Lo siguiente que tenemos en la revista es un artículo de cinco páginas sobre la película Rocketeer. siendo dos de ellas una foto de una explosión durante el rodaje, tampoco es que sea un articulazo. No tengo gran cosa que destacar del texto, más allá de que destacan que Jennifer Connely es idéntica a la Betty del cómic, la cual a su vez era un clónico de la modelo pin-up Betty Page que, aparte de ser morena, no la veo muy parecido a Connelly. Y que narices, el actor protagonista, Bill Campbell, dice que ella es «más allá de imponente (…) Lo que es más, su belleza física sería insignificante si no fuera tan buena persona. Su verdadera belleza es que es buenísima persona». Ya, bueno, y también es buena actriz, ¿no? Quiero decir, porque esta chica para entonces había trabajado con Sergio Leone, Dario Argento, Jim Henson y George Lucas, ¿eh? Pero bueno oye, que supongo que el tiempo ha puesto a cada uno en su sitio.
Dejando esto de lado, seguramente el siguiente y último artículo de la revista sea uno de los más jugosos, sobre todo teniendo en cuenta la atmósfera del momento; «Recordando al Intermediario» se llama, y en él se viene a hablar de la opinión de las distribuidoras de cómics, el elemento entre editorial y libreros. Para entender el artículo en toda su dimensión, hay que tener en cuenta que la distribución de cómics a finales de los 80 prácticamente ha dejado de ser a través de kioskos y supermercados para volcarse casi por completo en librerías, con lo que las redes de distribución tradicionales han dejado paso a dos directas a las librerías de cómics que monopolizan en ese momento Capital City Distributors -que publican el catálogo Advance Comics, el Venca de las librerías de la época- y Diamond Distributors, que pocos años más tarde se harían con el grueso del negocio y publicarían hasta nuestros días el catálogo Previews. Tanto Advance Comics como Previews eran básicamente lo mismo, un listado enorme -con lomo y todo- impreso en papel malillo en el que nos venían a avanzar los cómics de dentro de un par de meses para que fuéramos encargándolos en nuestra librería de confianza. Solían incluir algunos artículos y montones de ilustraciones que acabaron en las carpetas de los frikis de la época (yo incluido, sí). Lo importante es que en este momento estamos hablando prácticamente de un cartel en el que entre ellos se reparten toda la distribución, y aunque había algunas distribuidoras menores como Heroes World -que acabaría siendo comprada por Marvel- el dominio de Advance Comics fue indiscutible durante años.
El artículo destaca la importancia de los intermediarios y el desconocimiento de los lectores sobre los mismos, afirmando la importancia de la opinión de estos porque claro, en aquel momento el 80% de los cómics que llegan al consumidor dependen de ellos. Todos se vanaglorian de lo mucho que ha crecido su mercado y hasta el copropietario de Capital City, John Davis, destaca que ha «aumentado su cuota de mercado» (traducción: se han comprado a otra distribuidora) y que ahora han diversificado su producto incluyendo cromos y juegos de rol; entendámonos, las librerías pasaron a vender solo cómics a vender también rol y cromos de todo tipo, sobre todo juegos de cartas como Magic. Personalmente -ya sé que no todos comparten mi opinión- entiendo que las librerías necesitaran de estos productos para «sobrevivir», pero el que se me amontonaran en la puerta de la librería los pesados con los archivadores de Magic intercambiando cartitas me sacaba de quicio. Yo quería entrar, comprar mis tebeos y largarme, y aquellos pesados estaban por todos lados. Luego ya podríamos hablar sobre el término «friki», que parecía englobar una diversidad de aficiones que en realidad no tenían mucho que ver y que aun así pues ahi me las tenían todas mezcladas. En fin, que sigo.
Se queja el copropietario de Capital de que aunque el mercado haya crecido, realmente no han aumentado las ventas de las propias series. Que se dan crecimientos puntuales y el mercado ha crecido, pero que cada ejemplar de Amazing Spider-Man sigue vendiendo lo mismo que hace tres años. Vamos, que la burbuja hace que puntualmente se vendan ciertos números de la serie, pero en el global la serie vende o mismo, y añado yo que cuando se vayan los especuladores la serie venderá muchísimo peor. Hablan también de que el 70% de las ventas es planificada, por encargo al catálogo, contra un 30% comprada por «impulso»; de ello deducen que los cómics comprados por ese 70% son de «coleccionistas», no queriendo decir con ello que sean especuladores si no gente que sí, que guarda los tebeos y no los tira después de leer -¿EXISTE GENTE ASÍ?-. Y va más allá diciendo que «creo que muchos coleccionistas son pequeños especuladores, que compran dos o tres copias de cómics que creen que podrían subir de valor. Hay algunos especuladores que compran cientos de ejemplares o cajas enteras, pero estimo que son minoría». Cajas. Que nadie se engañe, algunos de esos especuladores eran libreros que hacian pedidos a fondo perdido, y así es como alguno acabó con tantos números 1 de X-Men que pudo alicatar un baño.
Davis añade que la especulación ha bajado desde los tiempos de mediados de los 80, pero que siempre habrá cómics como Spider-Man o X-Force con los que parece imposible quemarse con la especulación (espera un par de añitos, campeón, ya verás la hostia). Mientras tanto, el director de marketing de Diamond comenta que «la industria está en una encruciijada, más empresas están creando material para consumo de masas, merchandising de películas y temáticas más adultas. He oído que la industria podría volver a sus cifras de los 40, cuando un cómic vendía millones de copias contra los cientos de miles que se venden hoy.» Irónicamente, el anuncio que vemos en la siguiente página es este:
Ocho millones de copias vendió este cómic, con el truco de las portadas y de la especulación, batiendo un record histórico que nunca se ha logrado sobrepasar, y a día de hoy, con lo digital y todas esas zarandajas, creo que podemos dar por imposible que un cómic vuelva a vender tanto. Jim Lee sigue dibujando horrible y el significado de un número uno de La Patrulla X, algo que en aquel momento no se había dado en treinta años, hoy en día está completamente devaluado, hasta el punto de que ahora mismo creo que Uncanny va por su volumen 6 -aunque podría equivocarme y ser 4 o 7-. La verdad es que, una vez terminado este repaso al primer número de Wizard, me queda una sensación más agria que dulce, sobre todo cuando veo de reojo el 2 con una entrevista a Claremont contando sus sueños y esperanzas para X-Men… Así que supongo que tendré que seguir repasando las Wizards. Tal vez más por encima y no página a página, centrándome en lo interesante y en los excesos del momento. Yo que sé, supongo que es una buena sección para este verano.