Hoy, porque me ha dado por ahí y sin que venga a cuento de nada que vaya a suceder o no en los próximos días ni nada parecido, me gustaría hablar de un elemento que sin duda nos hemos encontrado a menudo en numerosos cómics de todo tipo y del que quizás deberíamos aprender una cosilla o dos, de lo importante que es votar y especialmente hacerlo bien (y no, no hablo de escoger al nuevo líder de la Legión de Superhéroes o de decidir si Jason Todd debe morir o no). Son muchos los cómics en los que nos hemos encontrado con las nefastas consecuencias de votar por el candidato equivocado y que han llevado a algunos de nuestros héroes favoritos a lidiar con desastrosas consecuencias, así que vamos a ver aquí unos cuantos ejemplos de lo que no deberíamos hacer.
Votar es un derecho si, pero no debemos olvidar que también es un deber, y que si no votas estas dejando que otros decidan por ti y pongan en el poder a gente a quien le da igual que tu creas que vives encerrado en tu burbujita de superioridad moral y pureza ideológica, porque el marrón que cometan te lo vas a comer igual. Que no todo consiste en decidir entre votar a Kang o a Kodos, que hay multitud de opciones a escoger y siempre será mejor votar por alguien con quien solo estas de acuerdo en la mitad de sus propuestas que ayudar con tu apatía a que acabe gobernando alguien con quien no estas absolutamente de acuerdo en nada. Pero hay algo mucho peor que no votar, que ya es bastante malo de por si, y es el votar mal.
Como decía al comienzo en el mundo del cómic podemos encontrar múltiples ejemplos de esto, entre ellos algunos que son ya auténticos clásicos. El mas antiguo que recuerdo se dio durante la saga del Imperio Secreto de Steve Englehart y Sal Buscema, cuando dicha organización se dedico a secuestrar mutantes para canalizar sus poderes y crear con ellos una super-arma con la que conquistar Estados Unidos bajo el mandato del misterioso Numero Uno. UN siniestro personaje a quien el Capitán América derroto dentro de la mismísima Casa Blanca y quedo horrorizado al descubrir quien se encontraba bajo la capucha, aunque no tan horrorizado como cuando este saco una pistola y se suicido antes de que el Capitán pudiese impedirlo. Es cierto que en dicha historia ni se muestra la cara de este villano ni se nos dice su nombre, solo que era un alto cargo del gobierno. Pero si pudiésemos consultar los documentos de la tesorería del Imperio Secreto no me cabe duda de que encontraríamos en ella numerosos pagos hacia un tal R. Nixon, que como el propio Englehart ha manifestado mas de una vez siempre fue su intención que este fuese el villano bajo la mascara. Un ejemplo en el que la vida real se abrió paso hacia el cómic dejándonos claro ya en los años setenta lo importante que era votar bien.
Y si en el caso anterior uno podía argumentar que los votantes de ese tipejo no sabían que en secreto era el cabecilla de una organización criminal, existen casos mucho mas sangrantes tanto dentro como fuera de la ficción. Eso fue lo que sucedió cuando Wilson Fisk se convirtió en alcalde de Nueva York, un tipo con un pasado de lo mas cuestionable y sospechoso, que a todas luces no era un candidato limpio y que básicamente gano porque los votantes no se pararon a pensar bien en lo que hacían, buena prueba de lo importante que es meditar el voto y ejercer bien ese derecho. Pero al menos hay que reconocerle una cosa a Kingpin, que será todo lo corrupto y delincuente que queramos, pero al menos es autosuficiente, ya que el cuenta con su propio barco y su propia red de trafico de drogas y nunca ha necesitado amigos para eso, a diferencia de otros candidatos. Pero recordemos que eso no son para nada buenas cualidades y por eso votar por alguien así es votar muy mal.
¿Pero puede haber algo peor que votar alguien que habitualmente se codea con delincuentes? Pues por supuesto que si, votar a un puto nazi, como ya nos contaron John Ostrander y Luke McDonnell hace décadas en su Escuadrón Suicida, un cómic que tristemente sigue siendo de lo mas actual. En los primeros números de la serie conocimos a William Heller, que aunque no se presentaba explícitamente a ningún cargo publico parecía camino de ello, dando mitines donde advertía de la degeneración de la sociedad y culpaba de los males de esta a todos aquellos que no tuviesen la piel tan blanca como el y sus seguidores. Un discurso aterradoramente familiar que combinaba con su alianza y financiación a diversos grupos de extrema derecha, supremacistas blancos y neo nazis. Un personaje que para cualquier persona mínimamente racional seria completamente despreciable, pero que sin embargo recuerda demasiado a numerosos candidatos y cargos electos de nuestro presente que han llegado a donde han llegado por culpa de un numero importante de votantes que cegados por el populismo y los prejuicios han ayudado a aupar a lo mas alto a gente que no debería haber salido del contenedor de basura al que han tirado su voto utilizándolo tan mal.
Después de estos ejemplos nuestros lectores pensaran que no puede haber político peor, que es difícil encontrar alguien menos adecuado para un cargo publico que estos mafiosos, narco-candidatos o nazis, pero si, hay algo infinitamente peor. Y ese algo es la realidad, porque Numero Uno, Fisk o Heller no son mas que papel y tinta (o pixeles) villanos de ficción. que nunca han hecho daño real a nadie y que existen solo para que puedan ser atizados por los héroes (o villanos) de turno. Pero son unos personajes que también existen porque son un reflejo de la realidad que nos rodea, que están inspirados en multitud de políticos que a lo largo de las décadas han llegado al poder a base de mentiras y de apelar a votantes que se dejan llevar por su ignorancia y sus mas bajas pasiones, por eso es tremendamente importante tanto ejercer ese deber que es el votar como el meditar bien dicho voto y no malgastarlo en candidatos que no se lo merecen y que solo buscan su beneficio personal incluso si eso es a costa del bienestar de los ciudadanos.
Y ya que estamos, y de nuevo sin segundas intenciones ni nada, quiero aprovechar que escribo esto para recordar que hace un par de días se cumplieron treinta y un años del estreno de Porco Rosso en los cines de Japón, todo un clásico con mayúsculas que se ha convertido por derecho propio en una de las mejores películas de su director Hayao Miyazaki y que nos ha dejado para la posteridad numerosos momentos inolvidables y frases memorables además de aquella valiosa lección de que es mejor ser un cerdo que un fascista. Así que cuando en el futuro (sea cuando sea) llegue el día de votar de nuevo, que supongo que un día de estos habrá elecciones otra vez, recordemos esas bonitas y emotivas palabras de este veterano piloto italiano a quien estos días por iniciativa del autor de comics Álvaro Ortiz están homenajeando de forma muy bonita en twitter.
he calcado un dibujo y lo retuitearé constantemente de aquí al domingo que viene podéis hacer lo mismo un beso pic.twitter.com/K9p07mjLSX
— álvaro ortiz (@alvaroortiz_) July 13, 2023