Ayer perdimos a uno de los grandes del comic, Keith Giffen. Un autor completo y único que durante décadas nos hizo reír gracias a su personalísimo y absurdo sentido del humor que mantuvo hasta el final y que nos ha dejado un poco huérfanos. Pero para recordarle voy a pasar de obituarios y recordar lo que le hizo grande, como escritor y como dibujante, de la forma en la que probablemente hubiese querido, hablando de un cómic protagonizado por una panda de perdedores patéticos de los que casi nadie se acuerda, La Legión de Héroes Sustitutos.
En este especial publicado en 1985 que Keith Giffen dibujo (entintado pro Karl Kesell) y que co-escribió con su colaborador habitual en la serie de la Legión de Superhéroes, Paul Levitz, encontramos un precedente directísimo de lo que un par de años mas tarde se convirtió en una de las mejores y mas memorables etapas de la Liga de la Justicia, aquella en la que junto a J.M. DeMatteis y Kevin Maguire llevaron el humor dentro del genero superheroico a unas cotas que pocas veces se han alcanzado. Y al igual que allí aquí nos encontramos con un puñado de segundones que sueñan con ser grandes héroes y que pese a ser una broma para todo el mundo se ven enfrentados a una amenaza que les viene muy, muy grande.
El punto de partida de esta historia no podría ser mas adecuado. Matter-Eater Lad, uno de los miembros mas ridículos de la Legión, dotado del poder de poder consumir cualquier sustancia, tiene un mal presentimiento acerca de los nuevos ordenadores gigantes que el gobierno de su mundo natal de Bismoll, ha creado para que se encarguen de la economía de su mundo. Unos ordenadores con un aspecto tremendamente familiar que resulta raro que mas que despertar un mal presentimiento no hiciesen saltar todas las alarmas.
Pero como ese presentimiento es algo vago (porque esta claro que no se ha repasado bien los archivos de misiones pasadas de su viejo grupo), Matter-Eater Lad no se atreve a llamar a sus camaradas de la Legión, por lo que opta por pedir la ayuda de la Legión de Héroes Sustitutos. Estos se encuentran extasiados al comprobar que todo un Legionario les toma lo suficientemente en serio como para pedir su ayuda, y sin pensar demasiado en lo mucho que pueden acabar complicándose las cosas se preparan para partir. En este punto ya empezamos a encontrar elementos que serian una constante en la JLI un par de años mas tarde, el líder serio que trata de que el grupo funcione como es debido, una enlace gubernamental que lamenta la casa de locos en la que ha acabado metida a su pesar y un grupo de héroes algo torpes en ocasiones pero llenos de entusiasmo.
Como era de esperar las cosas no tardan en complicarse y en Bismoll reaparece uno de los enemigos mas peligrosos de la Legión, Pulsar Stargrave (un villano robótico de Colu que afirmaba ser la versión futura de Brainiac) convocado por los ordenadores de ese mundo para que les libere. Otro elemento que también resultará familiar a los lectores de la JLI, donde no era nada raro que el grupo tuviese que enfrentarse a viejos enemigos de la JLA que parecían demasiado peligrosos para ellos.
Lo que sigue es un divertido y absurdo enfrentamiento en el que estos héroes hacen lo que pueden contra un villano que les supera a todos los niveles, cayendo muchos de ellos derrotados de forma ridícula por su propia torpeza sin llegar siquiera a encontrarse con este villano que por momentos se esta frustrando tanto como ellos al encontrarse en esa situación tan absurda en un mundo perdido que no le importa a nadie y enfrentado a este incordio de héroes que no le dejan en paz.
Un enfrentamiento en el que Giffen hace gala de su humor mas absurdo al ofrecernos un momento genialmente sublime dentro del cómic superheroico, cuando Matter-Eater Lad hace gala de sus estrafalarios poderes para atacar a Stargrave de una forma en la que nadie había sido capaz en toda su historia. Uno de esos momentos que sintetizan a la perfección lo que hizo grande a Giffen, como por grave que fuese la situación siempre había que hacer algo de espacio para el humor aunque fuese en su forma mas ridícula.
Un humor que llega a su punto culminante con la derrota ignominiosa y fuera de cámara del villano que ya estaba harto de todo y que esta a la altura de lo que uno podría esperar de un enfrentamiento contra un grupo como la Legión de Héroes Sustitutos. Un grupo que pese a que autores previos habían tratado con cierta seriedad, en manos de Giffen se convirtieron en una broma y es difícil no culparle teniendo en cuenta que contaba entre sus miembros con personajes como Chlorophyll Kid, Porcupine Pete o el inesperado héroe de esta historia, Stone Boy, entre otros.
Un cómic en el que además del humor absurdo de Giffen (apoyado por Paul Levitz) pudimos disfrutar también de su talento como dibujante. Un dibujante cuyo personalísimo estilo sufrió unas cuantas evoluciones bruscas a medida que iba encontrando nuevas fuentes de inspiración. En este especial podemos apreciar como la influencia de Jack Kirby aun se encontraba muy presente en su estilo, especialmente a la hora de representar esas descargas de energía y explosiones tan habituales dentro del genero. Pero también podemos reconocer aquí la influencia tan grande que estaba ejerciendo en Giffen el trabajo del argentino José Muñoz, algo especialmente apreciable en la forma en la que utilizaba manchas de negro para resaltar o poner énfasis en determinadas situaciones.
Cómics como este son la prueba perfecta de que no hay malos personajes y que en las manos adecuadas incluso los mas ridículos y absurdos podían dar pie a cómics tan divertidos como este. Algo que Keith Giffen demostró una y otra vez a lo largo de su carrera tanto en solitario como en buena compañía, fijándose siempre en los perdedores, en los marginados, en esos que nadie se tomaba del todo en serio y por quienes Keith Giffen pareció sentir cierta afinidad. Y aunque sea doloroso saber que nunca volveremos a disfrutar de nuevas historias de este cascarrabias dotado de una inmensa creatividad, nos quedan unas cuantas décadas de grandes cómics de los que disfrutar una y otra vez, cómics con los que espero que las editoriales se pongan las pilas y nos den ediciones dignas de algunos de ellos, que cosas como Ambush Bug hace tiempo que merecen un pequeño ómnibus. Por lo demás, adiós Keith Giffen y gracias por hacernos reír hasta el ultimo momento.