A Chris Claremont le brillan los ojos cuando lo cuenta. Se le ve encantado de hacerlo, y hasta parece que se pone nervioso. Le asoma la sonrisa y se incorpora hacia su interlocutor, como si fuera a revelar un secreto que solo unos pocos elegidos conocen. Empieza a hablar con un tono calmado, más lento de lo habitual, para que cuando llega el momento clave, soltarlo más rápido y detenerse en seco. Se queda mirando, como esperando una reacción, y en cuanto la obtiene sonríe de oreja a oreja, se aleja y vuelve a hablar como una ametralladora. Sin embargo, siempre hay algo de melancolía en ese secreto mil veces revelado, porque quieras que no la realidad siempre se impuso y la verdadera historia de los orígenes de Kurt Wagner siempre se quedó fuera de las viñetas, una historia no contada. Hasta la semana pasada.
Reivindicar a Chris Claremont y su trabajo es algo que siempre hemos hecho de mil amores, pero hay que entender también que su gran diseño, su catedral del género superhéroico, se realizó en muchas ocasiones en base a ideas no realizadas o reformuladas. Dejando de lado a Piotr Nikolaievitch Rasputin, el resto de nuevos miembros de la Patrulla X eran un lienzo en blanco; el de Tormenta era «una copia de Modesty Blaise», Lobezno directamente no contaba su pasado y Rondador en un principio iba a ser hijo de Pesadilla, el enemigo del Doctor Extraño; sin embargo, Roger Stern (guionista de Doctor Extraño y futuro editor mutante) se opuso por completo a la idea y a Len Wein tampoco le gustó, con lo que Claremont acabó contando un transfondo de Kurt en el que había sido adoptado por gitanos de los brazos de su moribunda madre, para crecer feliz en el circo familiar hasta que mató a su propio hermanastro en una pelea y fue repudiado por su madre adoptiva (que era bruja), para más tarde y ya dentro del grupo tener una relación sentimental con su hermanastra que se había camuflado mágicamente (porque también era bruja) para poder estar junto a él. Sumado a su condición de mutante azul y aspecto demoniaco, estaba claro que Kurt no era un personaje sencillo, pero lo que corona el rompecabezas en su primera época -hasta el final de Claremont y Byrne, más o menos- es su enfrentamiento a la nueva Hermandad de Mutantes Diabólicos, ahora liderada por una tal Mística que, en pleno Días del Futuro Pasado, protagoniza esta viñeta:
«-Tu piel, tus ojos… Si es que ésa es tu verdadera forma, ¡dios mio, nos parecemos muchísimo!» «-¿Podría ser, Kurt Wagner, que no eres tan único como tu pensabas?» «-Tú… ¡Sabes mi nombre! ¿Quién eres?» «-Pregunta a tu madre, Margali Szardos. ¿Quién debería saberlo mejor que ella?» Y hasta ahí, porque lo siguiente que hace es esfumarse como buena villana. De esta escena podemos deducir que Mística conoce el pasado de Rondador, que Margali Szardos puede que sepa más de lo que parece -o no, puede ser un engaño- y lo más interesante de todo esto, que hay una relación entre ella y Rondador que hace que el ser azul no sea algo tan raro, tan especial. ¿Estaba Claremont sugiriendo que Mística y Rondador pertenecen a una especie de subraza mutante o algo parecido? El peculiar atuendo de ella y su nombre hacen pensar que está algo relacionada con la brujería, y la especulación de la época fue en esa dirección. Que igual Rondador si que tenía algo de demonio, yo que sé.
Más o menos a la vez -en realidad unos meses antes- se publicaba el annual 4 de X-Men, el de «El Infierno de Rondador», en el cual se revelaba todo aquel trasfondo místico (heh) del personaje. Claremont está pensando mucho en los orígenes del personaje, y con la salida de John Byrne y el regreso de Dave Cockrum a la misma parece que el foco se va a poner sobre el bueno de Kurt… Pero no pasa eso, porque pasa a recaer sobre Tormenta y Kitty. Cuando Mística reaparece, Kurt está lejos de la acción, y a pesar de que llega a ser detenida por la policía militar, nunca llega a preguntarle sobre sus orígenes (hay que reconocer que ya por aquel entonces el grupo estaba en una posición bastante complicada con respecto al estado, con lo que es normal que Kurt no fuera de visita al guantánamo de turno). A partir de ahí, Kurt está «ausente» o directamente de baja hasta la muerte de la Patrulla X. Ya digo, no da la sensación de que la relación de Mística sea tan directa como la que tiene con Pícara desde un principio -cuando se establece que ella y Destino poco menos que la han criado, aunque solo fuera para convertirla en un agente del caos- pero lo que desde luego que es innegable es que Destino y Mística tienen una relación muy muy muy estrecha.
Hacia el número 200 de Uncanny, Claremont hace un amago de contar el origen de Rondador, y lo publicita como tal en un cómic dibujado por June Brigman que arranca con Rondador aullando a la luna (porque acaba de romper con Amanda Sefton, yo todavía no entiendo nada) y en el que acaba enfrentándose a Arcade, que está intentando matar a la princesa Judith Rassendyll, último miembro de la familia Elfburg y reina de Ruritania. Se suponía que esto era el principio de una historia de Kurt en solitario en la que se resolverían sus orígenes -me da que no veríamos a Mística- pero al final se vino todo el asunto de la Masacre Mutante por un cabreo de Alan Moore y Judith acabó siendo coronada por su cuenta y sin Kurt porque este volvió a la Patrulla X. La cosa quedó un pelín chapuza, pero el pobre Rondador tenía cita para ser vapuleado por los Merodeadores, caer de baja y así librarse de morir en Dallas junto al resto del grupo. Con Kurt ya en Excalibur y Mística llegando hasta a unirse a una nueva encarnación muy fugaz de la Patrulla X tras la muerte de Destino, el gran secreto parece que va a revelarse en una novela gráfica del grupo a cargo del propio Claremont y Davis, recuperando una vez más la idea de que Mística tiene algo que ver en el origen, pero el cómic no llega a realizarse y nos volvemos a quedar con las ganas hasta la marcha de Claremont de Marvel. Y entonces llegó Scott Lobdell.
Lobdell mezcla la historia de Graydon Creed, supuesto hijo de Mística y Dientes de Sable, con Rondador descubriendo que Mística era su madre. Y ya está, no hay mucho más que contar, habla de la mutante tirando a Rondador «al río» para salvarlo de un linchamiento y se queda tan ancho. El origen es chapucero y contado en una historia completamente irrelevante, y todo esto a pesar de que el propio Lobdell reconoce conocer ya por entonces los planes originales de Claremont para revelar que el padre de Rondador era Mística y su madre Destino, cosa que para él «no tenía mucho sentido porque conllevaría que Mística pudiera hacerse crecer genitales masculinos y generar esperma o que Mística en realidad fuera un hombre que siempre se disfraza de mujer, supuestos muy improbables.» Claremont siguió contando su idea original a todo el que le preguntara, sobre todo porque daba por hecho que no volvería a escribir mutantes y que la historia de Lobdell no era retconeable. Y aun así, hubo alguien que quiso rizar el rizo…
The Draco es una historia de Chuck Austen -su canto del cisne, por así decirlo- en la que se intenta reconciliar el origen de Lobdell con el que Claremont pensó en un principio, el de que Pesadilla fuera el padre de Rondador y que cada vez que se teleportase se diera un paseo por el reino de su padre; Austen sustituye a Pesadilla por un mutante antediluviano llamado Azazel (perteneciente a una raza de mutantes demoniacos exiliados a una dimensión de fuego y azufre, sí), que tuvo una aventura con Mística mientras ella vivía del cuento como la señora de un noble alemán llamado Christian Wagner, y de la relación entre ambos ella se quedó embarazada, tras lo que Azazel pegó la espantada y la dejó plantada. Cuando Mística fue a dar a luz al supuesto hijo del barón, la pobre con los dolores se acabó destransformando y se volvió azul, con lo que al salir el niño azul y con rabo, los lugareños la tomaron por brujademonia y decidieron lincharla, con lo que ella tuvo que salir corriendo con el niño a cuestas y lo tiró al río porque es un desastre de madre. De Destino no se dice nada…
Hasta el tebeo publicado la semana pasada, el X-Men Blue Origins, en el que Si Spurrier decide reconciliar el origen de Claremont -el último de unos cuentos- y, aprovechando que en la era Krakoana ya se reconoce que Mística y Destino eran amantes y que hasta estaban casadas, se cuenta que Mística es el padre y Destino es la madre del chaval. Azazel se describe como un mamarracho posando de demonio con el que tuvo una fugaz aventura y también se cuenta que Mística y Destino no pudieron criar a Kurt porque también las quisieron linchar y Mística lo escondió en el bosque en un momento concreto para volver para rescatar a Destino, pero cuando volvió a por él el chaval ya no estaba porque se lo habían llevado los gitanos de Margali (a eso habría que darle una vuelta). El que Destino y Mística no volvieran a por Kurt jamás se explica diciendo que le pidieron a Xavier que les borrara todo recuerdo del asunto, que les hiciera creer que el chaval era hijo de Azazel y Mística -el origen de Austen- porque el que Azazel pensara que el chaval era suyo provocaría que el loco de los cojones no se pusiera a conquistar el mundo por miedo a tener que enfrentarse con sus múltiples herederos. Sí, es un poco confuso.
Valoro la intención de Spurrier de dejar las cosas «en su sitio», pero intentar a la vez cuadrar la parte de Austen en todo esto es un fregado que no le envidio a nadie. Es un encaje de bolillos bastante complejo al que pocos autores se quieren enfrentar hoy en día -directamente todo era mentira o, en el peor de los casos, prescinden de todo lo anterior como si nunca se hubiera contado nada al respecto- pero Spurrier y el editor Jordan White van con ello hasta las últimas consecuencias, y hasta tienen un agradecimiento especial a la escritora trans Charlie Jane Anders y a Steve Foxe; queda muy lejos aquel 1990 en el que Marvel no quiso ir con la idea. Y sin embargo, y visto como Jordan White está a punto de irse de los títulos de mutantes, me da la sensación de que para el editor todo esto no es más que una cuenta pendiente personal, algo que tenía que hacer antes de irse y que por eso se resuelve de forma tan apresurada. Hacerle justicia a Rondador y sobre todo a Mística y Destino, aunque hayan quedado demasiadas preguntas en la «solución», ahora el final canónico es el que es y lo que muchos ya pensábamos desde hace años ya es una realidad en viñetas, como siempre debió ser.
Es, en definitiva, un punto de partida en un entorno completamente viciado y tóxico, una primera piedra de cara a arreglar el pasado de los tres personajes que deja muchas preguntas para mañana -lo de la longevidad de Destino hay que mirarlo- pero que hoy podemos celebrar porque no deja de ser lo que los tres personajes necesitaban.