Ya iba tocando volver a hablar de libros por aquí y para ello nada mejor que con un clásico de la década de los sesenta como es el Simulacron-3 de Daniel F. Galouye, conocido por aquí también como Mundo Simulado. Una novela que trata temas tan interesantes como el cuestionamiento de la realidad o del propio yo, y que pese a que se queda algo corta en algunos aspectos, resulta una lectura de lo más recomendable no solo por lo pionero de muchas de sus propuestas sino por lo influyente que ha sido, llegando incluso a inspirar alguna adaptación que otra. Así que tras la advertencia de rigor de que inevitablemente caerá algún SPOILER que otro (aunque intentaré que sean los mínimos) vamos a abandonar nuestra realidad y meternos de lleno en este mundo en el que las cosas no son lo que parecen.
Tras la muerte de su mentor, Douglas Hall se ha convertido en el responsable del proyecto Simulacron-3, una realidad simulada en un ordenador a través de la cual se pretende realizar análisis sociológicos que permitan mejorar las condiciones de vida de la humanidad. Pero Hall no tarda en descubrir que su jefe tiene unos planes muy diferentes, y siniestros, para el simulador y que quizás la muerte de su mentor no fuese un accidente como creía todo el mundo. Pero a medida que su investigación sigue avanzando, Hall comenzará a cuestionarse todo aquello en lo que creía y sentirá que la propia realidad comienza a desmoronarse a su alrededor…
Aunque en la entradilla hablo de lo pionero que fue en algunos aspectos este libro cuando se publicó en 1964, es cierto que los temas que trata no eran precisamente originales. Buena parte de la obra de Philip K. Dick gira en torno al cuestionamiento del Yo y la realidad, en 1935 Stanley G. Weinbaum publicó el relato “Pygmalion’s Spectacles/Las Gafas de Pigmalión” que mostraba una realidad virtual muy similar a lo que entendemos hoy en día por ese término y Frederik Pohl, uno de mis favoritos del género de la ciencia ficción, también tocó temas similares en su relato «The Tunnel Under The World/El túnel bajo el mundo”.
Pero pese a ello este libro de Daniel F. Galouye resulta de lo más interesante por cómo aunó ideas que llevaban mucho tiempo dando vueltas por ahí (que se lo digan a Calderón de la Barca si no) y construyó con ellas una historia apasionante pese a que podría haber dado más de sí. Ideas que dieron para un par de adaptaciones de lo más dispares, por un lado tenemos «World on a Wire/Welt am Draht», la miniserie para la televisión alemana que dirigió Rainer Werner Fassbinder en 1973 (que aún no he visto pero que me han recomendado muchísimo), y por otro lado la más convencional «The Thirteenth Floor/Nivel 13», la adaptación estadounidense de 1999 con la que descubrí esta historia.
Una historia que aunque he disfrutado mucho y propone muchas ideas interesantes, no puedo negar que cuenta también con algún pequeño “problema” que otro. Y es que esta novela tiene un pequeño “problema”, por llamarlo de alguna forma. En su planteamiento Galouye peca de cierta ingenuidad o inocencia, hay momentos en los que esto casi parece como si en lugar de ser un libro de principios de los sesenta fuese un pulp de los treinta, lo que provoca que muchas de las propuestas más interesantes de la historia se diluyan un tanto, siendo al final la obra más sencilla de lo que podría haber sido. Siendo el mejor ejemplo de ello como tras cruzar el ecuador de la novela, y tras jugar con la percepción del lector sobre lo que está sucediendo realmente, que es real y que no, la historia tira por el camino más predecible llegando a telegrafiarnos el final de la misma a través de una descomunal “Arma de Chéjov” de manual.
Y aunque sé que esto pueda echar para atrás a quienes busquen algo más profundo o complejo, para alguien acostumbrado a leer ciencia ficción de la tontorrona, de cuando sus autores especulaban con exuberantes junglas en Venus, ordenadores atómicos de bolsillo y mochilas cohetes para todos a finales del siglo 20, esto no ha sido ningún problema serio. Aunque obviamente es una auténtica lástima que Galouye no desarrollase en más profundidad muchas de las ideas de este libro y dejase tantos aspectos del mismo con mucho potencial por desarrollar.
Pero pese a esos pequeños escollos no especialmente molestos, Simulacron-3 cuenta con muchos puntos interesantes que vale la pena descubrir. La sociedad comercializada hasta extremos inhumanos en la que vive el protagonista, donde hordas de encuestadores tienen el derecho de acosar en cualquier momento y lugar a todo el mundo para pedirles su opinión sobre tendencias de moda o decisiones gubernamentales, es una idea increíble y aterradora que me gustaría volver a ver explorada. También resulta muy interesante, aunque a estas alturas ya lo tengamos muy visto, como el protagonista comienza a darse cuenta de que a su alrededor está sucediendo algo que no es normal. Y aunque como decía más arriba se pasa un poco por encima, los elementos filosóficos de la historia, sobre identidad, realidad, etc., son cautivadores. Una pequeña muestra de que pese a su sencillez en algunos aspectos, estamos ante un libro que vale la pena leer.
Aunque pese a que he disfrutado muchísimo con la lectura de este libro, y pienso rastrear el resto de la bibliografía de Daniel F. Galouye, no puedo evitar sentirme algo culpable al estar recomendando por aquí un libro que no se ha reeditado en nuestro país desde hace más de cincuenta años (como sucede con el resto de su obra ya que estamos) y que solo se puede leer o teniendo la misma suerte que yo rebuscando en librerías de segunda mano o rebuscando en otros sitios que Diógenes no me deja mencionar, aparte claro está de buscar ediciones en inglés aunque ni ahí resulta fácil conseguirlo todo. Pero sea cual sea el formato en el que se acabe leyendo, Simulacron-3 es una obra que vale mucho la pena descubrir.