Si hará unos diez años, cuando se anunció la colaboración entre Marvel y Sony para traer a Spiderman al MCU, me hubieran dicho que lo único que sacaría Sony de aquello es la recaudación masiva de las películas de Spiderman y el éxito parcial de las de Veneno, no me habría sorprendido mucho. Me habría sorprendido más al ver cómo eran las películas de Veneno, no me habría dado ningún susto al saber que películas de Morbius, Madame Web o Kraven se la habían pegado en taquilla y, lo que desde luego me habría sorprendido, es que el mayor éxito de Sony iba a ser el Spiderverso de Miles Morales, películas de animación que se lo ponían difícil a Pixar para mantener su indisputada corona en los Oscars. Y aun así pues oye, la visión general del Sonyspiderverso es la de un fiasco tremendo, sobre todo por lo mucho en que se empeñaron en montarse su universo paralelo al MCU.
Pero Sony puede darse perfectamente con un canto en los dientes, porque el balance global es bueno. Las películas de Spiderman, cuya recaudación recogen en su integridad a cambio de un fijo para Marvel Studios, han ido aumentando sus ingresos más y más, con lo que los fracasos de Morbius o Madame Web, al margen del recochineo, se han amortizado de sobra. Tiran la toalla ahora sí, pero tiran la toalla con Kraven, una película que llevaba en preproducción desde 2017 y que con este estreno navideño sin grandes competencias de Star Wars o Avatar seguramente consiga amortiguar el golpe. No conozco a absolutamente a ningún fan de los cómics que estuviera interesado en una película de Kraven en solitario, aquel personaje de circo con cara de Omar Shariff creado por Stan Lee y Steve Ditko en una época en la que casi todos los villanos de Spiderman tenían que ver con un animal, con lo que era lógico que Spiderman acabara enfrentándose a un cazador. Kraven siempre fue uno de los villanos más famosos del personaje, pero aun así dentro de ellos no dejaba de ser el peor, estando incluso por debajo de Electro. Kraven no tenía grandes historias a sus espaldas, y la más importante no dejaba de ser La Última Cacería de Kraven, demasiado oscura y crepuscular como para ser adaptada como primera película del personaje. Aun así, Sony barajó en todo momento adaptar dicho cómic de JM DeMatteis y Mike Zeck, y solo decidieron no adaptarlo cuando se llegó a la decisión de que lo propio era hacer una primera película de origen y otra con la adaptación, con una presumible aparición en la hipotética película de los Seis Siniestros y hasta -soñaban salvajemente estos de Sony- un enfrentamiento entre Spiderman y Kraven en una de las películas del trepamuros. Por supuesto, Marvel Studios se negó a estas cosas, y aunque en un principìo se barajó la posibilidad de que Kraven fuera el antagonista del Spiderman 4 de Raimi y el 3 de Watts, no hemos tenido una sola adaptación de Kraven a la gran pantalla hasta esta misma película. Y la película es… Mala.
No aprendiendo en absoluto nada de los fiascos anteriores, Sony repite esos mismos errores mostrando versiones aguadas de los personajes de los cómics, mostrándonos un personaje a medio cocinar durante casi toda la película que acaba siendo el que conocemos en la escena final, villanos que se llaman como los de los cómics pero con grandes o pequeñas diferencias que no acaban de funcionar. La película, que dura poco más de dos horas, se pasa más de una hora creando un trasfondo para Kraven, su hermanastro y su padre, pero a la vez tampoco nos cuenta gran cosa. Y seguramente en Sony se dieron cuenta, porque la película empieza con una secuencia de acción de diez minutos que no tiene mucho que ver con la historia principal para pasar a hacernos un flashback de una hora a la juventud del personaje, contándonos lo mal que lo trataba su padre, un mafioso ruso interpretado por Russel Crowe, que estaba obsesionado con la debilidad y la caza. Kraven es atacado por un león que lo arrastra por media sabana pero no se lo come, para acabar encontrándose con Calipso, la hija de dos abogados y nieta de una hechicera Vudú aficionada al tarot -toma el combo- la cual decide salvar su vida con una poción mágica que le dió su abuela y que ella le había hecho prometer que solo usaría en situaciones especiales porque era el legado de su familia y no se qué. Y sí, el león se lo deja ahí a Calipso y se va sin decir nada, porque debía de ser el destino de Kraven o algo. Yo que sé.
Como consecuencia de tomarse la poción, Kraven gana varios superpoderes entre los que destaca el no hacerse ampollas al derrapar a pie desnudo sobre el asfalto, cosa que cada vez que lo veía durante la película me ponía de los nervios, además de superfuerza, supervelocidad, una resistencia sobrehumana y no romperse jamás un hueso. Decidido a defender al mundo animal de los excesos de los cazadores furtivos, Kraven se instala al este de Siberia y se dedica a eso, a «cazar humanos». Por supuesto, no tarda en reencontrarse con su padre y su hermanastro, además de dos versiones bastante chuscas de enemigos de Spiderman que han sido totalmente remezclados porque no debían de hacerle mucha gracia a la gente de Sony. Tenemos un Rino que lleva una mochila con un suero para no transformarse en Rino y que es el jefe de una banda mafiosa que amenaza el imperio criminal del padre de Kraven, además de una versión del Forastero -aquel villano de Spiderman de los 80- que tiene más interés que el del cómic porque, a fin de cuentas, el Forastero del cómic era un asesino a sueldo buenísimo y nada más, mientras que este tiene un poder parecido a detener el tiempo por unos tres segundos y es un efecto curioso, sobre todo cuando nos damos cuenta de que Aaron Taylor Johnson en el MCU es nada más y nada menos que Mercurio, otro que también vive en un mundo a cámara lenta.
Llegados a este punto, entenderéis que el deciros que la película no merece la pena es una perogrullada enorme. Éso lo sabíais ya antes de que la película se estrenara, así que la confirmación casi es irrelevante. Y aun así, me da pena que Sony no vaya a hacer más intentos de estos, porque quieras que no en un año en el que Marvel sólo tuvo una película y DC ninguna (bueno, Joker 2), era refrescante el que Sony tuviera dos, aunque fueran estas dos atrocidades. Me corrijo, Kraven no es atroz, solo es aburrida, innecesaria y aunque tiene alguna secuencia de acción bien hecha (aunque algunos efectos especiales… Ugh, y mira que no me gusta hablar de estas cosas), no vemos nada en ella que pueda decirse que es original. Las motivaciones de los personajes son bastante flojitas -personajes como Calipso son bastante lamentables en ese sentido- y el dramático giro final de la película me resultó tontorrón y ridículo, a la vez que previsible. Y mira, en eso tienen mérito, que algo te parezca previsible y a la vez ridículo, que su ridiculez no te sorprenda porque ya te lo esperabas, es algo realmente complicado de hacer, así que oye, viva Kraven.
Ni os molestéis en verla.