmente en el cuerpo, y su trabajo no ha estado exento de polémica, como esa vez que se dedico a tatuar cerdos. Primero empezó tatuando pieles de cerdo que conseguía de un matadero y acabo tatuando a cerdos vivos con tatuajes que iban desde los tribales a diseños de Louis Vuitton. Es uno de estos artistas de los que hablaba al principio de los que no sabes que pensar.
Pero la que podría considerarse su obra maestra, la que convirtió en realidad los sueños de Jacques de Vaucanson, fue Cloaca. Tras ocho años de consultas con expertos tanto de la medicina como de la fontanería Delvoye termino la primera versión de su Cloaca. Se trata de una instalación que reproduce el sistema digestivo humano. Se la “alimenta” dos veces al día, y tras pasar estos alimentos por toda una serie de recipientes que contienen bacterias, enzimas, etc, que se ocupan de “digerir” dichos alimentos como lo harían en el interior del cuerpo y estos acaban transformados en heces, en pura mierda. Finalmente estas heces son empaquetadas al vacio y son vendidas como obras de arte de edición limitada.
¿Estamos ante una obra de arte o ante un montón de mierda? Yo quiero pensar que Cloaca representa una crítica al capitalismo y al consumismo desaforado. Que su máquina que produce mierda en serie y la empaqueta como un producto que más tarde se vente no es más que un reflejo de la cantidad de basura que muchas veces nos convencen para comprar aunque no sean más que mierdas empaquetadas. Pero que sabré yo, solo soy el tío que lleva toda la semana hablando de mierda.
Si, podría haber hablado de los otros “artistas” de los que producen mierda a conciencia, mierda sin mensaje. Podría haber hablado de todos esos caraduras que hacen una mierda tras otra y cuyo único mensaje es provocar sabiendo que mucha gente, críticos incluidos, preferirán hablar bien de su “obra” antes que admitir que no la han entendido. Que la fabula aquella sobre el traje nuevo del emperador no ha perdido ni un ápice de actualidad. Pero sinceramente, tras cuatro días hablando de mierda sin parar ya no tengo estomago para hablar de esa gentuza.