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El regreso de Alan Davis a Excalibur: Wizard, The Guide to Comics #6 (III)

Seguimos con el repaso a los primeros números de Wizard con una entrevista a Alan Davis, que en aquel momento acababa de volver a Excalibur para iniciar su etapa en solitario. La situación hasta ese momento había sido un tanto penosa, porque el título había empezado como una especie de versión de lujo de X-Men, con mejor papel y con algunos de los personajes más queridos de la serie original, para acabar teniendo un baile de autores cada vez más lamentables que no acababan de saber que hacer con la serie. Siempre se dijo que Davis iba a volver a la serie, pero su regreso se fue alargando y alargando hasta el punto de que buena parte de los lectores se olvidaron de Excalibur, estando como estaban tan concentrados en los Liefeld, Lee y demás. Pero cuando menos se esperaba, volvió.

La cosa empezó estupendamente, pero acabó con Alan Davis con muchas prisas.

Y volvió, pero volvió tarde. Claremont ya se había cansado de ser mangoneado en X-Men y había salido de la editorial dando un portazo, con lo que ya era imposible que se reuniera de nuevo su dream team original. Por supuesto, la mayor parte de las tramas a largo plazo de la serie se habían quedado colgando, con lo que el trabajo de Davis en buena parte iba a ser uno de fontanería al tratar de acabar de finalizar las tramas de su etapa anterior antes de empezar las suyas propias, pero su vuelta se acabó retrasando una vez más y se tuvieron que hacer otros tantos números de relleno, esta vez a cargo del mismísimo Scott Lobdell, el chico para todo de Harras en aquellos años. Lobdell arreglaría algunas cosas por encargo del propio Davis, concretamente los problemas en los poderes de Kitty y Rondador, y Davis volvería a la serie a la altura del número 42, con la idea de atar todos los cabos sueltos para el número 50. Algo de ello se hizo, no todo, y la etapa de Davis se fue prolongando durante más de un año más con algunos altibajos a cargo de autores como Scott Lobdell (omnipresente en los mutantes de la época, sí) o un novatísimo Joe Madureira. Para entonces buena parte de los lectores habían abandonado el barco cansados de tanto altibajo, con lo que muy acertadamente y aprovechando la visita de Davis a un salón del cómic, Forum acabó publicando un tomo reeditando estrictamente solo el material escrito y dibujado por Davis, saltándose buena parte de la morralla y dándonos la imagen de que la etapa de Davis había sido estupenda, a pesar de que buena parte de su trabajo se notaba acelerado.

Éste era el tomo, muy apañado él.

Y así empieza precisamente Davis su entrevista, reconociendo que si dejó originalmente la serie fue porque no daba abasto con las fechas de entrega porque recibía los guiones tarde, y sus cómics cada vez parecían más apresurados. En ningún momento le echa la culpa de esto a Claremont directamente, que era conocido por ser un guionista lento y en aquel momento trataba de hacer malabarismos manteniendo tres o cuatro series a la vez, pero se sobreentiende que, aunque los dos trabajaran juntos la mar de bien, ninguno de los dos disponía dle tiempo suficiente que el título requería y así se fue la colaboración al cuerno. Si Harras hubiera sido un poco más hábil tal vez habría podido convencer a Claremont para que se tomase un año sabático en X-Men para poder volver más tarde con renovadas energías, pero claro, Harras ni se imaginaba que Lee, Portaccio y Liefeld se le iban a largar a montar su propia editorial…

El pollo kamikaze con el que empezó la etapa Davis.

Curiosamente Davis dice que hay tramas que no va a cerrar como las de Jamie Braddock, Vixen, Saturnina y Courtney Ross, porque supuestamente Claremont hará una novela gráfica para cerrar todas esas tramas. Esa novela gráfica nunca existió y el único «proyecto perdido» parecido de Claremont por la época que se conoce fue True Friends, la serie limitada de Kitty y Rachel viajando a los años 30 (me aterra pensar que dentro de nada lo de hablar de los años 30 vaya a producir dudas entre los del siglo XX y los del XXI). Añade Davis que no piensa hacer más historias largas tras el número 50, y que el grupo más o menos se mantendrá en su alineación, y que añadirá cuatro nuevos personajes. Va más allá, prometiendo que a partir del 50 el grupo empezará a moverse por toda Europa, cosa que nunca acabamos de ver. Niega también que fueramos a ver un cruce con X-Men -aunque el grupo si que apareció «de aquella manera» después del número 50, reconociendo que se hacía para subir ventas- cosa que finalmente ocurriría con la Patrulla X de Lobdell.

Anda que no tenía delito que vendiera menos el Excalibur de Davis que las barrabasadas de Jim Lee, pero así estaba el percal…

Davis también habla de que le gustaría volver a trabajar con Claremont -lo haría, en una pequeña colaboración en Sovereign Seven y mucho más tarde ya en Marvel de nuevo- pero niega la existencia de una novela gráfica de Rondador Nocturno junto a él en la que hipotéticamente se aclararía el origen del personaje. Preguntado por su faceta como guionista, y sabiendo que por la época había mjucho dibujante escribiendo sin dar ni una, Davis dice que no cree que Marvel le hubiera cogido para escribir una serie si no fuera porque también la estaba dibujando. Que no le darían un encargo solo por sus «virtudes como escritor», a pesar de que su etapa en Excalibur -y años después, en X-Men- demostró bastante a las claras que era capaz de ganarse el salario con creces.

Anda que no le dan vueltas a la tontería esta.

Pasando a un tema completamente distinto, Pat McCallum en vuestra columna de especulación favorita, Coleccionando Cómics en los 90, habla sobre los códigos de barras y por qué en algunas ediciones son sustituidos por pequeños dibujitos. Comenta que los cómics vendidos a librerías no son retornables, con lo que el código de barras no es tan útil para las devoluciones -pero sí que lo es para el vendedor, que no veas lo cómodo que es picarlo con la maquinita en vez de escribir enterito «Superman El Hombre de Acero Annual 12»- por lo que las editoriales experimentan con sellos especiales como una cabeza de Spiderman o la conmemoración del 50 aniverario del Capitán América, o incluso añaden información a la portada sobre los contenidos dentro del propio cómic. Luego, y ya metiéndose en la especulación, viene a decir que no suele importar mucho.

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