Retomar la literatura de ciencia ficción ha provocado que quiera seguir reduciendo esa pila de libros pendientes que amenaza con convertirse en montaña y dado que me lo había pasado tan bien con Anochecer decidí probar con otra obra de Robert Silverberg, esta vez en solitario. Y aunque A través de un Billón de Años (Across a Billion Years) no sea la obra mas importante ni mas revolucionaria de la bibliografía de este autor, es un libro que va al grano, que sabe atrapar al lector y que se encuentra repleto de ideas interesantes, lo que lo convierte en la lectura perfecta para quienes busquen algo con un sabor muy clásico.
Los superiores, ese es el nombre que la humanidad le ha dado a una misteriosa raza extraterrestre que desapareció hace millones de años y que dejo detrás construcciones y artefactos repartidos por diferentes puntos de la galaxia y un montón de preguntas sin respuesta. Pero un grupo de arqueólogos de diferentes mundos, quienes se encontraban realizando unas excavaciones rutinarias en un remoto mundo en el que de nuevo habían aparecido restos de esa civilización, ha encontrado algo que puede que sea la clave para desentrañar de una vez por todas los misterios que han envuelto a esos seres. Aunque quizás las respuestas que encuentren a esos misterios no sean las que se esperaban…
A través de un Billón de Años es un libro de su tiempo (1969) tanto en lo bueno como en lo malo (o lo menos bueno). Por un lado es una novela directa que va al grano y en la que no se estira la historia hasta rellenar un tocho de casi mil paginas, que es uno de los aspectos con los que mas disfruto de la ciencia ficción de antes. Aunque esto supone también que se sacrifica la caracterización de los personajes secundarios que en muchos casos están solo esbozados con un par de características. Pero aunque eso no siempre sea lo ideal, también es verdad que hay historias en las que no es para necesario que conozcamos el pasado y cada intimo detalle de todos y cada uno de los personajes de un libro.
Así es como nos encontramos con que el protagonista, un joven veinteañero en su primera salida profesional, quien narra la historia a través de una serie de mensajes escritos a su hermana, es el único realmente definido en la novela, mientras que sus compañeros de excavación son despachados en unas pocas paginas a través de una somera descripción que el protagonista realiza en su primer mensaje a su hermana. El resto como decía son poco mas que esbozos, en los que se nos resaltan sus pintorescas diferencias físicas y culturales, al tratarse de alienígenas de diferentes mundos, y un par de rasgos de personalidad, pero no llegamos a saber realmente mucho mas de dichos personajes. Algo bastante habitual en la ciencia ficción del pasado pero que en manos adecuadas no merman el disfrute de la obra, y las de Silverberg sin duda lo eran.
La historia parte de una premisa que no es especialmente original, la de la humanidad (y aliados en este caso) enfrentándose al misterio de una raza desaparecida de a que solo encuentran los artefactos que dejaron atrás. Una premisa que ha dado pie a muchos grandes clásicos del genero como Cita con Rama de Arthur C. Clarke, Pórtico de Frederik Pohl, Mundo Anillo de Larry Niven o la mas reciente saga de The Expanse de James S. A. Corey (Daniel Abraham y Ty Franck) entre muchos otros. Pero es una premisa con la que Silverberg juega de una forma bastante interesante, llevando la historia por unos derroteros diferentes a lo habitual.
También se agradece que Silverberg no convirtió esta historia en una aventura épica a lo Indiana Jones, sino que se trata de una obra mas cerebral en la que los arqueólogos se comportan como tales, donde la inexperiencia del protagonista a la hora de tratar con artefactos antiguos pone en peligro el éxito de la misión, con la que emoción surge de momentos en los que analizan los datos que han recabado para llegar a alguna conclusión, donde no hay una X enorme marcando el lugar del “tesoro”, sino que tienen que buscar de forma tediosa y meticulosa para alcanzar el siguiente paso de su misión y donde los conflictos se resuelven dialogando y negociando (y a veces chantajeando un poco). Estos personajes son simplemente un puñado de gente aburrida que alcanzan su objetivo a base de ser concienzudos y tener algo de suerte, pero Silverberg sabe manejar todos esos elementos de tal manera que la historia engancha y emociona como si estuviésemos ante una Space Opera espectacular.
Y otro elemento que me ha llamado la atención de este libro es la forma en la que Silverberg solucionó el problema de la comunicación a largas distancias interplanetarias y los enormes retrasos en el tiempo que suponen los métodos tradicionales. Porque aquí en lugar de recurrir a algún método tecnológico fantástico como el Ansible de Ursula K Leguin (que había introducido tres años antes en su Rocannon’s World y que muchos autores han copiado desde entonces) Silverberg introduce la idea de una red de telepatas que actuando como repetidores para poder cubrir las enormes distancias que ninguno en solitario podría realizar, proporcionan un método de comunicación casi instantáneo aunque lleno de complejidades. Y es que en esencia se trata de una red en la que no hay una comunicación directa entre dos puntos, sino que consiste en que numerosos telepatas se van contando unos a otros el mensaje y uno debe confiar en que por el camino este no se tergiverse como en el juego del “teléfono roto”. Una forma de comunicación para la que Silverberg encontró incluso un método de poder transmitir información visual que abruma por lo tedioso y agotador que resulta, pero que resulta encantadoramente retro e ingenuo.
A través de un Billón de Años no será el mejor libro de Robert Silverberg, pero es un gran ejemplo de todo el arte y el oficio de este veterano escritor que ha sido capaz de encandilar a varias generaciones de lectores. Y también es un libro que se puede leer casi de una sentada y que dejara un gran sabor de boca a quienes busquen aventurarse en la ciencia ficción mas clásica, por lo que recomiendo efusivamente su lectura.