De Junji Ito se podrán decir muchas cosas, la mayoría malas, pero no que sea un autor predecible. La temática en su obra es amplia y variada, cualquier tema le sirve para convertirlo en una historia de horror absurdo en el que cualquier cosa es posible. Lo que sí que no me esperaba de él es verle convertido en el autor de un Slice of Life… a su manera.
El “Itoh Junji’s Cat Diary” es una obra curiosa. Está protagonizada por el mismo y su esposa y la historia no podría ser más sencilla. Ito nos cuenta cómo llegaron a su casa sus gatos y como es el día a día con ellos, todo ello claro, pasado por el peculiar punto de vista de este autor. Y es que es imposible no leer esta historia y pensar que o definitivamente esta mal de la puta cabeza o que es un cachondo de mucho cuidado.
La historia comienza con un Junji Ito feliz por haberse instalado en su nueva casa. Todo está limpio y reluciente, el olor a nuevo le embarga, parece que nada podrá perturbarle. Pero entonces aparece su mujer y le hace una pregunta inesperada “¿Tú eres una persona de perros o una persona de gatos?” El responde en broma que es una persona de Hámster, aunque interiormente piensa que es una persona de perros porque el perro es el mejor amigo del hombre. Pero su mujer se declara persona de gatos, y sin saberlo ahí da comienzo una serie de eventos que cambiaran su vida.
Ese mismo día llega por correo una torre de juegos para gatos. Ito se sorprende al verla y su mujer le dice que es para su gato, al que va a traer desde la casa de sus padres y que todo eso ya se lo había contado. Pero hay dos problemas, el primero es que ella le dice que al gato lo llaman “el gato de la cara maldita” lo que despierta las fobias y paranoias de Ito, y el segundo es que van a tener que forrar de plástico las bonitas y nuevas paredes de su nueva casa por culpa del gato. La apacible vida que Junji Ito esperaba tener comienza a desmoronarse, sobre todo cuando su mujer le anuncia que van a adoptar a un segundo gato.
Lo que sigue a continuación es un delirio absurdo propio de una mente enferma. Al ver que los gatos adoran jugar con su esposa y que a él le ignoran, Junji se obsesiona con la idea de que los gatos le tienen que querer a el tanto o más que a ella. Besos en los morros, arrastrarse por el suelo abrazando a los gatos… Nada es suficiente para tratar de conseguir que los animales le quieran más a él.
Pero esto no dura mucho, pronto vuelven las paranoias sobre la cara maldita del gato y su miedo a este. Paranoias que dan giros de 180 grados bruscamente cuando le vuelve a entrar la manía de que los gatos le tienen que querer, llegando al extremo de llenar su cama (Duermen en camas separadas) de comida para gato solo para que duerman con él y no con su mujer. No es una persona muy estable el Junji Ito que se nos muestra en este comic.
La cosa llega a tal extremo que comienza a tener alucinaciones en las que los gatos se convierten en babosas gigantes, serpientes y señores calvos desnudos que miran la tele. Alucinaciones que desaparecen en cuanto uno de los gatos acepta chuparle un dedo. ¿No debería este hombre estar encerrado en algún sitio?
Pero quizás el momento más absurdo de toda esta historia sea cuando Junji Ito decide comprar una cagada de plástico para gastarle una broma a su esposa. Esto provoca que el día que encuentra lo que parece ser otra mierda de plástico la agarre con su mano solo para aplastarla entre sus dedos y ver su mano llena de mierda. A esto su mujer le dice que no se preocupe, que no es una mierda… es solo vomito de gato… Si ese matrimonio es realmente así, no van a terminar nada bien.
Si algo nos ha dejado claro Junji Ito con esta historia es que ningún tema se le resiste y que definitivamente no está muy bien de la puta cabeza.