Hoy toca hablar de uno de esos animes que Diógenes tanto detesta, otro romance estudiantil (aunque no BL en esta ocasión, lo siento) Pero se trata de uno que sin llegar a ser rompedor o innovador, si que se aleja un tanto de la formula habitual en estos casos y sirve para romper algún estereotipo que otro. Y por todo ello, y porque de vez en cuando uno solo necesita disfrutar de una ficción sin grandes dramas y que dejen con un buen sabor de boca, es por lo que quiero recomendar Horimiya.
Kyouko Hori e Izumi Miyamura no podrían ser mas diferentes, ella es una estudiante brillante y extrovertida que siempre es el centro de atención, y el es alguien tímido y silencioso que pasa por las vidas de sus compañeros de clase casi como un fantasma. Pero un día el azar les lleva a encontrarse fuera del instituto y descubren con sorpresa que ninguno es exactamente lo que el otro creía, que esas imágenes que ambos han estado proyectando en el instituto no eran mas que fachadas que ocultaban quienes son realmente. Un conocimiento que hará que ambos se acerquen cada vez mas y se den cuenta de que ya no son capaces de estar sin el otro.
Antes de entrar en materia conviene explicar un poco sobre la existencia de esta serie ya que adentrarse en ella puede resultar algo confuso. Y es que la vida editorial de esta serie, que originalmente se titula Hori-san to Miyamura-kun, ha sido cuanto menos ajetreada. Todo comenzó en 2007 con un webcomic escrito y dibujado por el mangaka Hero (Hiroki Adachi) en ese formato de cuatro viñetas que los Japoneses llaman Yonkoma. El éxito del manga fue tal que un año mas tarde Square Enix (si, además de videojuegos también tienen una editorial) comenzó su publicación en tomos de los que entre 2008 y 2021 publicaron una primera serie de diez tomos a la que siguió una segunda de quince bajo el nuevo titulo de Hori-san to Miyamura-kun Omake. Pero paralelamente a esto, en 2011 y bajo el titulo de Horimiya, comenzó a publicarse un “remake” de la serie a cargo de Daisuke Hagiwara bajo la supervisión del autor original, con el objetivo de darle a la historia un “acabado” mas profesional (y sin duda llegar a un publico al que no le gustaba nada el trazo amateur del original), alcanzando este remake los diecisiete tomos.
Pero esta ajetreada forma de publicación también llego al anime, donde podemos encontrar tres series que llegan a superponerse. Entre 2012 y 2021 se estrenaron seis OVAs que bajo el titulo de Hori and Miyamura adaptaban la parte principal de la historia con un estilo visual que recordaba al trazo amateur del manga original. Una historia que al igual que en el manga recibió un remake que como sucedió en aquel caso también fue bautizado con el titulo de Horimiya y que en sus trece episodios, emitidos en 2021, adaptaba el mismo material que los OVAs pero con una estética mas profesional. Una segunda serie a la que siguió una tercera, Horimiya: Piece, que ambientada tras la graduación de los protagonistas contaba a modo de flashbacks las historias del manga que se habían quedado sin adaptar en la serie anterior. Y es de la segunda de estas series, Horimiya a secas, de la que quiero hablar hoy.
En la superficie Horimiya parece el enésimo anime de romance estudiantil de los que hemos visto incontables variaciones, pero esta serie contiene unos cuantos elementos distintivos que la alejan de lo habitual. De entrada quizás algo que sorprenda a muchos es que nos encontramos ante un Shonen y no ante un Shojo, una prueba de que esa noción de que el Shonen son las historias de acción, deportes y aventuras y el Shojo las de romance, no podría estar mas equivocada (un día habría que hablar de todos los estereotipos erróneos que rodean ambas vertientes porque son demasiados) y que al publico masculino también le gusta disfrutar de historias románticas como a quien mas.
Otro elemento distintivo de esta serie, y que muchos agradecerán, es que huye de ese “jugueteo” eterno de los protagonistas que se pasan la serie entera sin atreverse a declarar sus sentimientos. Aquí tanto Hori como Miyamura no tardan poco mas que par de capítulos en darse cuenta de que se han enamorado, se declaran su amor y comienzan a salir juntos, evitándonos soportar buena parte de esos tópicos del romance ya muy gastados (que ojo, bien llevados dan pie a buenas historias, pero están ya muy vistos) y nos permiten encontrarnos enseguida con lo que sucede después.
Y eso que sucede después. no es nada en concreto, o quizás lo es todo. Horimiya no posee ningún arco argumental a largo plazo ni ningún gran drama, es simplemente el día a día de una pareja de adolescentes y sus amigos en su ultimo año de instituto mientras se preparan para la vida adulta. Un aspecto en el que en ocasiones Hori y Miyamura ceden el protagonismo a esos compañeros en sus pequeñas historias, dos por episodio, en la que nos muestran los miedos e ilusiones que se tienen a esas edades y con las que incluso aunque nos quede muy lejos en el tiempo resulta fácil identificarse.
Aunque a pesar de esa imagen vamos a decir que “cuqui” de a serie, esta toca algunos temas que al menos en las historias de este tipo que veía en su día no eran para nada habituales. En la serie se nos muestra como los complejos por el físico llevan a algunos personajes (y masculinos nada menos) a abstenerse de participar en actividades como la natación por avergonzarse de su aspecto. También nos encontramos con la sorprendente revelación de que a Hori, pese a ser alguien muy fuerte e independiente, le encanta que de vez en cuando sean algo “duros” con ella, para la desesperación del pobre Miyamura a quien le cuesta horrores tratarla como a ella le gusta. Un aspecto este ultimo que me cuesta discernir (y no se si quiero hacerlo) si se trata de una forma de romper estereotipos o de una fantasía algo extraña del creador de la serie (y me temo que sera esto ultimo).
Pero sin duda lo que mas me ha sorprendido de esta serie es la forma en la que han tratado la evolución de Miyamura y el giro radical que dio su vida cuando comenzó a dejar que otros le viesen como era realmente y se abrió a quienes le rodeaban. A lo largo de la serie se nos va mostrando como esa forma de ser apocada y fría nació como mecanismo de defensa a raíz del acoso y desprecio que sufrió durante su infancia simplemente por ser mas tímido que sus compañeros. Algo que le llevo a aislarse de todo, a odiar los recreos y a quienes tenían grupos de amigos porque le recordaban lo solo que estaba. Algo que como se revela en un episodio bastante duro, en el que durante un sueño el Miyamura del presente se encuentra con su yo pasado, este llego a querer morirse para dejar de sentirse asi.
Todos estos elementos, sumado a su corta duración (trece episodios esta serie y otros tanto su secuela) convierten a la historia de Hori y Miyamura en algo perfecto para desconectar de todo y pasar un buen rato disfrutando del día a día de este pequeño y entrañable grupo de amigos que poco a poco van aprendiendo que aunque pueda dar algo de miedo no hay nada como despojarse de mascaras y ser uno mismo.