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Lo de Miyazaki

Lo habréis visto estos últimos días, ¿no? Ya sabéis, la cosa empezó con los posters «a lo Pixar», cuando por las redes sociales empezaron a aparecer montones y montones de carteles paródicos de situaciones de actualidad pero que parecían creados en los ordenadores de la propia Pixar. Luego te empezabas a fijar y poco a poco asomaban las imperfecciones, como si aquello fuera un poster de Liefeld, pero de un primer vistazo aquella Ayuso envenenando ancianos no desentonaba en absoluto con Up o Encanto. Y sí, nos dimos cuenta de que aquello lo hacían con la dichosa Inteligencia Artificial, y que la gente se gastaba una pasta en «tokens» para crear esas imágenes, supongo que buscando una viralidad que les haga famosos haciendo lo mismo que otros tantos que están intentando lo mismo y haciendo más ricos a los propietarios de la granja de servidores con tarjetas gráficas de 3000 euros que generan realmente están generando y robando imágenes. Y entonces sí, lo de Miyazaki.

En realidad la IA no pilló que el tío debería estar mirando a la chica porque se le va la vista, no mirando fastidiado a la novia celosa.

Miyazaki ya lo dijo en su día, que era un insulto al género humano, la IA no le gusta un pelo. Supongo que por eso fue uno de los blancos de las empresas de IA, robar el alma de Miyazaki, robar su estilo. Crear tantas imágenes «a lo Miyazaki» que se banalice, que nos parezca normal verlo. Y no, no lo hacen por maldad, simplemente saben que durante unos meses su IA generativa va a recibir montones de solicitudes para crear imágenes «a lo Miyazaki», sacándose un buen dinero hasta que la gente se canse de Miyazaki igual que se cansaron de Pixar. Y sí, la gente se cansó de Pixar, ¿si no de qué han dejado de darles todos los oscars del mundo? Un artista -un grupo de artistas- es la obra que genera, porque es la obra la que crea su diálogo con el público. Si el público es engañado para pensar que una carcasa vacía creada por IA es lo mismo que lo que crea el artista y, de repente, se encuentra con millones de imágenes de ese artista, el artista pierde interés, empieza a aburrir. Que un artista encuentre su propio estilo es un proceso lento y difícil que muchos ni siquiera llegan a alcanzar -decidselo a todos los clones de Jim Lee- con lo que muy pocos son capaces de cambiar de estilo, cambiar su voz. La IA no deja de ser un vampiro que les chupa la sangre, les roba todo. Y aun así, ésto no es nuevo…

Hayao Miyazaki's thoughts on an artificial intelligence

En realidad en este video Miyazaki no está atacando a la IA en sí, si no al hecho de que el modelo que le habían enseñado se arrastraba por el suelo y era una imitación de alguien que no podía levantarse intentando hacerlo. Y éso le disgustaba porque le parecía un insulto a toda la gente que sufre diariamente por no poder levantarse. Pero…

Porque mirad si no al propio Jim Lee, o a Jack Kirby. Montones de editores les dijeron a sus dibujantes que tenían que copiar a ese dibujante, que necesitaban replicar ése estilo. La IA (hipoteticamente) ahora se lo pone fácil, tienes un Miyazaki perfecto con nada. Haces un trailer de El Señor de los Anillos con solo gastarte 300 euros que queda perfecto, no tienes que pasarte años pintando cada cuadro de animación ni aprendiendo a dibujar. Porque ésa es otra, fuera de la explotación comercial, lo que mueve a un chaval a empezar a dibujar es contar sus propias historias. Leer Spiderman y decir «quiero más historias de Spiderman, quiero hacer mis historias de Spiderman, quiero dibujar como John Romita». Y de ese aprendizaje de copiar a Romita aprenden y aprenden hasta llegar a copiar a otros, dibujar del natural y aprender realmente a dibujar, creando su propio estilo. A veces muy deudor de sus inspiradores, otras veces completamente distintos; no lo olvidemos, Bill Sienkiewicz empezó como un clon de Neal Adams; ¿qué hubiera pasado si el bueno de Bill hubiera descubierto que por 5 dólares podría haber creado un Batman perfecto, al estilo de Adams? ¿Habría aprendido a dibujar?

Los de la IA le tenían ganas a Miyazaki, sí.

Seguramente sí, o no. O yo que sé. Sinceramente, cuando eres un crío no sabes muy bien por dónde te da el aire, con lo que estoy convencido de que muchos nunca cogerán el lápiz porque la IA se lo pone más fácil, y nunca descubrirán un hobby -o una profesión- apasionante. Cuando decimos «me gustaría hacer películas» muchas veces estamos diciendo que lo que nos gusta es la idea de haber hecho una película, no de hacerla de verdad. Porque el acto de creación es uno muy sacrificado que para mucha gente no merece la pena, con lo que se quedan por el camino, mientras que otros descubren que sí, que les gusta escribir un post en un blog roñoso tanto o más que ver publicados sus artículos o sus novelas. Miyazaki y su Estudio Ghibli -igual que Pixar- es uno de los mayores motivadores vocacionales que hay entre la chavalería, para bien o para mal, ¿qué sentido tiene aprender a tocar la flauta travesera si con tres o cuatro líneas ya tienes a una IA componiéndote una sinfonía? Sí, alguno me dirá que ésto sirve para «librarse de los impostores», que si vamos a lo darwinista hay mucho artista de boquilla y ésto hace que sólo los verdaderamente comprometidos con el arte lleguen a ser artistas, pero de verdad, muchos de los artistas actuales viven de dar clase a otros artistas porque su trabajo no les da realmente de comer.

Por supuesto, buena parte de los «generadores» de imágenes están haciéndolas «por las risas».

Que no nos engañemos, la tecnología iba a llegar a ésto tarde o temprano. Necesita una regulación, necesita que nos demos cuenta de hasta donde puede llegar -que tiene límites, por mucho que a los ayatollahs de la IA les guste decir que no- y necesita que nos adaptemos a la nueva realidad. Al final el acto de la creación es mucho más que tener una idea, por mucho que a los adeptos de la nueva tecnología les de por pensar que no. Yo mismo no tengo ni idea de música y me parece que las creaciones hechas por IA son bastante pintonas, a pesar de que la gente que conozco con cierto conocimiento en el tema me asegura que ocurre lo mismo que con la IA figurativa. El problema no deja de ser que la IA ya está llegando al umbral «Rob Liefeld», el de que buena parte del público, del comprador, no vea la diferencia entre «lo natural y lo artificial». Y éso es lo terrorífico, porque en el momento en que las grandes corporaciones consideren que con la calidad Rob Liefeld ya vale, todo será a lo Liefeld y el motor industrial del cómic, el cine y la música desaparecerá porque es mucho más barato gastar en tokens que en darle un royaltie a Madonna.

Ojo que la carta es falsa, es solo el creador de la «herramienta» queriendo que le hagan casito…

 

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